sábado, 31 de diciembre de 2011

Memé: los 5 mejores libros del 2011

Aprovecho este memé, al que me nominó Maii, del blog Reading in the Rain, para despedir el año y desearos a todos que os atragantéis con las uvas (se siente, es la única forma de comérselas todas).
¡Feliz 2012!

(Hay que poner los 5 libros que a tu consideración fueron los mejores que leíste este año... y el porqué.)
No es que haya leído este año un número muy ingente de libros, así que no me ha sido muy difícil escoger los 5 mejores (aunque sí que lo ha sido ordenarlos por orden de preferencia).  
Nomino a todo aquel que desee recomendarnos unas buenas lecturas para el 2012 según sus experiencias de este año.
¡Bueno, pues allá va!  

Número 1
(Ver reseña)
No sólo el mejor libro que he leído este año, sino tal vez, el mejor libro que he leído nunca. Creo que lo tiene todo: acción, emoción, sorpresas, personajes alucinantes, giros argumentales de infarto... Además, me gusta que los libros me hagan sentir, y este es libro que lo ha conseguido con más intensidad.
Número 2

(Ver reseña)
Lo he escogido para el segundo puesto por su originalidad y por la lírica que esconde su prosa. Me enamoró la forma de escribir de Zusak, cómo de un fondo argumental tan manido como el tema judíos-nazis ha sabido crear algo tan distinto y sorprendente. La Muerte como narradora es otro aspecto que me encantó.
Número 3

(Ver reseña)
Otro libro que me gustó por las ideas originales que escondía su argumento, incluso con enseñanza de fondo.  Personajes que se hacen querer y que uno echa de menos. Una historia que, transcurrido un tiempo, se recuerda con cariño.

Número 4

(Ver reseña)
No podía faltar entre los mejores nuestro amigo Kvothe y la  agradable prosa de su creador  Patrick Rothfus. Fue un placer acompañar al protagonista a lo largo de su azarosa vida, conocer al excéntrico profesor Elodin y reírme con ciertas escenas. Disfruté especialmente las partes que se desarrollan en la Universidad, cual colegio Hogwarts. 
Número 5

(Ver reseña)
Y finalmente, uno de los pocos libros de ciencia ficción que he leído. Todo muy entretenido, pero lo que más me gustó fue el final, que me pareció sorprendentemente emotivo en comparación con el resto. La verdad es que fue un buen broche final para la historia.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Acacia; de David Anthony Durham

"Se sentó en el taburete frente a su tocador, un conjunto de espejos que le devolvían variaciones de su imagen convertida en reflejos. Tenía intención de planear los acontecimientos, pero se detuvo por un instante para mirar en los espejos. Como le sucedía a menudo últimamente, se sentía inquieta. Cada una de las visiones de su cara mostraba un personaje distinto. Dependiendo de cuál fuera el ángulo, parecía desgraciada o arrebatadora, delicada o agitada o segura de sí misma o... malvada. Sí, vista de medio perfil, desde la izquierda, Corinn no pudo evitar reconocer una antes no percibida crueldad en la inclinación de sus ojos y su boca, y en el modo en que mantenía levantado el mentón, como si fuera un arma sobresaliendo en advertencia."
SINOPSIS
En el corazón del Imperio de Acacia se halla su rey Leodan Akaran, que dirige el llamado Mundo Conocido. Los acacianos han creado un país rico y próspero que ha construido su riqueza sobre el esclavismo y la venta de parte de su población infantil a Lothan Aklun, quien rige un imperio más amplio y poderoso que la misma Acacia. A cambio, reciben una droga que pacifica a sus consumidores de manera que nunca sean capaces de desarrollar la fuerza de voluntad suficiente para quejarse siquiera.
En su lecho de muerte, Leodan se preocupa por poner en marcha un plan largo tiempo preparado para salvar la vida de sus cuatro hijos, a quienes ha educado en la ignorancia sobre las razones de la prosperidad de Acacia. Los cuatro niños de la dinastía Akaran conocen poco del mundo que hay más allá de su opulento paraíso. Pero cuando un asesino golpee el corazón de imperio, sus vidas cambiarán para siempre...
Separados en contra de su voluntad y obligados a huir a lugares distantes, los niños deberán abrirse camino por una maraña de alianzas ocultas, magia ancestral, invasores extranjeros y comercio ilícito. A medida que tratan de comprender el verdadero sentido de sus vidas, descubrirán que el destino del mundo se encuentra en sus manos.
Os presento al presunto culpable de mi estancamiento lector. Os presento una reseña difícil. Un libro capaz de desconcertar hasta el punto de no saber si merece la pena leerlo realmente o no. Cuánto deseé llegar a este momento cuando abordaba su página 100. O la 237. O la 299. O la 300. O la 400. O... bueno, dejaré el límite en la 500 (de un total de 785). ¿Que a qué momento me refiero? Al momento de reseñarlo, más bien al momento de poder cerrarlo y esconderlo entre los demás de la estantería. Para siempre. 

Sí, pertenezco al grupo de lectores que no pueden dejar un libro a medias, por muy tortuosa, tortuosísima que resulte su lectura.

Para poneros un ejemplo, este fue un comentario que le hice a una amiga que me preguntó qué me estaba pareciendo (en este momento, calculo que por lo menos habría alcanzado la página 200):
"Mejora muy muy ligeramente, de hecho, creo que más bien se debe a que conozco más a los personajes y poco a poco, a pesar de lo insípidos que me resultan, a la fuerza tengo que sentir un mínimo de interés por sus vidas."
Ese comentario espontáneo, me pareció de repente, era perfecto para describir en pocas palabras lo que sentía.

Y seguí caminando por sus letras. Y pasaron días... y semanas... y meses... En total, 3 meses y 6 días (qué haría yo sin mi aNobii). Os cuento lo que vi por el camino:
-Antes de comenzar. Mis amigas me regalaron Acacia por mi cumpleaños, en la época en que yo estaba muy muy enganchada a la saga de Canción de Hielo y Fuego. El regalo me hizo mucha ilusión, la portada era bonita y la sinopsis me terminó de cautivar. Por si fuera poco, lo comparaban con la susodicha saga. ¿Qué más se podía pedir? (Respuesta: mucho más.)
-Paseando por la primera página. Ya esas primeras frases me supieron frías y poco acogedoras. Aunque pensaba que era cosa de los comienzos, que nunca fueron fáciles. Seguí leyendo, segura de que pronto me haría con los personajes y todo iría como la seda.
-No todo va como la seda. Personajes vacíos. Acción lenta. Lo único que podría estar bien es el esqueleto de las letras articuladas en palabras y de las palabras en frases. O cómo poco a poco esas frases crean párrafos que describen mundos nuevos, elaboradas razas que  los habitan, con costumbres propias y distintos  hábitats... Pero no puedo disfrutar de eso. No, si los personajes me parecen fríos y sin contenido, como marionetas inertes manejadas por los hilos del escritor. Si a veces ni siquiera me entero de cuál es el argumento de lo que leo. 
-Me aburro. Leo y leo. Leo casi por obligación. Unas pocas páginas por día antes de descansar, porque el camino se me hace agotador. Pasito a pasito, pienso, iré llegando al final. Y al menos podré decir que le he dado una oportunidad al libro de que me atrape.
-Empieza a ponerse interesante. Ocurre despacio, casi a la mitad, y avanza tan lentamente que es difícil de percibir. Aunque aún cansa un poco, empiezan a aparecer en el camino de letras algunos paisajes interesantes, y los personajes empiezan a perfilarse y a cobrar vida ante mis ojos que, perplejos, aún no terminan de creérselo.
-Quedo atrapada. Eso sí, anda que no ha tardado. En este punto, al tiempo que cojo el libro con ansia, mientras rebusco momentos escondidos entre el tiempo para zambullirme en la historia, me pregunto: ¿merece la pena haber esperado tanto para esto? Y sigo leyendo; tal vez halle la respuesta entre las páginas.

Y eso es todo, una larga historia de inseguridades y desengaños, de pacientes esperas y tardías recompensas, de peleas y de reconciliaciones.

Creo que es ésta la primera novela de género fantástico de este autor, tras unas cuantas históricas. Está ambientada en un mundo imaginario (cuyo mapa, por cierto, se echa muchísimo de menos en el libro, y puede encontrarse en la web del autor), poblado por varias razas y religiones. Al principio me sentí un poco perdida entre todo ello, aunque con el tiempo terminé enterándome de cuál era cuál. Los acacios y los meins están en continua lucha por hacerse con el control del Mundo Conocido, pero cada cual tiene sus propias creencias sobre cómo reinar. Claro que la forma más idílica de hacerlo es también la más complicada. En este punto entran en juego ideas como la igualdad, la tolerancia, o la paz y armonía entre todos los habitantes del Mundo Conocido (sin importar raza o religión).

Está bien narrada, eso no lo discuto, pero le falta algo cuya naturaleza no estoy segura de poder desentrañar. Tal vez sea pasión, sentimiento, más viveza en sus personajes. A lo mejor se centra demasiado en describir el mundo, y se olvida de las criaturas que lo habitan, no lo sé. Es únicamente al final, muy al final, cuando esas criaturas se revelan como seres con vida y convicciones propias. Seres que incluso han evolucionado psicológicamente, y que son capaces de sorprender por la complejidad de su persona. Pero eso ocurre tan, tan tarde, que alcanzarlo puede llegar a resultar tedioso para alguien como yo, poco amiga de las excesivas descripciones y la lentitud de acción sin más trasfondos de por medio. No obstante, podría llegar a comprender que alguien lo encontrase más entretenido, y de hecho he leído alguna buena reseña; quiero decir, con esto, que no pretendo disuadiros por completo de que os adentréis en él.

A mí, me ha dejado con un sabor agridulce.


2,5/5




domingo, 25 de diciembre de 2011

7 despertares navideños

Este año, Bibliofilosis Letrae también desea celebrar la Navidad con una entrada especial. Una entrada bibliófila, cómo no. Y, como yo no escribo bonitas historias navideñas, qué mejor que recordar las que escriben los demás. Así que se me ocurrió algo.
Y me ha quedado una entrada nostálgica, pero también llena de magia... 
¡Vamos, como la Navidad misma!
Espero que os guste (y que seáis capaces de leerla entera).


Christmas at Hogwarts by John Williams on Grooveshark


Primer despertar
En la víspera de Navidad, Harry se fue a la cama, deseoso de que llegara el día siguiente, pensando en toda la diversión y comida que lo aguardaban, pero sin esperar ningún regalo. Cuando al día siguiente se despertó temprano, lo primero que vio fue unos cuantos paquetes a los pies de su cama.
—¡Feliz Navidad! —lo saludó medio dormido Ron, mientras Harry saltaba de la cama y se ponía la bata.
—Para ti también —contestó Harry—. ¡Mira esto! ¡Me han enviado regalos!
—¿Qué esperabas, nabos? —dijo Ron, volviéndose hacia sus propios paquetes, que eran más numerosos que los de Harry.
Harry cogió el paquete que estaba más arriba. Estaba envuelto en papel de embalar y tenía escrito: «Para Harry de Hagrid». Contenía una flauta de madera, toscamente trabajada. Era evidente que Hagrid la había hecho. Harry sopló y la flauta emitió un sonido parecido al canto de la lechuza.
El segundo, muy pequeño, contenía una nota. «Recibimos tu mensaje y te mandamos tu regalo de Navidad. De tío Vernon y tía Petunia.» Pegada a la nota estaba una moneda de cincuenta peniques.

Segundo despertar
Amaneció el día de Navidad, frío y blanco. Hermione despertó temprano a Harry y Ron, los únicos que quedaban en aquel dormitorio. Iba ya vestida y llevaba regalos para ambos.
—¡Despertad! —dijo en voz alta, abriendo las cortinas de la ventana.
—Hermione..., sabes que no puedes entrar aquí —dijo Ron, protegiéndose los ojos de la luz.
—Feliz Navidad a ti también —le dijo Hermione, arrojándole su regalo—. Me he levantado hace casi una hora, para añadir más crisopos a la poción. Ya está lista.
Harry se sentó en la cama, despertando por completo de repente. 
—¿Estás segura?
—Del todo —dijo Hermione, apartando a la rata Scabbers para poder sentarse a los pies de la cama.—Si nos decidimos a hacerlo, creo que tendría que ser esta noche.
En aquel momento, Hedwig aterrizó en el dormitorio, llevando en el pico un paquete muy pequeño.
—Hola —dijo contento Harry, cuando la lechuza se posó en su cama—, ¿me hablas de nuevo?
La lechuza le picó en la oreja de manera afectuosa, gesto que resultó ser mucho mejor regalo que el que le llevaba, que era de los Dursley. Éstos le enviaban un mondadientes y una nota en la que le pedían que averiguara si podría quedarse en Hogwarts también durante las vacaciones de verano.

Tercer despertar
En los corredores colgaban guirnaldas de acebo y muérdago; dentro de cada armadura brillaban luces misteriosas; y en el vestíbulo los doce habituales árboles de Navidad brillaban con estrellas doradas. En los pasillos había un fuerte y delicioso olor a comida que, antes de Nochebuena, se había hecho tan potente que incluso Scabbers sacó la nariz del bolsillo de Ron para olfatear.
La mañana de Navidad, Ron despertó a Harry tirándole la almohada.
—¡Despierta, los regalos!
Harry cogió las gafas y se las puso. Entornando los ojos para ver en la semioscuridad, miró a los pies de la cama, donde se alzaba una pequeña montaña de paquetes. Ron rasgaba ya el papel de sus regalos.
—Otro jersey de mamá. Marrón otra vez. Mira a ver si tú tienes otro.
Harry tenía otro. La señora Weasley le había enviado un jersey rojo con el león de Gryffindor en la parte de delante, una docena de pastas caseras, un trozo de pastel y una caja de turrón. Al retirar las cosas, vio un paquete largo y estrecho que había debajo.
—¿Qué es eso? —preguntó Ron mirando el paquete y sosteniendo en la mano los calcetines marrones que acababa de desenvolver.
—No sé...
Harry abrió el paquete y ahogó un grito al ver rodar sobre la colcha una escoba magnífica y brillante.

Cuarto despertar
El día de Navidad, Harry tuvo un despertar muy sobresaltado. Levantó los párpados preguntándose qué era lo que lo había despertado, y vio unos ojos muy grandes, redondos y verdes que lo miraban desde la oscuridad, tan cerca que casi tocaban los suyos.
—¡Dobby! —gritó Harry, apartándose tan aprisa del elfo que casi se cae de la cama—. ¡No hagas eso!
—¡Dobby lo lamenta, señor! —chilló nervioso el elfo, que retrocedió de un salto y se tapó la boca con los largos dedos—. ¡Dobby sólo quería desearle a Harry Potter feliz Navidad y traerle un regalo, señor! ¡Harry Potter le dio permiso a Dobby para venir a verlo de vez en cuando, señor!
—Sí, muy bien —dijo Harry, con la respiración aún alterada, mientras el ritmo cardíaco recuperaba la normalidad—. Pero la próxima vez sacúdeme el hombro o algo así. No te inclines sobre mí de esa manera...
Harry descorrió las colgaduras de su cama adoselada, cogió las gafas que había dejado sobre la mesita de noche y se las puso. Su grito había despertado a Ron, Seamus, Dean y Neville, y todos espiaban a través de sus colgaduras con ojos de sueño y el pelo revuelto.
—¿Te ha atacado alguien, Harry? —preguntó Seamus medio dormido.
—¡No, sólo es Dobby! —susurró Harry—. Vuelve a dormir.
—¡Ah... los regalos! —dijo Seamus, viendo el montón de paquetes que tenía a los pies de la cama.
Ron, Dean y Neville decidieron que, ya que se habían despertado, podían aprovechar para abrir los regalos. Harry se volvió hacia Dobby, que seguía de pie junto a la cama, nervioso y todavía preocupado por el susto que le había dado a Harry. Llevaba una bola de Navidad atada a la punta de la cubretetera.
—¿Puede Dobby darle el regalo a Harry Potter? —preguntó con timidez.
—Claro que sí —contestó Harry—. Eh... yo también tengo algo para ti.
Era mentira. No había comprado nada para Dobby, pero abrió rápidamente el baúl y sacó un par de calcetines enrollados y llenos de bolitas. Eran los más viejos y feos que tenía, de color amarillo mostaza, y habían pertenecido a tío Vernon. La razón de que tuvieran tantas bolitas era que Harry los usaba desde hacia más de un año para proteger el chivatoscopio. Lo desenvolvió y le entregó los calcetines a Dobby, diciendo:
—Perdona, se me olvidó empaquetarlos.

Quinto despertar
De las lámparas de cristal, anteriormente carentes de brillo, ya no colgaban telarañas, sino guirnaldas de acebo y serpentinas plateadas y doradas; había montoncitos de rerluciente nieve mágica sobre las raídas alfombras; un gran árbol de Navidad, que había conseguido Mundungus y que estaba decorado con hadas de verdad, tapaba el árbol genealógico de la familia de Sirius; y hasta las cabezas reducidas de elfos domésticos de la pared del vestíbulo llevaban gorros y barbas de Papá Noel.
La mañana del día de Navidad, Harry despertó y encontró un montón de regalos a los pies de su cama. Ron ya había empezado a abrir los paquetes de su montón, aún más grande.
-¡Mira cuántos regalos nos han hecho este año!-exclamó a través de una nube de papel-.¡Gracias por la brújula para escobas, es fabulosa! Supera el regalo de Hermione: un planificador de deberes...
Entonces Harry buscó entre sus regalos y encontró uno con la letra de Hermione. A él también le había regalado un libro que parecía una agenda, sólo que cada vez que lo abría por cualquier página gritaba cosas como: "¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy!".

Sexto despertar
Harry despertó sobresaltado y encontró una abultada media encima de su cama. Se puso las gafas y miró alrededor: casi no entraba luz por la pequeña ventana a causa de la nieve, pero Ron se hallaba delante de ella, sentado en la cama, examinando lo que parecía una cadena de oro.
-¿Qué es eso?-preguntó Harry.
-Me la envía Lavender- masculló Ron-. No pensará que voy a ponérmela...
Harry examinó la cadena, de la que colgaban unas gruesas letras doradas formando las palabras: "Amor mío".
-¡Pero si es muy bonita!-exclamó tras soltar una risotada-. Muy elegante. Tendrías que ponértela y enseñársela a Fred y George.
-Si se lo dices-amenazó Ron escondiendo la cadena debajo de su almohada-, te juro que te... que te...
-Tranquilo, hombre-dijo Harry, sonriendo-. ¿Acaso me crees capaz?
-¿Cómo se le habrá ocurrido que me gustaría una cosa así?-musitó Ron.
-A ver, piensa. ¿Alguna vez se te ha escapado que te encantaría pasearte por ahí con las palabras "Amor mío" colgadas del cuello?
-En realidad... no hablamos mucho. Básicamente lo que hacemos es...
-Besaros.

Séptimo despertar
En medio de la plaza, rodeado de luces de colores ensartadas y parcialmente tapado por un árbol de Navidad sacudido por el viento, se erigía un monumento a los caídos en la guerra. Había varias tiendas, una oficina de correos, un pub y una pequeña iglesia, cuyas vidrieras de colores relucían al otro lado de la plaza.
En las zonas transitadas durante el día, la nieve se había compactado; estaba dura y resbaladiza. Hermione y Harry veían a los habitantes del pueblo, que iban y venían iluminados fugazmente por las farolas; oyeron risas y música pop al abrirse y cerrarse la puerta del pub y, poco después, el cántico de un villancico en la iglesia.
-¡Me parece que es Navidad, Harry!
-¿Ah, sí?-él ya no sabía que día era; llevaban semanas sin ver un periódico.
-Sí, estoy segura-dijo Hermione mirando la iglesia-.Tus padres deben...deben de estar ahí, ¿no? Mira, detrás de la iglesia está el cementerio.
Harry notó un estremecimiento que superaba la emoción, algo parecido al miedo. Ahora que estaba tan cerca de su objetivo, se preguntó si en realidad quería verlo. Quizá Hermione advirtió cómo se sentía, porque lo cogió de la mano y, por primera vez, tomó la iniciativa y tiró de él para que siguiera andando. Sin embargo, cuando se encontraban hacia la mitad de la plaza, se detuvo en seco.
-¡Mira, Harry!
Señalaba el monumento a los caídos, que, al pasar ellos por su lado, se había transformado. En lugar de un obelisco cubierto de nombres había una composición escultórica: un hombre de pelo revuelto y con gafas, una mujer con melena y una cara hermosa y amable, y un bebé sentado en los brazos de su madre. Los tres tenían nieve en la cabeza, como si llevaran unos esponjosos gorros blancos.
Y los despertares que aún quedan...

¡Feliz Navidad! (o Merry Christmas, como diría Harry)


Nota: los fragmentos citados en esta entrada pertenecen a la saga de libros Harry Potter, publicada en España por la Editorial Salamandra y escrita por J.K.Rowling.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Historia del Rey Transparente; de Rosa Montero

"-[...]¿Sabes ese temblor de corazón que alguna vez se experimenta en los atardeceres especialmente hermosos, cuando el mundo está en calma y tu estómago lleno, pero notas como un hambre insaciable dentro de ti? ¿Una necesidad de algo más grande y más hermoso? ¿Cuando el alma se te sale por la boca y ansía buscar la perfección?
-Ansía buscar a Dios.
-Exactamente. El Fino Amor consiste en cambiar ese anhelo de Dios por la emoción espiritual de la pasión entre una mujer y un hombre.
-Pero eso es una blasfemia. Una herejía."
SINOPSIS
En un turbulento siglo XII, Leola, campesina adolescente, desnuda a un guerrero muerto en un campo de batalla y se viste con sus ropas de hierro, para protegerse bajo un disfraz viril. Así comienza el vertiginoso y emocionante relato de su vida, una peripecia existencial que no es sólo la de Leola sino también la nuestra, porque esta novela de aventuras con ingredientes fantásticos nos está hablando en realidad del mundo actual y de lo que todos somos. Historia del Rey Transparente es un insólito viaje a una Edad Media desconocida que se huele y se siente sobre la piel, es una fábula que conmueve por su grandeza épica, es uno de esos libros que no se leen, sino que se viven. Original y poderosa, la novela de Rosa Montero tiene esa fuerza desbordante de los libros llamados a convertirse en clásicos.
Comienzo contándoos la historia de cómo llegó a mis manos. Fue un idílico día veraniego en la Feria del Libro de Madrid, un evento que intento no perderme nunca. Recorríome filas y filas de puestos, uno tras otro, haciendo las delicias desesperando a mis acompañantes a lo largo de aquel camino que parecía interminable. Era la feria del libro, y TENÍA que comprar un libro -sé que suena consumista, pero también sé que me entenderéis-. Además no podía ser uno cualquiera, sino uno que  me hiciese especial ilusión. Y normalmente lo que más ilusión me hace en la feria del libro es un libro firmado... pero ninguno de los que firmaban me convencía demasiado. Hasta que, al final del todo, cuando ya me iba, en el último momento como en las pelis, me topé con Rosa Montero y su obra, y su Historia del Rey Transparente que en varias ocasiones me había querido comprar sin llegar a hacerlo. ¡Era la oportunidad perfecta! 

Nos encontramos, ni más ni menos, con lo que dice la contraportada. Bueno, lo de "ni más" lo retiro, porque nos encontramos, evidentemente, con mucho más. 

En el inicio me topé con una literatura bonita, sencilla y al mismo tiempo un poquito poética. Descubrí la forma de escribir de Rosa Montero, y creo que incluso se me pegó algo de ella, como me suele suceder con muchos autores, que cuando me pongo a escribir algo imito de forma inconsciente su particular estilo. Y este en concreto me gustó, me gustó bastante. 

A medida que avanzaba en su lectura la historia se me iba antojando llena de típicos tópicos. A veces perdía parte de su gracia y se convertía en un relato de aventuras medievales de lo más manidas: torneos de caballeros y caballeros andantes y todo eso. Seguía entreteniéndome  eso sí, pero no más de lo que pudiera haberlo hecho cualquier otro libro sencillo. Yo quería más.

Al final conseguí más. A medida que avanzaba, poco a poco, fui descubriendo un trasfondo en sus líneas, ideas interesantes y una ambientación agradable. Rosa Montero considera este libro como de género fantástico y de aventuras, y yo me pregunto por qué, ya que no tiene nada de fantástico. Lo que sí ocurre es que la autora es capaz de envolverlo todo en un aire mágico, surreal, de misterio. Juega con hechos históricos verídicos y elabora una mezcolanza con ellos, tanto en el tiempo como en el espacio, creando paisajes insólitos y situaciones de cuento. Todo esto, aprovechando ese regusto a antiguo que esconden las historias medievales. 

Los personajes terminan haciéndose entrañables. No queda más remedio que empatizar con Leola, que me ha parecido un personaje muy "amable". Lo mismo con el resto, un grupito variopinto individuos, cada uno con sus particularidades, una familia de lo más curioso y entrañable que Leola va creándose a su alrededor en sustitución a la que ha perdido. 

Y el final, ese final en el que no se sabe si reír o llorar, porque todo depende de hasta dónde lleguen tus convicciones.

Os invito a descubrir la Historia del Rey Transparente... si es que conseguís que alguien os la termine de contar.

martes, 6 de diciembre de 2011

Beijing; de Patrick Watson

Con esta entrada inauguro una nueva sección del blog, en la que os mostraré las notas que, por una u otra razón,  conforman para mí algo más que un sonido bonito.


Una canción para cada ocasión

Os traigo hoy a Patrick Watson, un cantante cuyo mundo descubrí hace no mucho gracias a Grooveshark y su mágica opción de radio (consistente en pulsar dicho botón mientras escuchas una canción, de manera que automáticamente se añaden a la lista de reproducción canciones hipotéticamente similares).

Pues bien, ¿qué significado especial tiene Beijing? Que esconde multitud de sonidos entreverados de una forma magistral. Sonidos que penetran en los pabellones auditivos en procesión, dando alegres saltitos unas veces y deslizándose otras; que a veces frenan repentinamente para después sorprenderte con más brincos y cabriolas inverosímiles. 

Pero, además, ocurre algo peculiar: me encanta escuchar Beijing cuando camino por la ciudad. Es una canción que pareciera estar fabricada para eso. ¿Os habéis fijado en que su título equivale a Pekín? Pues os animo a experimentar la sensación que produce el ritmo del que os hablaba aderezado con el ir y venir de la gente y de los coches, y sus colores y los de las tiendas y edificios. A mi, al menos, me encanta. Sobre todo por las mañanas, cuando aún está difuminándose el límite entre los sueños y lo real.