sábado, 5 de octubre de 2013

El istmo del reloj de arena; de Pablo de Aguilar González

—Sinforoso, señorita. Yo soy el limpiador de esta oficina, vengo aquí cuando ya no hay nadie. Aunque siempre hay alguien… siempre quedan restos, no sé si me entiende, sí... ¿No? Somos como las rocas que erosiona el viento, o el mar. Sabe lo que les pasa a las piedras que erosiona el viento, o el mar, sí... ¿No? Las rocas siempre siguen ahí, pero van dejando partes de ellas en forma de arenilla en el viento, o en el mar… Todos somos rocas que erosiona el viento, o el mar… Entiende lo que quiero decir, sí... ¿No?
SINOPSIS
Efrén es informático en una multinacional. Su jefe y mejor amigo, Cristo, lo recomienda para un ascenso como jefe del departamento informático de la delegación de Albacete y revisar un software en pruebas que incentivará la productividad del personal. Aunque no le apetece dejar Madrid, acepta el puesto porque piensa que a Yolanda, la mujer de sus sueños y novia de Cristo, le gustan los triunfadores. En su nuevo destino, comparte trabajo con Bárbara, una morena arisca, y Sinforoso un limpiador singular. Poco después de llegar, empiezan a producirse unas extrañas muertes en las que Efrén se ve implicado sin ni siquiera saberlo.
Algo tendrá Pablo de Aguilar, escritor que se está haciendo tan asiduo de este blog que está a punto de desbancar al mismísimo George RR Martin. Esta vez se trata de una de las novelas que tenía guardadas en el cajón o, modernamente hablando, en la carpeta de archivos. Y es que finalmente, tras un tiempo sin encontrar forma de darle salida en papel, se decide a ponerla a disposición del público en la red (qué suerte tiene el público). Y me muerdo la lengua, me muerdo el dedo, pero éste se escapa y teclea: "espero que esto sirva para que algún editor/a se dé cuenta de que hay por ahí un escritor de calidad que merece unas hectáreas más de terreno blanco para seguir cultivando sus letras".

Después de Intersecciones y Los pelícanos ven el norte (ambas publicadas en papel y la segunda también en ebook), tenía muchas ganas de poder hablaros de una nueva novela de este escritor. La primera me maravilló y la segunda simplemente me gustó, pero quedamos en que ambas tenían algo en común que me dejó enganchada a su obra, alerta como una pantera a la caza de una nueva presa… digo prosa. Ese algo eran su estilo fresco y peculiar y unos personajes difíciles de olvidar, que perduraban en la memoria más allá de la propia historia. 

El istmo del reloj de arena es, a parte de un título muy sugerente, una puerta que se abre a una historia a la que merece la pena dar la oportunidad de desenvolverse ante nuestros ojos. Esto es importante: darle la oportunidad. Porque aunque en su primer tramo se puede hacer lenta o cueste ponerse en situación, os digo que, una vez instalado el escenario y caracterizados los actores, la función es algo digno de presenciar. 

Está narrada a tres voces, cada una con su personalidad bien definida: tanto que, sin necesidad de más indicaciones que un espacio en blanco, el lector es capaz de saber cuándo se produce el cambio de voz y quién toma el relevo. Esto también hace, sin embargo, que la lectura sea algo dificultosa en los inicios, en lo que se tarda en conocer los nombres y las identidades de cada personaje. 

Aunque cualquiera de las tres voces podría considerarse protagonista, el que más peso adquiere dentro de la trama es Efrén, pues en torno a él gira todo. Efrén es, en lo profesional, un informático. Trabaja en una gran compañía y debe su puesto a su mejor amigo de la infancia, Cristo, que siempre fue un tiburón. Efrén también quiere ser un tiburón, pero sólo llega a sardina. Yolanda, psicóloga y vieja amiga de ambos, completa un triángulo amoroso nada equilibrado. 
Entonces, los peces gordos de la compañía ascienden a Efrén, pero ha de mudarse de su oficina en Madrid a una en Albacete. Se convierte en todo un jefe de informática; seguro que es un pez algo más gordo que una sardina. Pero, ¿es él, en realidad, de esa clase de personas? ¿Está hecho para mirar por encima del hombro y trabajar sólo por y para la empresa? Empieza así “la historia de una sardina que fue arrastrada al istmo por querer ser tiburón”. 

En la nueva oficina no le reciben muy bien. Bárbara, otra de las voces de la novela, trabaja allí. Bárbara en realidad no nos cuenta la historia a nosotros, sino que se la cuenta a Efrén. Le explica qué vio en él, le cuenta cómo sintió ella todo lo que vivieron juntos. Hay que imaginarse a Bárbara entre cañas y cigarros; por fuera, sus rizos morenos casi ocultos tras el humo del tabaco (el tabaco y Bárbara son como uña y carne); por dentro, un alma acorazada a punto de verse expuesta. 

Pero mi favorito, al que más voy a echar de menos, es Sinforoso. Difícil pasarlo por alto, y no sólo por el nombre. Su voz es sin duda la más original de las tres, con unas muletillas que no sabría decir si cansan o hacen que el personaje parezca aún más entrañable (no podía faltar la palabra en esta reseña). No voy a contaros quién es Sinforoso; tan sólo, advertiros que es un viejo que habla maravillas al mismo tiempo hilarantes y sabias. Y que explica su punto de vista mientras se dedica a una tarea particular qué será desde el principio fuente de interrogantes para el lector.

Y hay algo más. Algo que puede llamarse personaje porque, como ellos, también es entrañable. Se trata de el Lenguaje. ¿Qué pensáis que podrá ser? Aparece muy prontito, pero no fue hasta más tarde cuando terminé por comprender su verdadera naturaleza y me descubrí usándolo. Un elemento que, en mi opinión, aporta un punto bonito y curioso a la historia en su conjunto.

Una serie de sospechosas muertes que empiezan a ocurrir en la empresa constituyen el nudo que lo une todo. Pero es mejor no saber mucho e ir dejándose envolver por la historia; creo que se disfruta más. 

Ortográfica y gramaticalmente roza la perfección; siempre se cuela algún pequeño fallo, pero en su mayoría son de poca importancia y pasan desapercibidos: el trabajo de revisión es sobresaliente. Por lo demás, Pablo vuelve a deleitar con su particular prosa, que sirve para descansar de las narraciones habituales, cambiando el cristal a través del cual el lector se asoma a la historia y dotando al conjunto de un carácter original y de personajes bien definidos, que poco a poco van saliéndose de las páginas… 

Aunque sus primeras líneas captaron mi atención por lo que transmitían, no es una novela que atrape desde el principio, o cuyo ritmo sea trepidante: cuesta hacerse a ella y puede frustrar. (Todo esto, hablando desde mi experiencia, claro.) Después llega un momento en que te das cuenta de que empieza a funcionar, de que quieres saber más, de que te importa lo que les pase a Efrén, Bárbara o Sinforoso, o Cristo, o Yolanda, o Mariola, o Rosa, o su perro, o el padre de Efrén que es quien lo ancla aún a sus raíces rurales. Para mí ha consistido en una primera parte más lenta, que sin embargo creo necesaria (y al releerla cobra mucho más sentido), y luego una lectura frenética hasta el final

Y claro, cómo no, la recomiendo. Recomiendo cualquier novela de este autor; recomiendo sus personajes, siempre tan imperfectos como humanos. Porque está claro: en cuanto a personajes inolvidables, Pablo es una apuesta segura.

3,75
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