lunes, 20 de enero de 2014

El último deseo del cangrejo; de Roberto García Cela

"-Vuelvo entonces mañana, ¿verdad? 
-Exacto. Hable con la enfermera para que le explique el procedimiento. En su caso no será necesario realizarle una analítica sanguínea previa. Me respondió sin mirarme, atento a sea lo que fuere que le mostraba la pantalla del ordenador. Había pautado y su deber estaba cumplido. ¿Qué más me daba a mí estar enfrente de una persona o de una máquina expendedora de recetas?"
SINOPSIS 
Mateo, abogado de profesión, descubre un día que se ha quedado sin futuro cuando le detectan una enfermedad mortal. Abandonando toda esperanza, adopta una decisión que le arrastra a una vida de soledad, hasta que Toni y Julio, dos enfermos terminales, le obligan a retomar las riendas de su destino con un alocado proyecto que escapará a su control.

Después de Siete cruces [pulsar en el título para acceder a la reseña], llega la nueva novela de Roberto García Cela. Entre sus páginas asistimos al desarrollo y posterior descomposición de un pobre cangrejo, cuya imagen se nos muestra más distorsionada a medida que avanzamos por los capítulos: Fecundación, Gestación, Parto, Infancia... Fase colicuativa, Fase Reductiva. En este punto me detengo un momento para resaltar la, aunque digital, cuidada edición de esta novela. Si bien la temática de la historia llamó mi atención por sí misma, es posible que la portada contribuyera aún más a mi repentino afán por leer El último deseo del cangrejo (porque lo hice no mucho después de que fuese publicado; así, de repente, se me antojó). Y cuando lo abrí, encontré un interior igual de bien cuidado que el exterior, incluso en cuanto a erratas que, aunque presentes, no llaman la atención más de lo debido (para los que no lo sepan, soy especialmente susceptible a ese tipo de cosas).

Si os contaba que Siete cruces no me convenció del todo, en especial su final, os digo ahora que El último deseo del cangrejo sí lo ha hecho, tanto en su desarrollo, que me mantuvo atrapada de un modo que echaba de menos, como en su desenlace, el cual consiguió arrancarme una lágrima (y eso porque estaba en presencia de público). Además he notado una gran similitud de estilo entre ambas, y el estilo fue lo que más me gustó de la primera novela de Roberto: describe la realidad de una forma cruda, con palabras impregnadas de humor negro y con alguna que otra escena desagradable, tanto que a veces huele mal.

Hay algo más: los protagonistas de El último deseo del cangrejo son antihéroes. Estoy dándome cuenta de que me gustan los antihéroes. Gente común, llena de imperfecciones. Al principio de la novela no me sentía muy identificada con ninguno y me costaba integrarme en la historia, pero después de pasar varias calamidades con ellos es inevitable encariñarse, aunque no te quepa en la cabeza su actitud. En alguna ocasión les hubiera... ¿gritado? ¿pegado? por lo burros que eran, pero ahí reside la gracia que hace que un personaje sea más real, que sea de color gris

Mateo, Julio y Toni (Toni, eres mi favorito) tienen cáncer, y aprovechan (los que creen que son) los últimos momentos de su vida cumpliendo deseos y ayudando a cumplirlos. ¿Qué hay de malo en ello? Bueno, hay deseos y deseos... Debido a lo rocambolesco de sus anhelos, son varias las ocasiones en que el Club de los Cancerosos se topa con un problema que se llama delito, y a la aventura inicial se añade la de escapar de la justicia. Mateo, el narrador de la historia y hombre de leyes, sabe mucho del tema y es el más cabal de todos, pero acaba dejándose llevar por sus nuevos amigos... y no se arrepiente. 

Otros personajes no poco importantes e impactantes entran en juego, así como el pasado y presente de cada uno de los protagonistas (detrás de cada enfermo hay toda una familia que sufre). Cierta crítica al modo de actuar de los médicos se deja entrever, y es una parte que me ha resultado de algún modo instructiva porque en un futuro no muy lejano perteneceré al lado oscuro (que sin embargo viste de blanco). 

Podría detenerme más en esos y otros detalles, pero creo que es mejor que se descubran durante la lectura. La misma está llena de momentos duros, propios de la enfermedad que sirve de trasfondo a la novela, pero también contiene otros intensos, que lo son aún más contrapuestos a los primeros. Y, del mismo modo que lo hacen los tres amigos unidos por la fatalidad, el que lee siente el viento peinándole los cabellos y la carcajada de libertad atravesando su garganta cuando la vida se vuelve hermosa por unos instantes.

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**Pinchar aquí para acceder al blog del autor.
(Imagen obtenida del facebook del autor.)

domingo, 19 de enero de 2014

El temor de un hombre sabio; de Patrick Rothfuss

"-¿Qué es puta?
Supongo que no os extrañará que esa no fuera una de las palabras que Tempi y yo habíamos intercambiado en el ciclo pasado. Me planteé mentir, pero no habría podido.
-Dice que tu madre es una persona a la que los hombres dan dinero a cambio de tener relaciones sexuales con ella. 
Tempi miró al mercenario y asintió con la cabeza.
-Eres muy amable. Gracias.
El rostro de Tam se ensombreció, como si sospechara que se estaban burlando de él.
-Cobarde. Por un penique abollado te daría tal paliza que no te encontrarías la polla.
Tempi se volvió otra vez hacia mí.
-No entiendo a este hombre -dijo-. ¿Qué quiere, tener relaciones sexuales conmigo? ¿O quiere que peleemos?"
SINOPSIS
El hombre había desaparecido. El mito no. Músico, mendigo, ladrón, estudiante, mago, trotamundos, héroe y asesino, Kvothe había borrado su rastro. Y ni siquiera ahora que le han encontrado, ni siquiera ahora que las tinieblas invaden los rincones del mundo, está dispuesto a regresar.
Pero su historia prosigue, la aventura continúa, y Kvothe seguirá contándola para revelar la verdad tras la leyenda.
No puedo decir que después de leer El nombre del viento me quedase con muchas ganas de leer su continuación. Y no porque hubiese sido una mala lectura, de ningún  modo. Simplemente, no me quedé demasiado intrigada por saber más. Sin embargo, sí que me gustó el estilo de este escritor, porque tiene un no sé qué poético que, ahora sí, ha terminado de cautivarme: aunque no las tenía todas conmigo y enfrentarme a un ejemplar tan gordito me daba pereza, al final resultó ser una muy buena lectura.

Me ha gustado más que la primera parte. Para conseguirlo, el autor lo tenía tan sencillo como continuar desarrollando la trama de la Universidad, que fue mi favorita en El nombre del viento. Sólo tenía que darle protagonismo al excéntrico profesor Elodin, o a la huidiza y tierna habitante de los tejados, Auri. Dos personajes que poco a poco se están ganando en mi mente el puesto de "míticos". Sí, Kvothe continúa sus andanzas en la Universidad, con una dinámica bastante similar a la anterior novela, pero sería demasiado monótono y poco original si nuestro héroe no se moviera del sitio, ¿no? Así que Patrick lleva a su personaje de viaje por otras tierras, algo a lo que yo le tenía miedo pues no me gustó mucho cómo lo había hecho en la primera parte

El lector sigue a Kvothe; deja atrás la Universidad (teniendo que soportar la lejanía de Elodin y Auri) y se adentra en Vintas. Y, en la ciudad de Severen, asiste a una nueva función en la que Kvothe tendrá que usar todo su ingenio para relacionarse con la alta nobleza. Y ahí se cuece de todo... 

Aunque disfruté mucho de sus enredos en Severen, aún me esperaba lo mejor: conocer a Tempi. Este mercenario adem ha sido todo un descubrimiento. No solo él, sino toda la civilización de Ademre. Kvothe lo conoce al verse obligado a liderar un grupo de mercenarios para cumplir una misión en el bosque, y poco a poco va descubriendo lo que se esconde detrás de la aparente insociabilidad de su taciturno compañero. Después tendrá que acompañarlo a su hogar, y verse sumergido de lleno en una cultura muy distinta a la suya, que pone patas arriba su (y nuestra) concepción sobre lo que es correcto y lo que no

Aparece en este punto todo un abanico de ideas que despiertan debates internos en el lector; además, la cultura adem me ha recordado mucho en algunos aspectos a la oriental (aunque no soy ni mucho menos conocedora de la cultura oriental, más bien se trata de una intuición). Por ejemplo, la disciplina de lucha que ellos llaman Ketan, y que consta de movimientos con nombres tales como Oso Dormido, Nieve que Cae o Gorrión Golpea al Halcón. O el camino del Lethani, que es un término espiritual tan difícil de definir como el amor. En fin, que me lo he pasado en bomba y hasta he terminado hablando con la gente en términos como "eso no es del Lethani".

Pero algo que me ha impactado mucho de la cultura adem es la forma de comunicarse. Me ha parecido un punto muy interesante que ha dado mucho juego a la novela y personalidad a Tempi y a todos los adem. Y no digo más porque creo que es mejor llevarse la sorpresa durante la lectura. 

Patrick sabe crear personajes que gusten a lector; al menos, a mí todos me han parecido muy bien conseguidos y cada uno tiene sus peculiaridades que lo hacen único y entretenido de leer. También me ha dado la sensación de que se profundiza más en la relación de Kvothe con sus amigos de la Universidad y en la personalidad de los mismos, que antes me parecían bastante pasivos y un poco indistinguibles entre sí.

El único pero que les pongo a ambos libros es que no me gustan los "interludios". Los momentos en que se corta la historia y vemos al Kote del presente son necesarios y seguro que importantes en el desarrollo de la historia, pero no podía evitar decepcionarme cada vez que me encontraba uno de esos capítulos. No termino de conectar con los personajes de la taberna, con Bast o Cronista, aunque tampoco me parecen malos personajes. 

Patrick Rothfuss ha logrado conquistarme. Lamenté mucho no poder ir a la firma que hizo en Madrid, porque encima coincidió con el momento en que me estaba leyendo el libro y tenía una pregunta muy interesante que hacerle (SPOILER ¿Cómo sonreiría un adem con la mano?). Aunque escribe de forma aparentemente sencilla, introduce alguna que otra preciosa metáfora y sus letras transmiten el cuidado y el cariño que les dedica a sus historias.