miércoles, 20 de mayo de 2015

Jameson Notodofilmfest en el Matadero de Madrid: una de cortos

Alguna vez he pensado en dedicar entradas del blog a hablar de lugares o experiencias de ocio. En una ciudad tan grande y variopinta como Madrid, uno se encuentra de vez en cuando con sorpresas y buenos ratos inesperados que apetece compartir. 

No había estado nunca en el Matadero de Madrid hasta el miércoles 13 de este mes cuando, por cosas de tener tiempo libre y una amiga investigadora de propuestas diferentes de ocio, asistimos a la proyección de cortos que organizaba Jameson Notodofilmfest en la Cineteca. Lo primero que me sorprendió fue la zona, más grande de lo que pensaba, llena de edificios de ladrillo y piedra que me encantaron, cada uno destinado a un propósito que no tuve tiempo de investigar. Por dentro el espacio era amplio y acogedor; la sala donde se proyectaron los cortos no tiene nada que envidiar a una sala de cine convencional, más bien al contrario.


Jameson Notodofilmfest es un festival de cine desarrollado sobre todo a través de Internet, en el que los artistas del cortometraje pueden dar a conocer sus creaciones. Dispone de una página web que lo explica todo mucho mejor que yo, así como de un canal de YouTube repleto de cortos gratuitos y del que, visto lo visto, me voy a tener que hacer más asidua.

La proyección, The very best of Jameson Notodofilmfest (Vol IV), comenzó con cada uno de los directores presentando brevemente sus cortos, y continuó con una sucesión de todo tipo de escenas y situaciones, desde las más divertidas a las más tristes, pasando por las más incomprensibles. Los veintitrés cortos, seleccionados de entre todos los existentes a lo largo de los trece años de vida del festival, tuvieron una duración total de ochenta minutos y estuvieron acompañados de aplausos y, sobre todo, de buen rollo y risas. Fue una tarde muy agradable que repetiría con gusto. (¡Y gratis!) Es verdad que algunos me resultaron totalmente incomprensibles, y otros me supieron a poco o a nada, pero varios de ellos me hicieron reír hasta que tuve que sacar el pañuelo (también es verdad que el ambiente risueño contribuyó a ello).

Voy a dejar aquí una selección de los ocho que más me gustaron, explicando brevemente por qué. Vamos, una selección de la selección. Vedlos si podéis, ¡no se tarda nada y puede que paséis un buen rato!

El mueble de las fotos
Captó mi atención por la espontaneidad del narrador y me hizo sonreír hasta su original final, que arrancó un buen aplauso al público. Su director es Giovanni Maccelli (Goya al mejor cortometraje de animación por Juan y la nube, que no he podido encontrar completo).


Defensa propia
Uno de los más graciosos. Quizá el que más me gustó en su conjunto, por su giro tan divertido. Al menos en el momento de verlo en pantalla grande. Quizá pierde gracia en visionados posteriores, porque ya sabes lo que está pasando... Su director es Javier Ruiz Caldera (director de la película Spanish Movie).



Los Reyes Magos
Hay que admitir que el atractivo de este corto de animación no radica tanto en la parte visual como en el diálogo sobre el cual se construye: un padre que le cuenta a su hijo (un tanto rarito) que no existen los Reyes Magos. Se proyectó otro corto de este mismo director (lo incluiré más abajo), y parece que sus personajes se caracterizan por un modo de hablar que a mí me asusta un poco: me parece, quizá, agresivo o demasiado franco. Cuidado porque este en concreto abusa de las malas palabras y los insultos. Es, digamos, políticamente incorrecto. Pero parece que eso hizo gracia al público, que no paró de reír. Su director es Alberto González.



Sheeple
No pensaba incluir este corto porque no lo entendí la primera vez que lo vi, pero lo acabo de volver a ver y, como casi todo lo que me resulta cercano y cotidiano, me ha convencido lo suficiente como para añadirlo. Es muy breve y quizá os dé qué pensar. Intuyo que su título surge de una mezcla entre las palabras inglesas sheep (oveja) y people (gente). Su director es Alejandro Pérez Blanco.


Precipitaciones
No me convenció del todo, admito que lo incluyo por el escenario. Para que, la próxima vez que paséis por la Puerta del Sol de Madrid a las 11:11 h, sintáis un poco de terror... Quien lo presentó (no recuerdo si fue el director o una representante) comentó que la plaza madrileña aparecía convertida en un Triángulo de las Bermudas. Su director es Josué Ramos Sosso.



Los paralelos
Es un diálogo a cuatro bandas muy rápido, extraño y al principio confuso. Un poco locura, pero me gustó por alguna razón. Tal vez, simplemente, porque me sorprendió. Es una idea complicada y parece que funciona la manera en que está construida. Su director es Sergio Granda Rodríguez.

Este no he conseguido encontrarlo en YouTube, así que AQUÍ dejo el enlace a una página que lo contiene.

Fracasados por el mundo
A mí me ponen imágenes de Praga y soy feliz. Pero además, oye, esta parodia de Españoles por el mundo tiene su gracia. Su director es Gonzalo Gurrea.


El regalo
El broche de oro que cerró la proyección; este no os lo perdáis: junto con Defensa propia, fue uno de mis preferidos. Quizá un poco predecible, pero igualmente enamora su cotidianidad. ¡Y está basado en hechos reales! Su director es Javier Fesser (el mismo de El milagro de P. Tinto, Mortadelo y Filemón, o Camino).


Si, llegados a este punto, habéis visto todos los vídeos, ¡enhorabuena! Y si no, os lo agradezco igualmente. En uno u otro caso, me encantaría leer vuestras impresiones. ¿Cuál os ha sorprendido? ¿Cuál os ha hecho reír más? ¿Y pensar? Espero que llorar ninguno, porque los tristes no llegaron a encontrarse entre mis favoritos (más abajo tenéis los enlaces al resto de cortos proyectados).

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-Suerte (David Barrocal): sobre la ludopatía de una madre.
-Cirugía (Alberto González Vázquez): animación; diálogo surrealista entre una mujer y un hombre.
-Mensaje (Juan Nonzioli): sobre el Alzheimer.
-Tiquismiquis (Gabriel Ochoa): este no lo entendí hasta que supe que se debía a que era mujer; si es que a veces somos unas tiquismiquis...
-Neorrealismo (Óscar Girón): conversación entre dos senegaleses en un restaurante; creo que este no lo entendí por ser una inculta del mundillo del cine.
-Niña bonita (Yerko Espinoza Zuñiga y Anastasia Karelia): sobre un mendigo y una prostituta.
-Blanca (Diego Casado): sobre la trata de ídem.
-En el agujero (Pablo Arreba): humor breve e inesperado, que no me hizo mucha gracia.
-Sexto (Martín Escribano): conversación entre dos vecinas y madres en el rellano de la escalera.
-Dolo (Virginia Rota): este no veía por donde cogerlo.
-El partido (Álex Rodrigo): parodia de un partido político; ganador del premio La Térmica al mejor proyecto de Serie Web.
-Álex (Cesc Gay): conversación telefónica; no terminé de entender si había algún mensaje oculto o simplemente lo que se ve.
-Tarkovsky (Daniel Monzón): tiene su gracia, pero tampoco lo entendí del todo.
-Por activa y por pasiva (Rodrigo Cortés): cuatro niños discutiendo como adultos; otro corto cuya finalidad no entendí, quizá recuerda a los políticos que hablan mucho y no dicen nada.

martes, 12 de mayo de 2015

Maus; de Art Spiegelman


SINOPSIS
Maus es la biografía de Vladek Spiegelman, un judío polaco superviviente de los campos de exterminio nazis, contada a través de su hijo Art, un dibujante de cómics que quiere dejar memoria de la aterradora persecución que sufrieron millones de personas en la Europa sometida por Hitler y de las consecuencias de este sufrimiento en la vida cotidiana de las generaciones posteriores. Apartándose de las formas de literatura creadas hasta la publicación de Maus, Art Spiegelman se aproxima al tema del Holocausto de un modo absolutamente renovador, y para ello relata la experiencia de su propia familia en forma de memoir gráfica, utilizando todos los recursos estilísticos y narrativos tradicionales de este género y, a la vez, inventando otros nuevos. La radicalidad narrativade esta obra marcó un antes y un después en el universo de la novela gráfica, y por ello Maus obtuvo el primer y único premio Pulitzer otorgado a un cómic.

Me encuentro con que en un corto espacio de tiempo he observado el Holocausto desde perspectivas muy diversas. Primero fue la real, la visita al campo de concentración de Terezín, que avivó mi curiosidad (ya despierta) sobre los que vivieron en esa época y en ese lugar. Me sorprendió mucho encontrarme con aquello, que era la prueba definitiva de que lo que hasta entonces había visto en películas y leído en libros existió de verdad. Podía tocar las enormes estructuras de madera que fueron en el pasado lechos duros de donde dormían judíos hacinados. Las celdas. Las duchas. Todo. Y experiencias, tantas que se necesitarían varias visitas (y saber inglés o checo) para leerlas todas, colgadas en las paredes de habitaciones-museo.


Aparece una breve mención de Terezín en Maus, esta biografía que Spiegelman construye a partir de lo que su padre Vladek le relata sobre sus desventuras como superviviente del Holocausto. Recientemente prohibida en Rusia por ser considerada "propaganda nazi", Maus es, por el momento, la única novela gráfica que ha ganado el premio Pulitzer.

No me esperaba tanta metaficción en Maus. Por ejemplo, podemos ver, y leer, cómo el propio autor grababa las entrevistas a su padre. También asiste el lector al momento en que Art Spiegelman concibe las caras de sus personajes, esas zoomorfas que dependen de la nacionalidad o ideología de cada uno (ratones para los judíos, gatos para los alemanes, cerdos para los polacos, ranas para los franceses...).


Me ha parecido que el aspecto animal de los personajes, lejos de deshumanizarlos, les hace más entrañables y cercanos. A lo mejor, la perspectiva actual también contribuye a otorgar naturalidad a la narración: el lector se siente parte de la familia Spiegelman y es tan testigo del relato de Vladek como su hijo Art. Este, además de soportar las excentricidades propias de la vejez y la complicada relación que su padre mantiene con su madrastra, intenta asumir el pasado de su familia y su papel como depositario y difusor de un testimonio tan duro e importante para la humanidad. Para ello cuenta con la ayuda y el apoyo de Françoise Mouly, su esposa francesa, que decide convertirse al judaísmo para satisfacer los deseos de Vladek. Será en la revista Raw, editada por ambos, donde hacia 1980 empezará a publicarse la serie de cómics que se reúnen ahora en esta obra.

Había leído antes novelas ambientadas en este periodo histórico, tales como Cuando el mundo gira enamorado, o El niño con el pijama de rayas, o La ladrona de libros, y me preguntaba mientras leía Maus cómo podía saber tan pocas cosas de todo aquello por lo que pasaron los judíos. Ahora me doy cuenta de que la primera de esas lecturas apenas la recuerdo, la segunda (leída en inglés) es quizá la que más directamente trata el tema, y la magnífica tercera no se centra tanto en la vida en un campo de concentración. Así que sólo tenía una idea vaga y general de lo que había supuesto el Holocausto para los que lo sufrieron, y una imagen de los campos de concentración formada a partir de fragmentos de películas, la mayoría de cuyos títulos ni siquiera recordaba.


Antes de que los nazis llegaran a destruir sus vidas, muchos judíos, como Vladek Spiegelman, trabajaban en empresas que les proporcionaban dinero para llevar una vida acomodada. A medida que les iban arrebatando cuanto tenían, habían de improvisar trucos para conservar, escondidas, parte de sus riquezas, las cuales podían ser muy útiles (tanto o más que un cigarrillo) para eso tan importante que era sobrevivir un día más. Por supuesto, no sólo les arrebataban el dinero y los bienes materiales. Había que proteger a los ancianos. Había que salvar a los niños. Y, pese a los ingeniosos escondites que ideaban las familias en sus casas, no todos evitaban que fueran descubiertos y deportados a guetos y campos.


La lectura de Maus me ha acercado a detalles que me han sorprendido y abierto los ojos. Sorprendente, por ejemplo, lo importante que podía llegar a ser una rebanada de pan, una onza de chocolate o un simple cigarrillo. Una rebanada y una onza eran un exquisito manjar... para compartir entre unos cuantos judíos. Un cigarrillo podía servir para comprar más rebanadas o más onzas. O queso o cualquier otra cosa comestible. Cualquier otra cosa que sirviera para sobrevivir y alcanzar con vida el final de la guerra, si es que este llegaba.


Maus es, en definitiva, una de las mejores novelas gráficas que he leído. Me recuerda mucho a Persépolis en el sentido de que cuenta una historia que entretiene y enseña, y además porque lo hace empleando el dramatismo justo y con cierto humor entreverado en sus viñetas.

jueves, 7 de mayo de 2015

Kafka; de Robert Crumb y David Zane Mairowitz

"Milena era periodista y escritora, y una especie de feminista precursora. Si Kafka antes había considerado que las mujeres eran vampiros o valkirias que representaban para él toda la suciedad del odiado acto sexual, ahora estaba en presencia de alguien que lo obligaba a enfrentar el verdadero potencial femenino y sus propios temores. Cuando ella le sugirió que dejaran de cartearse y se encontraran en cuerpo y alma en Viena, él se asustó como de costumbre y dio mil excusas para no ir. En respuesta, ella le preguntó si era judío."

SINOPSIS
Casi un siglo después de su muerte, Franz Kafka permanece como uno de los escritores más modernos de entre todos los que son y han sido, persistiendo sus novelas y cuentos como influencia capital para cada nueva generación literaria. 
Por su parte, Robert Crumb, icono del underground de los años 60 al que hoy los museos pretenden desactivar incorporándolo a sus colecciones, resiste y se mantiene como uno de los autores de historieta más aclamados y libres del mundo. La obra de ambos comparte neurosis, humor agónico, aflicción existencial, una originalidad incontestable y cierta cualidad genial que la desplaza de su tiempo para hacerla inmortal. 
Secundando un texto de David Zane Mairowitz donde se desgrana el entorno, la vida y la obra de Kafka, Crumb se proyecta aquí en las circunstancias del escritor, las interpreta y nos las transmite en detalle con sus dibujos. El resultado es un extraordinario híbrido entre biografía, cómic y libro ilustrado, que supone el hermanamiento de dos de los artistas menos comunes y más hondos de nuestra era.

Termina este libro diciendo que, tras años de despreciar a Kafka, la nueva República Checa "está descubriendo a su extraño hijo judío, que ya no constituye una amenaza y es ahora, de repente, rentable como atracción turística". Curioso, porque este final me lleva a un principio, que es la razón de mi acercamiento a este escritor: Praga. Esa ciudad que me cautivó y a la cual parezco intentar mantenerme unida a través de Franz Kafka.

Kafka es un híbrido entre biografía ilustrada y novela gráfica, que expone de una manera magistral, sublime, amena (y muchos adjetivos positivos más) la vida del escritor que le da nombre. Lo desgrana todo, haciendo sencillo lo complejo: desde los aspectos más históricos y generales va acercándose a la figura del individuo y llega a bucear entre sus miedos y preocupaciones más profundas, relacionándolos a su vez con su obra. Y todo adquiere un sentido nuevo y mágico y dan ganas de ponerse ya mismo a leer La metamorfosis, pero también El proceso, El castillo, Carta al padre o cualquiera de sus innumerables y extraños relatos. Dan ganas de saber más.



Aunque hay alusiones a los acontecimientos históricos que vivió el escritor, lo que más me ha gustado de Kafka son las partes que profundizan en su psicología y, a través de ella, explican cómo podrían ser interpretadas sus obras y descubren elementos comunes en varias de ellas. Algunas de sus narraciones aparecen resumidas en forma de viñetas, y me ha dado un poco de rabia tener que enterarme así de las historias y de sus finales; es uno de los pocos inconvenientes que he encontrado a la lectura. Aún así me parece que merece la pena, porque como he comentado es muy interesante la forma en que se relaciona el pensamiento de Kafka con lo que cuenta en sus relatos. He intentado en esas ocasiones no profundizar mucho en lo que leía para retener el mínimo de información posible. De todas formas, no dejan de ser resúmenes muy breves y estoy segura de que las obras del autor albergarán muchos más matices y serán valiosas en sí mismas y en su conjunto más que por sus desenlaces.



La condena, La metamorfosis, La madriguera, La colonia penitenciaria, El proceso, El castillo, Un artista del hambre y El gran teatro natural de Oklahoma, son las obras que quedan recogidas gracias a las expresivas ilustraciones de Robert Crumb. A esas obras kafkianas se añade El Golem, novela del austríaco Gustav Meyrink basada en una leyenda judía de Praga. 

Los dibujos de Crumb complementan al texto biográfico a la perfección, otorgándole alma, transmitiendo el espíritu alienado y el surrealismo que envuelve al personaje. Kafka fue un hombre lleno de inseguridades, hipocondriaco, atormentado por la figura autoritaria de su padre y temeroso de las mujeres, con las que no conseguía relacionarse de manera eficaz. Todo ello queda reflejado en sus textos.

Estudió Derecho y trabajó en ese ámbito, pero llegó un momento en que empezó a dedicarse a la escritura más seriamente. Empezó a fantasear con un lugar apartado del mundo en el que llevar a cabo su trabajo en total soledad: escribir, escribir y escribir, parando solo para comer. Y de eso también salió un relato.


La relación con su padre dio como fruto su conocida Carta al padre en la que, se dice, puede encontrarse un valioso material para comprender la mente del escritor y la visión que tenía de sí mismo y de su vida.


"Hace poco me preguntaste por qué te temo", comienza, y sigue con una "respuesta" de cincuenta páginas.
[...]
Los diarios de Kafka, que llevó entre 1910 y 1923, no alcanzan el increíble nivel de autorrevelación que se observa en su Carta al padre. Este documento no es tan sólo un catálogo de los horrores cometidos por un padre, recopilados en la edad adulta gracias a la valentía otorgada por un sello postal. Es típico que al acusar a su padre, Kafka encuentre cientos de excusas para condenarse él también.
En cuanto a las relaciones que Kafka mantenía con mujeres eran básicamente epistolares. Con Felice (que vivía en Berlín, a unas horas en tren de Praga) intercambió correspondencia durante unos cinco años, pero sólo durante una pocas semanas hubo una relación presencial. El amor no parecía tan verdadero como el que se dejaba traslucir en las cartas que dirigía a Milena Jesenskà, periodista, escritora y casada. Pero la relación más real la mantuvo con Dora Diamant, con la que llegó trasladarse a vivir a Berlín y que suscitó su interés por el judaísmo. Eso son algunos ejemplos de las muchas mujeres, en su mayoría jóvenes, que se cruzaron en la vida del escritor.


En El Castillo, al igual que en las otras novelas de Kafka, desfila ante el lector un elenco en apariencia infinito de "actrices de reparto" y se repite la confianza que curiosamente deposita en ellas el personaje central.
[...]
El resultado de estas relaciones no suele ser "un acto íntimo" (salvo en el caso de Leni) y se vincula más con el poder que con los sentimientos personales. El talento de Kafka en general sugería el encuentro erótico en lugar de hacer que sus personajes se entregaran a ese acto que consideraba "repelente y absolutamente inútil".
Kafka murió por tuberculosis en 1924, lo cual probablemente lo libró del destino fatal que terminarían sufriendo sus tres hermanas, deportadas a campos de concentración. Praga, Kafka, Holocausto... parece que una cosa lleva a la otra, y con esa última palabra terrorífica van a tener que ver las próximas lecturas de las que hablaré por aquí.


Recomendaría el libro, desde luego, como primer acercamiento a Kafka y a su obra. Me ha maravillado conocer al personaje (Kafka fue una persona, pero también un personaje) de esta manera. Puede que a un erudito del tema le sepa a poco, pero a mí me ha hecho sentir eso inexplicable que se siente cuando un libro te gusta mucho. Algo así como un "amo a Kafka", un "necesito copiar cada frase" o un "quiero empapelar mi cuarto con estas ilustraciones". ¿Mariposas de papel en el estómago? En fin, todo se traduce en que, de una manera absolutamente subjetiva e impulsiva (como tiene que ser), no me queda otra que traducir esta sensación en una alegre exclamación: