lunes, 19 de marzo de 2012

Marcando páginas

Cada maestrillo tiene su librillo. Cada lector tiene sus marcapáginas.
¿O no? Al menos yo sí, y doy por hecho que los demás también, pero a lo tal vez alguno de vosotros emplea otra técnica más innovadora.
Como, por ejemplo, doblar las hojas (si es así mantenedlo en secreto, por si os topáis con algún defensor de los derechos de los libros).
Como, por ejemplo, esta:



No sé vosotros, pero yo quiero uno de esos: son cómodos, rápidos, de colorines, y no requieren que te acuerdes de su existencia. Aunque apuesto a que si tuviera uno pegado a mis libros seguiría buscando a mi alrededor el dichoso marcapáginas. "¿Dónde lo he dejado esta vez? ¿Se habrá metido debajo del cojín? ¿Se habrá colado entre las arrugas de la sábana?"

Calendarios del año catapún, tickets de compra, envoltorios de caramelo, plumas de pájaro, billetes de metro usados, clinex usados... Uy, creo que he echado a volar la imaginación, pero quién sabe, lo mismo he dado en el clavo sin quererlo. ¿Cuáles son vuestros gustos y manías a la hora de señalar vuestro alto en el camino?

Aquí os presento mis principales herramientas:


Son de todos los tamaños, colores, procedencias, formas y olores. Sí, olores: esa cosa blanca chiquitita y horizontal que se ha colado entre "Un libro que te cagas" y que roza al Principito, eso, es una muestra de colonia.  Uno de los libros de la saga Crepúsculo, Amanecer, aún conserva sus cicatrices aromáticas entre las páginas. Ahora, cuando huelo esa colonia la asocio a ese libro. Desde que hice el descubrimiento, me gusta recibir muestras de colonia para usarlas de marcapáginas. Aunque hasta ahora no he tenido muchas oportunidades más.

Bien, obviando esa pequeña excepción, el resto pueden ser llamados propiamente "marcapáginas". La mayoría han sido obtenidos de forma gratuita en librerías y ferias del libro; sólo uno, el del Principito, lo compré en mi primer viaje a París. Como curiosidad, el segundo empezando arriba a la izquierda, que representa al Duende Verde de la editorial Anaya, fue tal vez mi primera adquisición. Creo recordar el momento en que me fue dado el libro con el marcapáginas dentro (aunque no estoy segura de qué libro era, sé que era verde) cuando yo era pequeña.
Tengo muchos más, pero esa es la selección de los que más uso, escogiendo el color que mejor va con el libro que voy a leer.

Y vosotros, ¿usáis marcapáginas, dobláis las hojas, memorizáis, escogéis el color, coleccionáis?

jueves, 15 de marzo de 2012

Muerte de la luz; de George R.R. Martin

"Lágrimas rojas llenas de amor, envueltas en plata y terciopelo, una llama intensa y gélida.
La cara de Jaan: pómulos altos, la mandíbula lisa y cuadrada, el pelo negro y ralo, la sonrisa benigna. La voz, templada como el acero, siempre imperturbable: "Pero existo".
Las torres blancas y espectrales de Kryne Lamiya gimiendo, burlándose, cantando a la desesperación mientras un tambor distante redoblaba monótonamente. Y en medio de todo, la firmeza y la decisión. Frente a ese canto el había sabido responder de inmediato.
La cara de Garse Janaceck, distante (los ojos de humo azul, la cabeza rígida, la boca severa), hostil (la mirada glacial, la eterna sonrisa socarrona bajo la barba), lleno de un humor amargo (la mirada inquieta, los dientes expuestos en lo que parecía una mueca de la misma muerte).
Bretan Braith Lantry, un tic y un ojo de piedraviva. Una figura temible y digna de compasión. Un beso frío y espantoso.
Vino rojo en copas de obsidiana, vapores que irritaban los ojos, una sala con olor a cinamomo y una extraña camaradería.
[...]
La cara de Gwen, una Gwen más joven, más espigada, de ojos más grandes. La risa de Gwen. El llanto de Gwen. El orgasmo de Gwen. Abrazándola, los senos rojos y encendidos, el cuerpo tenso. Gwen susurrándole: "Te quiero, te quiero". ¡Jenny!"

SINOPSIS
Worlorn, durante su esplendor, albergó el fastuoso Festival de los Mundos Exteriores; ahora es un planeta moribundo que se aleja irremediablemente de la Rueda de Fuego para sumirse en una noche sin fin. A él viaja Dirk t’Larien con la esperanza de reencontrar el amor de Gwen Delvano y expiar errores del pasado; pero en su lugar hallará a Gwen unida por jade-y-plata a Jann Vikary y a su teyn Garse Janacek, en un vínculo incomprensible de amor y de odio, tan terrible y a la vez tan grandioso como el fin inevitable de Worlorn.
Muerte de la luz es una de las historias de amor más hermosas jamás contadas. Su protagonista se debate entre el amor egoísta, que reclama el ser amado para sí, y la lealtad a un grupo, ese otro tipo de amor que es a la vez instinto de supervivencia en un entorno hostil como el de Worlorn. Martin, con su prosa delicada y sincera, hechiza al lector y lo conduce a través de ciudades y paisajes de ensueño hasta lo más profundo del alma humana.
Después de mucho tiempo detrás de esta obra del últimamente tan nombrado Martin, tras preguntar en todas las librerías por las que pasaba y no encontrarlo, un verano de vacaciones en Tenerife fui succionada por una librería. Y allí, por pura casualidad, lo vi, solo y único, rodeado de libros ajenos a él. Por supuesto, lo compré sin dudarlo. Poco después, de vuelta en Madrid y orgullosa de mi adquisición, empecé a ver una nueva edición por todas las librerías por las que pasaba. 

Tenía ganas de conocer al George R.R. Martin anterior a Juego de Tronos, dentro de una temática totalmente distinta como la que se presenta en este libro, Muerte de la luz. Es un librito corto que evidentemente no está tan elaborado como esos gigantescos tomos a los que nos tiene acostumbrados, pero es bonito y envolvente en su sencillez.

La verdad es que no sabía qué esperarme de él, incluso cuando ya llevaba avanzada su lectura. El epílogo nos sumerge en todo un Universo nuevo, paseándonos brevemente por su "geografía" (si así puede llamarse) y composición. Se centra en la historia de Worlorn, un planeta peculiar, el verdadero protagonista de Muerte de la luz: un viajero errante que, tras aproximarse a la Rueda de Fuego (grupo de seis estrellas amarillas que rodean a una supergigante roja), continúa su trayectoria alejándose irremisiblemente hacia la oscuridad.

En este ambiente se desarrolla una historia de amor, amistad y todo tipo de intrincadas relaciones humanas difíciles de comprender si no eres un kavalar. Y es que Worlorn, como sede del Festival de los Mundos Exteriores, alberga en forma de ciudades fantasma los restos de muchas culturas. Además, a su vez, cada una de estas ciudades tiene su propia personalidad. Algunas son verdaderos instrumentos musicales gigantescos a los que el viento arranca melodías...

Así pues, el lector se sumerge paulatinamente en un mundo extraño, exótico, y no por ello menos real. Si hay algo que Muerte de luz tiene en común con Juego de Tronos es la idea del honor. Las relaciones entre los personajes son tan complejas como la vida misma o más si cabe, porque Martin introduce nuevos conceptos de la mano de las costumbres de la cultura kavalar. Encontramos diálogos que se convierten en interesantes debates que nos obligan a cuestionarnos qué es correcto y qué no lo es. No son pocas las encrucijadas morales en las que los protagonistas se ven envueltos y las decisiones importantes que han de tomar, y en esas decisiones se basan la mayor parte de los pequeños giros que da la trama.

Pese a que el final es un poco abierto, me ha gustado la situación en la que finalmente desemboca todo, por la naturalidad con la que los personajes van dirigiéndose a ella. Todo tiene sentido.

Hay una única pega que le pondría a Muerte de la luz: que no ha conseguido engancharme de forma continuada, sino que había pequeños pasajes que me costaba más leer, con un poco menos de acción. Aunque también me pregunto si no serían necesarios para crear ese ambiente inolvidable del planeta Worlorn.

lunes, 5 de marzo de 2012

El amuleto de Samarkanda; de Jonathan Stroud

"La nube de sulfuro, concentrada en una densa columna de humo, vomitó finos jirones que lamieron el aire como lenguas antes de retirarse. La columna se quedó suspendida sobre la estrella de cinco puntas, borboteando hacia el techo como la nube de un volcán en erupción. Se produjo una pausa apenas perceptible.Y entonces, dos ojos amarillos y brillantes se materializaron en el corazón de la nube de humo.
Eh, era su primera vez. Quería asustarlo.
Aunque yo también me asusté. El niño moreno estaba dentro de su propia estrella de cinco puntas, más pequeña y adornada con runas diferentes, a un metro de la grande. Estaba más blanco que un cadáver y temblaba como una hoja agitada por un viento huracanado. La mandíbula temblorosa hacía que le castañetearan los dientes. Perlas de sudor le goteaban de la frente y al caer se convertían en hielo.Al estrellarse contra el suelo tintineaban como si se tratara de granizo."

SINOPSIS
Todo empezó aquel fatídico día en que un niñato escuálido y tembloroso se atrevió a invocarme a mí, ¡yo, el mismísimo Bartimeo, espíritu privilegiado donde los haya, genio para muchos, diablo para unos pocos! A pesar del tartamudeo de su voz y del sudor que le empapaba, su orden no pudo ser más clara: tenía que robar el amuleto de Samarcanda a Simon Lovelace, uno de los hechiceros más poderosos y temidos de Londres... ¿Quién era ese mocoso mequetrefe que se atrevía a darme semejante orden? Y ¿por qué querría el Amuleto?
Alguien me recomendó este libro, argumentando que era uno de sus favoritos de todos los tiempos, así que aquí me tenéis, ¡de vuelta con una novela juvenil! No ha sido como para que se convirtiera en mi favorita, pero por su originalidad y ciertas peculiaridades creo que ha merecido la pena.

El amuleto de Samarkanda, primera parte de la Trilogía de Bartimeo, contiene una historia que se divide en tres partes, cada una de las cuales está a su vez compuesta de varios capítulos. Unos están contados desde el punto de vista del diablillo (o mejor lo llamo genio, que si no se enfada) Bartimeo y otros desde el del aprendiz de hechicero Nathaniel.

Los capítulos de Bartimeo están narrados en primera persona y escritos en un tono humorístico. El texto está aderezado por numerosas notas a pie de página (que en mi ebook aparecían entre paréntesis), con la finalidad principal de dar un toque de humor adicional al relato. En éste somos testigos de la personalidad del diablillo, dotado de un ego desmesurado y de mucho sentido del humor, inclusive en las situaciones más escabrosas. Asistimos a sus continuas meteduras de pata (que no son obstáculo ni mucho menos para su gran autoestima) y somos testigos de su capacidad para enfrentarse a todo tipo de problemas (huyendo de ellos).

Por otra parte, Nathaniel es un protagonista un poco fuera de lo común, pues no es el héroe bueno y noble al que solemos estar acostumbrados. Sus capítulos, contados desde el punto de vista de un narrador omnisciente, nos dan a conocer a un joven arrogante y engreído unas veces, ambicioso otras. Pese a todo, aunque no compartamos muchas de sus opiniones, nos damos cuenta de que en el fondo no es tan malo y lo excusamos: es un niño al que queda mucho por aprender. 

La acción se desarrolla en Londres, un Londres donde, como en Harry Potter, los hechiceros conviven con la gente normal. Sin embargo, la magia es muy distinta a la que aparece en los libros de Rowling. Así, los hechiceros dependen por completo de seres de otro mundo (por rango de menor a mayor: mohosos, diablillos, genios, efrits, marid...) para poder hacer magia, y basan su poder en la capacidad de invocar y "esclavizar" criaturas de mayor nivel. 

En definitiva: pese a ser un libro juvenil y poco complejo en cuanto a giros argumentales, tiene como punto fuerte, a parte de la relación peculiar entre sus protagonistas, una narración original, trabajada y al mismo tiempo ingeniosa, capaz de arrancar alguna sonrisa (aunque sea escondida por dentro).

sábado, 3 de marzo de 2012

Winter is coming; de Radical Face

Mientras os hago esperar la próxima reseña, voy a enseñaros una de mis obsesiones musicales actuales.

Una canción para dejarse llevar
Otra vez descubierto gracias a Grooveshark, el ritmo de Radical Face llena últimamente un gran porcentaje de mis momentos musicales. Mientras limpio, en el metro... varias de sus canciones animan mi día a día y a veces se empeñan en hacerme bailar.

Ghost es un álbum conceptual. Es decir, sus canciones son pequeñas historias unidas por una misma temática: la idea de que las casas albergan recuerdos, de que las personas dejan en ellas su espíritu cuando se marchan.

Esta en particular tiene el para algunos familiar título de Winter is coming, aunque no guarda relación con la conocida serie de libros Canción de hielo y fuego. Aún no estoy muy familiarizada con la letra, y me es difícil sacarle significado coherente (entre que está en otro idioma y que las canciones siempre son un poco difíciles de interpretar). Pero, investigando un poco, he tenido suerte y he encontrado una bonita interpretación:

Cuenta la historia de un hombre que descubrió que las estaciones del año eran personas. Sintió que un Invierno malvado se aproximaba, así que secuestró al Verano y lo mantuvo encadenado en el sótano. La canción empieza con la mujer de dicho hombre mirando por la ventana y viendo acercarse al Invierno, destruyendo todo lo que encuentra en su camino.
I see the winter, she's crawling up the lawn.
I feel her breathing beneath my palms...
Después, la familia huye, arrastrando al Verano consigo y dejando atrás un hogar congelado.
We push through trees now, our house is covered in ice.
Our breath falls from our mouths like tiny rainclouds.
We tug on Summer, and he melts the snow at our feet...

Bonito, ¿verdad? Al menos a mí, después de este descubrimiento-que acabo de hacer- la canción me gustará aún más.