lunes, 12 de noviembre de 2012

El nombre (Le prénom)


Vicent, cuarentón y triunfador, va a ser padre por primera vez. Invitado a cenar a casa de Élizabeth y Pierre, su hermana y su marido, se encuentra con Claude, un amigo de la infancia. Mientras esperan a Anna, la joven esposa de Vincent, entre el buen humor le hacen preguntas sobre su próxima paternidad. Pero cuando le preguntan si ya ha elegido un nombre para el niño, su respuesta provoca el caos.
Llevo tiempo queriendo hablaros de esta película, con la que me topé por azares del destino y que resultó ser todo un descubrimiento. Un buen día de esas ahora tan lejanas vacaciones veraniegas, tuve la oportunidad de asistir al preestreno de Le prénom en su versión original en francés, subtitulada al español.

Nunca he sido muy de comedias: tengo la sensación de que todas son iguales y de que emplean las mismas técnicas para arrancar carcajadas al público, técnicas que me dejan de hacer gracia, si alguna vez me la hicieron, por un proceso de "tolerancia" paulatina. Ahora me replanteo lo anterior y me pregunto si no era más que un prejuicio mío. Y es que desde que vi Le prénom, ando a la busca de más películas que me arranquen tantas carcajadas como esta. Tal vez pida demasiado.

También me pregunto si mi impresión sobre esta comedia hubiese sido la misma de cambiar las circunstancias; si influirá el haberla visto en v.o., en el preestreno, en la gran pantalla y rodeada de un buen ejército de contagiosas carcajadas (porque la sala en pleno era un hervidero de ellas).

Le prénom empezó a causarme buena impresión desde la música de los créditos del comienzo. Había asistido a la proyección sin ver el tráiler, sin saber a qué me enfrentaba, y tuve la intuición de que no me iba a arrepentir. En los minutos iniciales la voz en off de Vicent nos presenta a los personajes (su familia y amigos), ayudada por una sucesión de escenas de la vida cotidiana de los mismos. Ya desde este momento empieza a formarse el germen de una sonrisa en la cara del espectador.

La trama de Le prénom, así como los escenarios en los que se desarrolla, son lo más sencillo posible: una reunión de amigos que conversan en el salón de una casa. Lo realmente alucinante de esta película es el guión, éste y las interpretaciones que del mismo hacen los actores: no en vano es la adaptación al cine de una obra de teatro de gran éxito. El caso es que sólo esos dos ingredientes consiguen que no puedas parar de reír durante los 109 minutos que dura el film, y que desees con toda tu alma quedarte pegado al asiento, riéndote por toda la eternidad como si te fuera la vida en ello. Así que os la recomiendo muy mucho, a riesgo de que no os guste y me abucheéis por ello.

jueves, 1 de noviembre de 2012

No todos moriréis; de Antonio Jareño

"Me imagino que si Colón hubiera acudido a vosotros para descubrir América, le habríais dicho lo mismo: 'Eso son leyendas fantásticas. Si se pudiera hacer, alguien lo habría hecho ya'. Y a Fleming le habríais contestado: '¿Curar infecciones con mohos? ¡Menuda chorrada!"
SINOPSIS
Una utopía social, una leyenda religiosa, una ambición empresarial y un crimen que lo precipita todo. Andrés, un empleado de banca, recibe la visita de una cliente a la que están sustrayendo dinero de su cuenta desde un cajero. Para comprobarlo, acude a la central de seguridad del banco. Al visionar las cintas con su amigo Walter, presencian un robo con homicidio. Y poco más tarde, sorprendentemente, observan cómo el cadáver “resucita” ante sus ojos. Por otro lado, un moribundo devuelve al padre Alonso una maleta salvada de las llamas años atrás. Allí encuentra unos papeles en los que un sacerdote del siglo XIX cuenta que ha visto en su iglesia a unas personas con las que coincidió medio siglo antes, pero que siguen conservando el mismo aspecto de entonces. Por último, Magnus Ingaldsen, un científico y empresario, ansía desesperadamente encontrar el elixir de la eterna juventud y poner en marcha la vieja utopía del premio Nobel Alexis Carrel. Estos elementos desencadenarán, a lo largo de unas pocas semanas, una frenética búsqueda donde se entrecruzarán medicina y fe, crímenes y ambiciones políticas, leyendas centenarias y obsesiones personales...
Un título contundente, unido a una sinopsis que augura acción, misterio y la esperanzadora idea de la inmortalidad: un plato que pocos lectores pueden resistirse a probar. Por eso cuando Antonio Jareño me ofreció su degustación, no pude rechazar la oferta. Ahora, intentaré describiros los sabores que me ha dejado esta lectura.

Un prólogo situado en el año 1876 da inicio a la novela, y unas palabras en latín nos introducen en la celebración litúrgica que está teniendo lugar, en una iglesia murciana, para conmemorar la resurrección de Cristo. No estaba yo segura en esos momentos de encontrarme con ganas para sumergirme en la vida eclesiástica: ración suficiente había tenido ya con Los Pilares de la Tierra y Un mundo sin fin, aunque fuese en tiempos lejanos. Así y todo, los asombrosos acontecimientos que enseguida empiezan a desarrollarse y a desplegar los hilos de la trama lograron captar finalmente mi atención. El padre Humberto se reencuentra con un grupo muy peculiar de fieles que tienen el mismo aspecto que cuando los vio la última vez, hace cincuenta años.

A continuación, la totalidad de la historia transcurre en el presente y, afortunadamente, un poco más alejada de la vida eclesiástica y más cercana al mundo del común de los mortales (si obviamos a cierto individuo conocido como Judío Errante).

Conocemos, en primer lugar, a un joven trabajador en la treintena, que atiende clientes en la sucursal de un banco. Se llama Andrés, y su vida hubiera seguido siendo tranquila de no ser porque una ancianita desea averiguar por qué su dinero está desapareciendo de la cuenta, de no ser porque le pide a su amigo Walter, vigilante, el favor de que le permita visionar la grabación de seguridad del cajero, y de no ser porque en ese visionado ambos son testigos, por obra del azar, de un asesinato sangriento con resucitación posterior.

Por otra parte, el padre Alonso sobrelleva una vida de rutina, sosteniendo a duras penas su fe y considerándose a sí mismo "un cura al borde del fracaso". Él tampoco hubiera tenido cabida en la aventura de no ser porque se ve en la tesitura de tener que visitar a un moribundo, que le hace entrega de una serie de objetos rescatados del fuego de una iglesia al comienzo de la Guerra Civil. Objetos sin valor alguno y, entre ellos, una carta.

Simplificándolo mucho, Andrés y Alonso podrían considerarse los protagonistas buenos, y Goran Eistenach su antagonista malvado, fiel trabajador al servicio de Magnus Ingaldsen y de su empresa de cosméticos. Este personaje, que inspira odio en un primer momento, acabará teniendo más claroscuros de lo que parece y creo que alcanza más profundidad que el resto: le he otorgado, por consiguiente, el "premio al mejor personaje" de No todos moriréis.

Los anteriores son los desencadenantes principales de una serie de sucesos que arrastran a los protagonistas, irremisiblemente, a la aventura de sus vidas. En la historia tienen cabida además multitud de personajes más, cada uno con sus propósitos y sus mejores o peores intenciones. Se establece una continua lucha de intereses entre diversas facciones: los ciudadanos comunes que son Alonso y Andrés (a los que se unirá más adelante la doctora Laura Marco), una multinacional de cosméticos preocupada por el envejecimiento (y ahora por la muerte) asociada con grupo de investigadores médicos, y una empresa americana de detectives que dispone de las últimas tecnologías y de los mejores agentes.

Sobre todos ellos gravita, enigmática e inalcanzable, la figura del Judío Errante, la esperanza viva de no todos mueren, de que el hombre puede vivir eternamente... o de que podrá hacerlo en cuanto Goran Eistenach dé caza al presuntamente inmortal individuo y éste sea minuciosamente estudiado por el equipo médico de Ingaldsen corp.

Las ideas de Alexis Carrel juegan un papel crucial en No todos moriréis. Carrel, biólogo, médico, investigador científico y escritor francés, fue Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912 por sus trabajos sobre técnicas de sutura vascular y trasplante de vasos sanguíneos y órganos. Aunque su nombre me resultaba familiar, no conocía a esta personalidad, que además ha dejado a sus espaldas una interesante biografía que va más allá de sus logros profesionales. Por ejemplo, el modo en que la milagrosa curación de una enferma tuberculosa con agua de Lourdes (el llamado "Dossier 54" o "Caso Bailly") hizo tambalear el escepticismo del médico y obrar en él una transformación espiritual. Si bien, como en muchos ilustres personajes, encontramos también en él un lado oscuro, o al menos en penumbra, constituido por ideas no del todo loables acerca de la raza humana y la supervivencia del más fuerte.

El lenguaje es sencillo y directo, propio de una narración en la que predomina la acción, pero no por ello menos correcto y bien empleado. Las erratas son puntuales y pueden contarse con los dedos de una sola mano, lo cual indica un eficaz trabajo de corrección. Antonio nos guía, mediante el punto de vista de un narrador omnisciente, de uno a otro lugar del Globo, desde Murcia a Estados Unidos, pasando por multitud de ciudades como  Berlín, Roma, Reikiavik, Madrid, Londres o París. Aunque no todas las ciudades aparecen en igual medida, en todas ellas se sitúa en algún momento alguien que se ve influido de un modo u otro por la trama.  Es cierto que las descripciones de ellas son escasas, aunque sí menciona los lugares y edificios por los que los personajes se ven obligados a pasar, o la diferencia de ambientes entre ciudades como Berlín o Madrid. Cada capítulo y cada "escena" se inicia, así pues, con el nombre de un lugar seguido del día y el mes. Los sucesos principales abarcan un tiempo de mes y medio en la época del año en la que en España  transitamos del verano al otoño, lo cual ha sido muy apropiado para estas fechas.

Pasando a asuntos más subjetivos, la historia me ha atrapado con su comienzo y ha mantenido el interés en todo momento, aunque éste era más débil en unos tramos que en otros. Esto podría deberse a que la inclusión de tantos personajes (algunos de los cuales aparecen en dos o tres ocasiones e incluso en una sola), y los numerosos saltos de un lugar a otro, pese a que no hacen dificultoso el seguimiento de la trama, sí que restan profundidad a cada individuo y dificultan la empatía. Un aspecto que me ha llamado la atención ha sido la práctica ausencia de mujeres en la historia: si alguna aparecía, excepción hecha de Laura Marco, lo hacía en un papel secundario.

Otra cuestión a destacar son los nombres que aparecen a lo largo de toda la narración, tanto de personas como de instituciones, y que son uno de los factores que otorgan realismo a la historia (dicho de otra forma, hacen que el lector se la crea). Mientras leía tenía la continua duda de cuáles existirían de verdad y cuáles no, especialmente aquellos pertenecientes a personajes políticos. Ciertamente eran nombres inventados pero muy bien escogidos, y ya no sólo hablo de los de políticos. Incluso, me atrevo a decir, algunos de los personajes deben su grandeza al nombre: pongo como ejemplo al ambicioso Magnus Ingaldsen. En cuanto a nombres de empresas, me quedo con el de Global Sleuth (que además, me ha ayudado a aprender una palabra nueva en inglés).

¿Existe de verdad es el Judío Errante? ¿Quién es? ¿Lo atraparán? En caso de hacerlo, ¿cómo  investigarán sobre su cuerpo? ¿Hallarán en él la clave para la erradicación de la muerte? Si fuese así, ¿qué será de un planeta en el que la muerte no exista? ¿Debería este remedio para la inmortalidad aplicarse a todos los seres humanos? Muchas son las preguntas que se suceden, y también dilemas en torno a la fe y la racionalización, la religión y la ciencia, los milagros, creer o no creer. Y, si he de poner una pega, es que el final no ha satisfecho mis expectativas respecto a la resolución de las preguntas. No quiere esto decir que se dejen hilos sin atar, sino más bien que se atan de forma poco efectista para mi gusto.

Y ya termino. Teniendo en cuenta que las historias de misterio e investigaciones nunca han sido mi pasión, creo que a los que simpaticéis más con este tipo de historias os gustará No todos moriréis, y no solo os resultará tan interesante como a mí saber de Alexis Carrel y del Judío Errante, sino que también disfrutaréis de una aventura en toda regla, bien construida y en la que no faltan las sorpresas.

3,5
 

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