jueves, 15 de octubre de 2015

Lo que está por venir; de Pablo de Aguilar González

"Las primeras veces nunca se olvidan. Da igual de qué hablemos: amar, emborracharse...
Morir.
Nunca se olvida la primera vez.
El frío de febrero castiga la herida de la oreja de Fidel. Intenta calentarse las manos con un aliento que se convierte en vaho nada más separarse de sus labios. Trata de recuperar la sensibilidad de los dedos protegiéndolos en  los bolsillos de su gabardina; el tacto frío le recuerda qué lo ha llevado hasta el Puente de Vallecas.
Su primera visita a este lugar.
Su primer revólver..."

SINOPSIS
En el invierno de 1936, las tropas rebeldes que se habían sublevado contra la Segunda República Española bombardearon la ciudad de Madrid. El Gobierno republicano decidió entonces iniciar la evacuación de las obras pictóricas más valiosas del Museo del Prado. Se trataba de una misión muy aparatosa y compleja. Una arriesgada aventura en la que se verán involucradosdos de los protagonistas de esta novela, Fidel y Lisandro, compañeros de trabajo en el almacén de una importante ferretería de Madrid y que comparten una pasión a la que dedican todo su tiempo libre: la pintura. Los avatares de la contienda situará a ambos amigos en facciones distintas dentro del mismo bando.
Lo que está por venir es una historia de amistad y traición; de corazones puros y amores robados; la historia de unos personajes atrapados por una caótica y violenta realidad que desdibuja sus proyectos e ilusiones, y cuya lucha diaria se reduce a la simple supervivencia en estos duros tiempos que les ha tocado vivir. 

Qué poco me acerco a las novelas ambientadas en la Guerra Civil. Guerra Civil: son palabras que suenan tan familiares en el contexto de una novela que cuando aparecen arrasan con toda esperanza de que detrás de ellas pueda haber algo original. Guerra Civil en mi subconsciente debe de traducirse como algo parecido a: "¡Alerta, alerta, este camino está desprovisto de nuevas emociones! ¡Aléjate de inmediato si quieres aprovechar tu vida!". Entonces me alejo de esa novela que trata sobre la Guerra Civil y aprovecho mi vida en otras cosas, como leer estados insustanciales de Facebook. Por ejemplo.

Lo que está por venir tiene como telón de fondo la Guerra Civil. "¡Alerta, alerta...!" Espera subconsciente, espera que no he terminado. Antes de salir corriendo fíjate en el autor: Pablo de Aguilar González. ¿Qué más te da entonces si trata de la Guerra Civil o de fútbol? Sabes perfectamente que él no escribe sobre un tema, sino que lo hace de una manera

Admito que no es mi novela favorita del autor, pero eso es porque a mí las novelas, cuanto más raras, mejor. Esta es la menos arriesgada. En cuanto la leí pensé que, de entre todas las que Pablo ha escrito*, era la más apta para llegar a un público amplio. Tanto es así que una editorial se fijó en ella, y ahora puede llegar a todo el mundo. Todo el mundo que sea lo suficientemente razonable como para seguir las recomendaciones de los entusiastas y pesados seguidores de Pablo.

Uno de los escritores en los que se ha inspirado Pablo para encontrar su "voz" es Tom Spanbauer, y después de leer una novela suya pude confirmarlo, pues me recordó mucho a él, aunque en esta novela no sea tan evidente como en otras. Una característica que comparten es el empleo de "coros", que son frases que se repiten a lo largo del texto. Nunca se olvida la primera vez, A veces las cosas son lo que parecen... Son fórmulas evocadoras que pueden aplicarse a múltiples situaciones y, al ir apareciendo a lo largo de la narración, le dan unidad y enlazan emocionalmente unas escenas con otras. A mí es un recurso que me gusta  mucho.

Ya lo he dicho en varias ocasiones (puede que en cada una de las anteriores novelas comentadas del autor), pero como seguro que queda alguien por enterarse, no está de más recordar que el punto fuerte de las historias de Pablo son los personajes. Se salen de las páginas. Eso significa que terminas de leer el libro y no los pierdes de vista, porque antes de que lo cierres se escurren fuera de las tapas y te persiguen. A mí me pasó después de Los pelícanos...: pese a que la historia no me convenciera, sus personajes no pararon de perseguirme insistiendo en que leyera Intersecciones, hasta que por fin lo hice (menos mal). 

Los va construyendo, a los personajes, a través de sus experiencias, y es propenso a crear antihéroes. No es que sean malvados, sino más humanos, con sus torpezas, sus malos instintos y sus miedos arraigados. Aunque no están descritos con detalle, suele haber un rasgo que los distingue al tiempo que les otorga personalidad: los hay con los ojos saltones, con el pelo dorado, con un mechero en la mano, con pito champiñón...

Ay, los pitos. No, los de silbar no, los otros. Porque, ¿sabéis que esta historia la cuenta una prostituta? Se llama Magdalena. Y pese a no haber vivido todo lo que ocurre en las páginas de Lo que está por venir, conoce las vidas de todos los personajes (y también todas las clases de pitos que existen). Es una licencia narrativa que me llamó la atención y que empieza a construirse desde el principio. Pablo pretendía escribir a través de una voz neutra en tercera persona. Cuando se puso con la primera escena de Magdalena se encontró con toda una rebelde que empezó a darle la lata con que ella quería ser la narradora. Al final se salió con la suya, a condición de prometer que se encargaría de conocer a fondo la historia:
"Las historias las cuenta quien las vive.
Aunque ésa no es toda la verdad; al menos, no la verdad completa: las historias las cuenta quien las conoce, quien las descubre, quien las adivina, quien las siente, quien las comparte...
Después de tanto tiempo, se ha cerrado el círculo. Hoy se termina todo. Yo soy quien conoce esta historia."
Varios de los personajes de Lo que está por venir aman la pintura o están relacionados de un modo u otro con ella, algo lógico, ya que el argumento se centra en el traslado de los cuadros del Museo del Prado para protegerlos de las bombas lanzadas durante la guerra sobre la ciudad de Madrid. A Magdalena le gusta visitar el Museo y perderse en sus cuadros. Los observa y busca en ellos historias escondidas: no hace falta ser experto para disfrutar del arte.  
"Contemplo la perfecta anatomía que Velázquez plasmó sobre el lienzo. Recuerdo otros tiempos, tan lejanos que casi me parecen de otra vida. Toda aquella algarabía lujuriosa; la revolución. 
Los sueños desgajados. 
Recuerdo cómo hubiera deseado que mis clientes se parecieran a ese Cristo crucificado; cuánto me hubiera gustado deshacer ese nudo, descubrir qué se ocultaba bajo ese paño. 
Es judío… 
Pito descapuchado."
El punto de vista de una prostituta es arriesgado y, si sale bien, atractivo. Creo que Pablo ha conseguido lo segundo, dando una visión peculiar a las escenas de sexo: Magdalena se entrega a ellas con temple y profesionalidad, hace el amor de un modo que parece desapasionado, con la única finalidad de satisfacer a sus clientes.

Hay personajes de todos los bandos y niveles económicos. Algunos cambian a conveniencia rojo por azul y azul por rojo. No hay posicionamiento a favor de unos o de otros. Al anarquista Fidel lo conocemos matando; a Lisandro, pintando. Ambos participarán en el traslado de los cuadros cuando el gobierno decida llevárselos a Valencia y después a Cataluña. La carga y descarga en los camiones y los largos y en ocasiones accidentados viajes hicieron que algunos lienzos importantes sufrieran desgarros y tuvieran que ser restaurados. Otro de los pocos personajes femeninos es Victoria, una joven de clase alta tan aficionada a la contemplación de cuadros como Magdalena. Cuando una historia se basa en sus personajes es difícil hablar de ellos sin sentir que estás desvelando cosas importantes, así que no sigo. Confieso que hubo alguno, como Lisandro, que me pareció más plano. Otros me parecieron sublimes en su caracterización y desarrollo. No me atrevo a decir cuál es mi favorito, porque disfruté y me sorprendí descubriendo cómo poco a poco se iba adueñando de mi simpatía.


Me gusta cómo acaba Pablo sus novelas. Son finales con una combinación justa de tristeza y felicidad. Además, no sé si lo hace adrede o qué, pero ya me ha pasado varias veces terminar de leer y tener que volver al principio. La historia se convierte en algo circular: para alcanzar una comprensión completa necesitas volver a las primeras páginas y encontrar en ellas el sentido que permanecía invisible en la primera lectura. ¿Os animáis a comprobarlo?


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*Intersecciones: estuvo disponible en papel, actualmente no se distribuye.
Los pelícanos ven el norte: se pueden encontrar ejemplares en papel y digital.
El istmo del reloj de arena: auto-publicada en Amazon como libro digital.