Mostrando entradas con la etiqueta película. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta película. Mostrar todas las entradas

miércoles, 5 de agosto de 2015

Nuestro último verano en Escocia

SINOPSIS
Doug y Abi son dos padres normales que tienen tres hijos encantadores aunque muy excéntricos. Cuando el estrés de ser padres pone en peligro su estabilidad mental y su matrimonio, deciden realizar un viaje a Escocia con sus hijos. Allí participarán en una gran reunión familiar y se reencontrarán con Gordie, el increíblemente extravagante padre de Doug. Sin embargo, lo que prometían ser unas vacaciones para la reconciliación pronto se convierte en un campo de minas no exento de situaciones hilarantes en el que rencores familiares, malentendidos y egos maltrechos conforman el orden del día. Cuando los niños precipitan un giro inesperado en los acontecimientos, la familia se ve obligada a aparcar sus diferencias y a colaborar, pues de lo contrario corren el riesgo de perder aquello que más aprecian.

Tuve ocasión de ver Nuestro último verano en Escocia en una de las pocas visitas que hago a la gran pantalla, y di gracias una y mil veces por haberme cruzado con ella. La elección fue espontánea: unas amigas querían ver actuar a David Tennant fuera de la serie Doctor Who; yo, a parte de esa curiosidad, fui pescada por una crítica que la comparaba con Pequeña Miss Sunshine (una de mis películas favoritas). No siempre las comparaciones son odiosas o desacertadas, y sí que me recordó a Pequeña Miss Sunshine en algo: el estilo de los personajes. Todos son peculiares, carismáticos, vivos.

The truth is, every human being on this planet is ridiculous in their own way. So we shouldn't judge, we shouldn't fight, because in the end... in the end, none of it matters. 
(La verdad es que todo ser humano de este planeta es ridículo a su manera. Así que no deberíamos juzgar, no deberíamos pelearnos, porque al final... al final nada de eso importa.) 
Es cierto que el argumento peca un poco de esperpéntico, cada vez más a medida que avanza la cinta, pero a mí no me molestó. Supongo que es algo intencionado y busca la complicidad del espectador, robarle una sonrisa o una lágrima, a veces una sonrisa diluida en llanto. Y llegó un momento en que pensé que me sería imposible disimular. Podía justificar mis lágrimas diciendo que habían sido exprimidas por las carcajadas, aunque quizá eso no fuera una justificación sino una verdad. O a lo mejor sí, a lo mejor estaba llorando de verdad. Los ojos rojos. El pañuelo saliendo continuamente del bolso en auxilio de la nariz. Lo admito: mi reacción fue exagerada (a lo mejor partía de un estado de ánimo algo lábil), pero mis carcajadas no fueron solitarias, y tampoco fui la única que salió contenta de la sala.


Me gusta la sinopsis que leí antes de ver la película, que es la que he puesto debajo de la foto de cartel, extraído de la página de filmaffinity. Me gusta porque no revela nada importante y, de hecho, la película tomó un camino que me pilló por sorpresa. Se abrió sin previo aviso un abanico de sentimientos y reflexiones. Apareció una profundidad inesperada en la que me caí.


Poco después descubrí que a este tipo de películas se les llama feel good movies (siempre con esa manía de usar el inglés, que parece que queda más guay que el castellano) y fui consciente, aunque no me importó, de que estaba llena de mensajes tópicos ("Vive la vida, que son dos días", "Aprovecha el tiempo con la gente que te rodea"...). No me importó porque en mí funcionó la fórmula, porque los miembros de la familia protagonista tienen una personalidad tan desbordante que es difícil no quererlos y emocionarte con ellos. Especialmente con los tres niños, cuya actuación no voy a entrar a valorar, pero que, con sus reacciones inesperadas y sus diálogos inocentes y directos al grano, aportan gran parte de su esencia a la película (y de las carcajadas).


Cuando una historia, ya sea escrita o audiovisual, me hace sentir de este modo, acude a mi mente la palabra catarsis y el comentario de un libro de texto del colegio, que decía que eso era lo que buscaban las obras dramáticas clásicas griegas. Como si las lágrimas arrastraran todo el estrés fuera del cuerpo (y quizá haya parte de verdad en ello). En fin, quién iba a decir que no me importarían los tópicos: a mí me ha encantado esta comedia británica con un toque de drama.


miércoles, 20 de mayo de 2015

Jameson Notodofilmfest en el Matadero de Madrid: una de cortos

Alguna vez he pensado en dedicar entradas del blog a hablar de lugares o experiencias de ocio. En una ciudad tan grande y variopinta como Madrid, uno se encuentra de vez en cuando con sorpresas y buenos ratos inesperados que apetece compartir. 

No había estado nunca en el Matadero de Madrid hasta el miércoles 13 de este mes cuando, por cosas de tener tiempo libre y una amiga investigadora de propuestas diferentes de ocio, asistimos a la proyección de cortos que organizaba Jameson Notodofilmfest en la Cineteca. Lo primero que me sorprendió fue la zona, más grande de lo que pensaba, llena de edificios de ladrillo y piedra que me encantaron, cada uno destinado a un propósito que no tuve tiempo de investigar. Por dentro el espacio era amplio y acogedor; la sala donde se proyectaron los cortos no tiene nada que envidiar a una sala de cine convencional, más bien al contrario.


Jameson Notodofilmfest es un festival de cine desarrollado sobre todo a través de Internet, en el que los artistas del cortometraje pueden dar a conocer sus creaciones. Dispone de una página web que lo explica todo mucho mejor que yo, así como de un canal de YouTube repleto de cortos gratuitos y del que, visto lo visto, me voy a tener que hacer más asidua.

La proyección, The very best of Jameson Notodofilmfest (Vol IV), comenzó con cada uno de los directores presentando brevemente sus cortos, y continuó con una sucesión de todo tipo de escenas y situaciones, desde las más divertidas a las más tristes, pasando por las más incomprensibles. Los veintitrés cortos, seleccionados de entre todos los existentes a lo largo de los trece años de vida del festival, tuvieron una duración total de ochenta minutos y estuvieron acompañados de aplausos y, sobre todo, de buen rollo y risas. Fue una tarde muy agradable que repetiría con gusto. (¡Y gratis!) Es verdad que algunos me resultaron totalmente incomprensibles, y otros me supieron a poco o a nada, pero varios de ellos me hicieron reír hasta que tuve que sacar el pañuelo (también es verdad que el ambiente risueño contribuyó a ello).

Voy a dejar aquí una selección de los ocho que más me gustaron, explicando brevemente por qué. Vamos, una selección de la selección. Vedlos si podéis, ¡no se tarda nada y puede que paséis un buen rato!

El mueble de las fotos
Captó mi atención por la espontaneidad del narrador y me hizo sonreír hasta su original final, que arrancó un buen aplauso al público. Su director es Giovanni Maccelli (Goya al mejor cortometraje de animación por Juan y la nube, que no he podido encontrar completo).


Defensa propia
Uno de los más graciosos. Quizá el que más me gustó en su conjunto, por su giro tan divertido. Al menos en el momento de verlo en pantalla grande. Quizá pierde gracia en visionados posteriores, porque ya sabes lo que está pasando... Su director es Javier Ruiz Caldera (director de la película Spanish Movie).



Los Reyes Magos
Hay que admitir que el atractivo de este corto de animación no radica tanto en la parte visual como en el diálogo sobre el cual se construye: un padre que le cuenta a su hijo (un tanto rarito) que no existen los Reyes Magos. Se proyectó otro corto de este mismo director (lo incluiré más abajo), y parece que sus personajes se caracterizan por un modo de hablar que a mí me asusta un poco: me parece, quizá, agresivo o demasiado franco. Cuidado porque este en concreto abusa de las malas palabras y los insultos. Es, digamos, políticamente incorrecto. Pero parece que eso hizo gracia al público, que no paró de reír. Su director es Alberto González.



Sheeple
No pensaba incluir este corto porque no lo entendí la primera vez que lo vi, pero lo acabo de volver a ver y, como casi todo lo que me resulta cercano y cotidiano, me ha convencido lo suficiente como para añadirlo. Es muy breve y quizá os dé qué pensar. Intuyo que su título surge de una mezcla entre las palabras inglesas sheep (oveja) y people (gente). Su director es Alejandro Pérez Blanco.


Precipitaciones
No me convenció del todo, admito que lo incluyo por el escenario. Para que, la próxima vez que paséis por la Puerta del Sol de Madrid a las 11:11 h, sintáis un poco de terror... Quien lo presentó (no recuerdo si fue el director o una representante) comentó que la plaza madrileña aparecía convertida en un Triángulo de las Bermudas. Su director es Josué Ramos Sosso.



Los paralelos
Es un diálogo a cuatro bandas muy rápido, extraño y al principio confuso. Un poco locura, pero me gustó por alguna razón. Tal vez, simplemente, porque me sorprendió. Es una idea complicada y parece que funciona la manera en que está construida. Su director es Sergio Granda Rodríguez.

Este no he conseguido encontrarlo en YouTube, así que AQUÍ dejo el enlace a una página que lo contiene.

Fracasados por el mundo
A mí me ponen imágenes de Praga y soy feliz. Pero además, oye, esta parodia de Españoles por el mundo tiene su gracia. Su director es Gonzalo Gurrea.


El regalo
El broche de oro que cerró la proyección; este no os lo perdáis: junto con Defensa propia, fue uno de mis preferidos. Quizá un poco predecible, pero igualmente enamora su cotidianidad. ¡Y está basado en hechos reales! Su director es Javier Fesser (el mismo de El milagro de P. Tinto, Mortadelo y Filemón, o Camino).


Si, llegados a este punto, habéis visto todos los vídeos, ¡enhorabuena! Y si no, os lo agradezco igualmente. En uno u otro caso, me encantaría leer vuestras impresiones. ¿Cuál os ha sorprendido? ¿Cuál os ha hecho reír más? ¿Y pensar? Espero que llorar ninguno, porque los tristes no llegaron a encontrarse entre mis favoritos (más abajo tenéis los enlaces al resto de cortos proyectados).

------------

-Suerte (David Barrocal): sobre la ludopatía de una madre.
-Cirugía (Alberto González Vázquez): animación; diálogo surrealista entre una mujer y un hombre.
-Mensaje (Juan Nonzioli): sobre el Alzheimer.
-Tiquismiquis (Gabriel Ochoa): este no lo entendí hasta que supe que se debía a que era mujer; si es que a veces somos unas tiquismiquis...
-Neorrealismo (Óscar Girón): conversación entre dos senegaleses en un restaurante; creo que este no lo entendí por ser una inculta del mundillo del cine.
-Niña bonita (Yerko Espinoza Zuñiga y Anastasia Karelia): sobre un mendigo y una prostituta.
-Blanca (Diego Casado): sobre la trata de ídem.
-En el agujero (Pablo Arreba): humor breve e inesperado, que no me hizo mucha gracia.
-Sexto (Martín Escribano): conversación entre dos vecinas y madres en el rellano de la escalera.
-Dolo (Virginia Rota): este no veía por donde cogerlo.
-El partido (Álex Rodrigo): parodia de un partido político; ganador del premio La Térmica al mejor proyecto de Serie Web.
-Álex (Cesc Gay): conversación telefónica; no terminé de entender si había algún mensaje oculto o simplemente lo que se ve.
-Tarkovsky (Daniel Monzón): tiene su gracia, pero tampoco lo entendí del todo.
-Por activa y por pasiva (Rodrigo Cortés): cuatro niños discutiendo como adultos; otro corto cuya finalidad no entendí, quizá recuerda a los políticos que hablan mucho y no dicen nada.

jueves, 2 de abril de 2015

Maps to the stars

SINOPSIS
Una comedia negra llena de sátira que cuenta la historia de la decadencia y la depravación en las que esta sumida "la meca del cine", a través de los ojos de dos hermanos que solo buscaban su lugar en el mundo de las estrellas. El oscuro drama al que se enfrentan después de que la industria visual les haya arrebatado todo y dejado completamente en la ruina. Irán a Los Ángeles a cumplir un ideal y se verán sumidos en la degradación y el declive del mundillo audiovisual que determinará el resto de sus vidas.

Menudo horror de película. No la veáis. No merece la pena. Algo así pensaba escribir. Pero, digo yo, a lo mejor no es tan horrorosa cuando aún sigo pensando en ella.


En el sitio donde miro las películas en cartelera, Maps to the stars contaba con una excelente crítica por parte de los expertos y con una media de tres sobre cinco por parte de los espectadores. Ya he sido advertida en varias ocasiones de que no hay que fiarse de las críticas, pero no pude evitar que eso me hiciese pensar que merecería la pena verla. También sentí curiosidad por ver cómo se desenvolvían las caras conocidas (Mia Wasikowska, Robert Pattinson, Julianne Moore...), y eso que normalmente las caras conocidas me dan igual o me repelen. Pero no me fijé en que esa media de tres sobre cinco provenía de un uno y medio y un cuatro. ¿Podríamos encontrarnos ante una de esas obras que cumple la clásica regla de "o la amas, o la odias"?


Yo la odié mucho, mucho, mucho. Pero a lo mejor amé alguno de sus segundos.

Me daba asco cada uno de sus personajes. Me daba asco el mundo Hollywoodense retratado. Me daba un poco de asco todo en general. Esperé unos minutos a que mejorara, hasta que llegó un momento en que vi que no lo hacía y me di cuenta de que no iba a hacerlo. Entré entonces en la etapa de "No puedo estar metida en esta sala viendo esta película; no puede ser que tenga que verla hasta el final; no puede ser que yo haya propuesto verla y que la gente que me acompaña haya aceptado. Cuando esto acabe saldré corriendo antes de que me pillen".


Diálogos y diálogos. Hoy he leído esas críticas de las que hablaba una por una y he encontrado que David Cronenberg (el director), concibe el cine como un busto hablando. Pues se nota. Y me parece muy bien, porque me gustan los diálogos más que las batallitas o la acción trepidante. Pero mientras escuchaba (y leía los subtítulos) los de Maps to the stars iba entrando paulatinamente en un estado de desconcierto y estupor. Qué diálogos tan absurdos. Aunque a lo mejor ahí reside su gracia: los diálogos son absurdos en la vida real.


Hasta bien entrado el filme, no me enteraba de mucho. La cámara iba cambiando de localización, de una vida a otra, y no veía las conexiones ni los hilos ni nada de nada. Eso sí, pese al aburrimiento y a la apatía ante lo que estaba presenciando, que a veces rozaba lo rocambolesco (aunque la realidad supera la ficción), no me dormí, quizá porque estuve entretenida en colocar las piezas correctamente para formar el puzzle. Y si algo me gustó de Maps to the stars es que no es una historia convencional o que lo dé todo masticado, sino que el espectador tiene que hacer cierto esfuerzo por situarse y entender qué pretende contarnos. Y llega un momento en que las claves aparecen y se hace la luz, pero no de repente, sino poco a poco, pasando por la penumbra.

Howard Shore, compositor de El Señor de los Anillos o El Hobbit, se hace cargo de una banda sonora que destaca por... Bueno, que no destaca. En realidad no me acuerdo de haber escuchado música alguna, excepto la de los créditos finales.


Comedia negra, negra (casi drama): maldad, fetidez, personaje con cara de necesitar una torta, sexo, absurdo, maldad, personaje con cara de necesitar una torta, fetidez, violencia, maldad, personaje con cara de necesitar una torta. Todo eso y en esas proporciones aproximadas se puede encontrar en esta película que, rozando el final, sorprende con varias escenas. Algunas de ellas tan inesperadamente desagradables que, mientras el público se tapaba la cara, yo miraba fijamente la pantalla y sufría un ataque de risa silencioso y prolongado. Como si fuera una psicópata.

(No me pidáis hablar de las actuaciones, que no entiendo de eso. Pero creo que bien. Al final me terminaron cayendo bien los personajes y todo.)

¿Balance final? No pagaría por verla. Pero me hizo escribir esto.

jueves, 21 de agosto de 2014

Her

SINOPSIS
En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo.

Me ha sorprendido. Sabía que era rara y que por tanto tenía probabilidades de gustarme, pero no sabía que me envolverían tanto ese mundo y ese Theodore tan reales y tan cercanos

Her está muy bien ambientada, en un futuro que no requiere de ostentosas máquinas o vehículos volando entre rascacielos. Porque es un futuro no muy lejano, en el que la tecnología ha evolucionado hasta el punto de existir inteligencia artificial o videojuegos de realidad virtual con cuyos personajes se puede interactuar.

Cómo me divertí mientras lo iba descubriendo todo, cómo disfruté de la película con todos los sentidos, ya que es una película de sensaciones, que evoca con sus sonidos (y no me refiero a la banda sonora exclusivamente), sus colores (me encanta el vestuario) y sus (no) texturas.


Sus no-texturas. ¿Cuánto importa que puedas tocar a una persona para poder amarla? ¿Y para comprometerte con ella el resto de la vida? ¿Y si no es una persona? ¿Cuánto importa que sea una máquina? ¿Qué piensa una máquina, qué hace mientras no está contigo? ¿Siente, o está programada para sentir?

No pensé que me haría tantas preguntas, aunque conocía el mensaje global de la película antes de verla. Pero lo consiguió, consiguió que me hiciera preguntas sobre el amor, sobre los celos, sobre las relaciones. Hay pocas películas que hayan planteado el tema como lo ha hecho Her (si es que hay alguna), y el añadido de una parte artificial como elemento de la pareja amorosa le otorga un enfoque inesperado y diferente, pero que al mismo tiempo se puede aplicar a la realidad cotidiana. 


Las escenas están impregnadas de la melancolía y la mirada azul hipnotizante del protagonista, que acapara gran parte del metraje. En medio de su soledad, se encuentra con un cartel audiovisual que anuncia un nuevo sistema de inteligencia artificial llamado OS (Operating System), y no tarda en adquirirlo. Entonces comienza a interactuar con él, con una voz de mujer llamada Samantha que empieza a despertarle sentimientos inquietantes.


Hay mucha humanidad reflejada en la gente que pasea por las calles, pero la realidad te golpea cuando ves cómo cada persona va metida en su mundo, con sus auriculares-última-tecnología que les van poniendo al día de las noticias y de los correos electrónicos o que, incluso, utilizan para hablar con sus OS mientras caminan. La sociedad va siendo invadida por la tecnología y adaptándose a nuevas posibilidades en el ámbito de las relaciones, humanas y artificiales.



Y a Samantha, a ella también hay que intentar comprenderla. Enamorarse siendo un programa de ordenador tiene sus desventajas, como no tener cuerpo. Pero no os paréis a pensar en las ventajas, que también las hay. Es más divertido y asombroso descubrirlo viendo Her.

miércoles, 4 de junio de 2014

El Gran Hotel Budapest

Gustave H. (Ralph Fiennes), un legendario conserje de un famoso hotel europeo de entreguerras, entabla amistad con Zero Moustafa (Tony Revolori), un joven empleado al que convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que transformaron Europa durante la primera mitad del siglo XX.

Esta película me tiene absorbida, enamorada, succionada, embelesada. Y eso que hace ya tiempo que fui a verla... por segunda vez. Me es difícil ponerle pegas, ya que actualmente está en la cima del podio de las películas que más me han gustado desde que tengo uso de razón.

La primera fue en versión original con subtítulos. Llegaba tarde, me bajé en la parada de metro correcta pero no por la salida correcta, pensé que me había confundido, me desesperé, pregunté, recorrí túneles y túneles corriendo, escaleras mecánicas, y cuando me di cuenta de que cabía la posibilidad de que sufriera un síncope, de que ya llegaba tarde sí o sí, empecé a tomármelo con más calma. Con diez minutos de película perdidos, me senté en la butaca de cine y me quedé durante media hora inmóvil, hasta que estuve segura de que si me movía no se me revolvería el estómago y de que tanto el corazón como los pulmones como los intestinos se habían terminado de asentar.

Fue un mal comienzo, y el agotamiento y los subtítulos no ayudaron mucho a que la experiencia fuera tan bonita como hubiera querido. Terminé la película sin saber decir si me había gustado o no. Sí que lo habían hecho las imágenes, la música, la composición en lo que se refiere a lo puramente sensitivo, pero de la historia en sí no me había enterado del todo. A parte de liarme con los nombres de algunos personajes (culpa de una atención insuficiente), no lograba encontrarle solidez (una idea principal, un propósito más o menos concreto). Pero como me quedé con el gusanillo y de repente me salió compañera, acepté verla de nuevo, y esta vez en español.  

Me bebí la película por los ojos y por las orejas. Como ya no tenía que mirar los subtítulos... 

Llegado a este punto, contengo mi frenética narración de acontecimientos para decir algo que hubiera estado mejor al principio: si le tenía tantas ganas a este hotel, era por el director. Desde que vi su película Moonrise Kingdom (también comentada en este blog) me gustó tanto su forma tan personal de hacer cine que se convirtió en mi primer "director de cine favorito". No entiendo nada de cine, así que tener un director de cine favorito resulta todo un hito... sólo estoy acostumbrada a los escritores favoritos o incluso a los cantantes. 

De todas las películas de Wes Anderson (mi director de cine favorito), creo que es ésta la más accesible al público. Este comentario lo he leído varias veces y lo he confirmado viendo el resto de películas del director (excepto una, creo). Hay algunas francamente aburridas, o sin sentido alguno, sobre todo las primeras. De esas sólo me gusta su "parte personal", esa impresión que dan de que están hechas por el placer de hacerlas y no con un mero propósito comercial. Pero tanto Fantástico Sr. Fox (muñecos animados mediante stop motion), como Moonrise Kingdom, como esta El Gran Hotel Budapest, son un disfrute para los sentidos y además una buena historia. Y de todas ellas, mi favorita, sin duda, es la última. Y uno de los motivos es que tengo la sensación de que no me cansaría de verla una y otra vez (Moonrise Kingdom perdió un poco con el revisionado).


El Gran Hotel Budapest aúna tres características: 
*Una fotografía llena de color y que dota de fantasía a lo real.
*Una historia con planteamiento, nudo y desenlace, capaz tanto de hacer reír como de sacarte el lado filosófico, con unos personajes un poco caricaturescos pero del todo entrañables.
*Una banda sonora que contribuye a una ambientación deliciosa (alegre, triste, melancólica, misteriosa, soviética, según corresponda) y que además tiene valor por sí misma (estuve días sin parar de escucharla). Alexandre Desplat es el responsable, al igual que lo fue con las anteriores películas más recientes de Wes Anderson.



Me llamó mucho la atención la felicidad, o tal vez sería más apropiado llamarla despreocupación, que impregnaba cada acontecimiento. Quiero decir que escenas que normalmente son enfocadas desde un punto de vista de desolación son aquí tratadas con cierto humor: la muerte se mira de forma despectiva, incluso burlesca, como dando a entender que, si se cruza en nuestro camino, hemos de saludarla, si acaso charlar un momento con ella, y después seguir caminando por la vida, como hace Monsieur Gustave.



También es muy posible que sea esta película la responsable de mi repentino aumento del interés por el escritor Stefan Zweig, pues según tengo entendido está basada en las obras de este escritor, más especialmente en la titulada La impaciencia del corazón.

Yo, claro, os la recomendaría. No creo que sea capaz de hacerte reír tanto como dicen algunos (durante toda la película), pero conmigo lo consiguió varias veces y eso que no soy de risa fácil. También depende del tipo de humor de cada uno, ya que este es muy particular. De todas formas, me parece sumamente original y accesible a un tiempo. Creo que es capaz de dejar huella. Al fin y al cabo, todo lo raro da qué pensar.



Dejo el trailer,  aunque ni siquiera quise verlo antes de ver la película, para que fuera una completa sorpresa (y puede que hiciera bien, pues incluye varios momentos graciosos o "clave" que podrían verse arruinados):


Si la habéis visto, contadme enseguida qué os pareció (se admiten, aunque con dolor, opiniones negativas). Si no, id a verla. Y si queréis saber más sobre ella, os recomiendo este estupendo y detallado artículo: Una película de cinco estrellas. (¿Qué pasa? Ya os podíais imaginar que no iba a recomendaros uno que se titularse "Una película mediocre".)

lunes, 12 de noviembre de 2012

El nombre (Le prénom)


Vicent, cuarentón y triunfador, va a ser padre por primera vez. Invitado a cenar a casa de Élizabeth y Pierre, su hermana y su marido, se encuentra con Claude, un amigo de la infancia. Mientras esperan a Anna, la joven esposa de Vincent, entre el buen humor le hacen preguntas sobre su próxima paternidad. Pero cuando le preguntan si ya ha elegido un nombre para el niño, su respuesta provoca el caos.
Llevo tiempo queriendo hablaros de esta película, con la que me topé por azares del destino y que resultó ser todo un descubrimiento. Un buen día de esas ahora tan lejanas vacaciones veraniegas, tuve la oportunidad de asistir al preestreno de Le prénom en su versión original en francés, subtitulada al español.

Nunca he sido muy de comedias: tengo la sensación de que todas son iguales y de que emplean las mismas técnicas para arrancar carcajadas al público, técnicas que me dejan de hacer gracia, si alguna vez me la hicieron, por un proceso de "tolerancia" paulatina. Ahora me replanteo lo anterior y me pregunto si no era más que un prejuicio mío. Y es que desde que vi Le prénom, ando a la busca de más películas que me arranquen tantas carcajadas como esta. Tal vez pida demasiado.

También me pregunto si mi impresión sobre esta comedia hubiese sido la misma de cambiar las circunstancias; si influirá el haberla visto en v.o., en el preestreno, en la gran pantalla y rodeada de un buen ejército de contagiosas carcajadas (porque la sala en pleno era un hervidero de ellas).

Le prénom empezó a causarme buena impresión desde la música de los créditos del comienzo. Había asistido a la proyección sin ver el tráiler, sin saber a qué me enfrentaba, y tuve la intuición de que no me iba a arrepentir. En los minutos iniciales la voz en off de Vicent nos presenta a los personajes (su familia y amigos), ayudada por una sucesión de escenas de la vida cotidiana de los mismos. Ya desde este momento empieza a formarse el germen de una sonrisa en la cara del espectador.

La trama de Le prénom, así como los escenarios en los que se desarrolla, son lo más sencillo posible: una reunión de amigos que conversan en el salón de una casa. Lo realmente alucinante de esta película es el guión, éste y las interpretaciones que del mismo hacen los actores: no en vano es la adaptación al cine de una obra de teatro de gran éxito. El caso es que sólo esos dos ingredientes consiguen que no puedas parar de reír durante los 109 minutos que dura el film, y que desees con toda tu alma quedarte pegado al asiento, riéndote por toda la eternidad como si te fuera la vida en ello. Así que os la recomiendo muy mucho, a riesgo de que no os guste y me abucheéis por ello.

jueves, 5 de julio de 2012

Moonrise Kingdom

Nos encontramos a mitad de la década de los sesenta en la costa de Nueva Inglaterra. Una isla, un campamento de verano y un montón de niños haciendo travesuras en medio de la naturaleza. Suzy (Kara Hayward) y Sam (Jared Gilman) son dos jovencitos de doce años que acaban de despertar al amor. Sus sentimientos son tan castos y puros como el idílico paisaje en el que se encuentran. Están llenos de vitalidad y quieren vivir aventuras, disfrutar de su entorno y convertirse en exploradores. Por eso llegarán a un acuerdo para escaparse juntos y llevar a cabo todos los planes que sus padres no les permiten hacer. Su empresa cuenta con un montón de dificultades, pero ambos son astutos y sabrán resolver los problemas que encuentren por el camino para escabullirse. 
Cuando los monitores del campamento se den cuenta de la fuga de ambos, darán aviso a sus respectivos padres, de forma que toda la isla se movilizará para encontrarlos. Mientras el pueblo sufre por ellos, Suzy y Sam experimentarán emociones sorprendentes y aprenderán muchas cosas por el camino. 
En la historia de mi familia, hay una película famosa por ser aburrida; una que siempre usamos de ejemplo para expresar lo aburridas que nos parecen las demás. Decimos, "esta película es mejor que la de Life Aquatic" o "esta otra es tan aburrida como Life Aquatic" o, menos frecuentemente: "esta me ha gustado menos que la de Life Aquatic". Wes Anderson es el director del mencionado largometraje y, asombrosamente para mí, Wes Anderson es también el responsable de la maravillosa Moonrise Kingdom.

¿Que por qué, a pesar de saberlo, he ido a verla? La respuesta se resume en una sencilla ecuación: cine independiente + trailer visualmente atractivo + críticas excelentes por todas partes + amor por las rarezas. 

La primera vez que la vi fue precisamente buscando por internet las películas más extrañas que pudiera encontrar, esas que se salen de lo normal y llaman la atención de la crítica en festivales. Me topé así en filmaffinity con la fotito del cartel de Moonrise, me llamó poderosamente la atención su colorido, pulsé sobre ella el botón izquierdo del ratón, leí la sinopsis y vi el trailer. A decir verdad no me convenció mucho, pero aún así sentí curiosidad. Pensaba que ni siquiera estaba estrenada o que tendría que esperar meses (quizás incluso años) para poder satisfacer dicha curiosidad. Sin embargo, al poco tiempo me enteré de que estaba en cartelera. Poco después empecé a leer críticas buenas por todas partes, visualizar valoraciones llenas de estrellas... ¡Y encima era del mismísimo Wes Anderson, el de la película aburrida! No me la podía perder.

Procuré no hacerme muchas ilusiones, y conseguí entrar a la sala del cine con las expectativas justas. Las críticas eran buenas en general, pero también las había mediocres, y seguro que alguna mala. ¿Y si yo era de esos a los que no le gustaba? "Pura poesía", decían algunos. ¿Y si yo no sabía sentirlo así?

En una de esas críticas había leído el comienzo de la película; esa crítica lo halagaba como uno de los puntos fuertes. Decía así:
"En una de las primeras imágenes de ‘Moonrise Kingdom', un grupo de niños se reúne alrededor de un pequeño tocadiscos portátil en el que suena la ‘Guía de orquesta para jóvenes', una pieza elaborada en 1946 por el compositor británico Benjamín Britten a partir de un tema de Henry Purcell. En ella, una (educativa) voz en off va indicando con británica pomposidad la entrada de nuevos instrumentos que, poco a poco, van confiriendo a la música su dimensión orquestal."

Deconstruyendo a Wes Anderson, por Mario Santiago. Crítica completa aquí.

Después vamos conociendo a los personajes: Suzy, una enigmática joven que siempre aparece atisbando el horizonte con unos prismáticos y con maquillaje azul en los párpados, sus hermanos (los niños del tocadiscos), su padre (Bill Murray) y su madre. Suzy irradia personalidad, es una chica con carácter, solitaria, acomplejada y que se refugia en los libros. Es una delicia verla leer y dan ganas de parar la película para poder contemplar un rato las portadas de sus libros y rebobinar para poder escuchar de nuevo sus lecturas.
A continuación nos adentramos en el campamento scout (Edward Norton), con el jefe scout, los soldados scout, incluso el perrito "scout", Snoopy. Hay un scout muy especial, Sam, la otra mitad de la peculiar historia de amor.
Otros personajes son el capitán Sharp (Bruce Willis) o la señora Servicios Sociales, a la que todo el mundo llama graciosamente por este nombre.
Me gustaron especialmente los personajes masculinos, que son además los que más protagonismo adquieren. 
Pero los que más se ganan el cariño del espectador, al menos en mi caso, son claramente Sam y Suzy, el scout renegado y la chica de los prismáticos. Vemos cómo se enamoran, se dan cuenta de que ambos son seres incomprendidos, y esa afinidad les lleva a enviarse cartas y organizar una fuga que finalmente llevan a cabo. El resto de personajes emprenderán su búsqueda y pretenderán separarlos, pero ellos demostrarán poseer un amor sincero y tierno, protagonizando escenas increíbles con una mezcla de ingenio hilarante y sentimentalismo. Una de mis favoritas es cuando se adentran, inocentemente, en el mundo de las relaciones íntimas. 


Toda la acción se desarrolla en un paraje aislado al parecer del resto del mundo, con un paisaje precioso, naturaleza por todas partes, tormentas, aguaceros, truenos y relámpagos, lagos, mares, penínsulas, campos de trigo, bosques verdes, faros a rayas y coloridas casas de campo. Sin duda, la fotografía es visualmente sublime.

Lo mismo ocurre con la banda sonora, que es una delicia para los oídos. Sí, me atrevería a decir que el acompañamiento sonoro es lo mejor de todo.

Moonrise Kingdom no es una película perfecta, en absoluto. La imagen casi lo es, así como el sonido, y especialmente la combinación de ambos. De entre los personajes destacan Sam y Suzy, que protagonizan para mi gusto los mejores momentos. El transcurso del filme tiene sus altibajos, atrapando en algunos momentos por la poesía que encierra, arrancando carcajadas en otros, y también, flojeando un poco a veces.

Para terminar: es muy importante que, si vais a verla, os quedéis a los créditos. Yo me quedé porque tenía tiempo, estaban las luces apagadas y necesitaba saborear la película. Además, se veía que hasta los créditos estaban hechos con cariño. Después di las gracias mentalmente por haberme quedado, porque hay una sorpresa sonora que me dejó hipnotizada. Y estoy segura que a más de un espectador le pasó lo mismo, porque cuando encendieron las luces se respiraba un ambiente de buena película, de suspiros y de anhelo por ver un poquito más...

Lo que puedo afirmar con total seguridad es que salí de la sala con sensación de haber aprovechado el dinero pagado, y eso dice mucho, ¿no? Pocas veces salgo del cine con ese nivel de satisfacción. No es simplemente, "me ha gustado", no. Es eso y un sentimiento de que has descubierto un pequeño tesoro.



¿La habéis visto o tenéis pensado hacerlo? ¿Qué os ha parecido?

lunes, 20 de junio de 2011

Un toque de canela

Fanis Iakovidis es un famoso profesor de astrofísica. Tiene 40 años y ha alcanzado un momento crucial en su vida, una encrucijada existencial que su ciencia no podrá ayudarle a resolver. Su abuelo y mentor, "el abuelo Vassilis" vive en Estambul y ha desarrollado su propia filosofía culinaria práctica, venerada y aplicada por los turcos de forma similar. Fanis no ha visto a su abuelo desde que tenía 7 años. Por ello, cuando el anciano decide repentinamente viajar a Grecia después de tantos años, su inminente visita se presenta como una acontecimiento clave en la vida de Fanis. Cuando los viejos amigos de su abuelo llegan a casa de Fanis y están a punto de brindar a su salud, una llamada telefónica le informa de que el abuelo Vassilis ha caído enfermo de repente. Fani se ve catapultado de forma inevitable a un inesperado viaje hacia Estambul, un viaje de retorno en el tiempo y en el espacio.

Al ver uno no ha de esperar encontrar acción, complicadas y apasionantes tramas e inesperadas sorpresas... Un toque de canela no es de ese tipo de películas. Yo la describiría más bien como una poesía hecha imágenes. Sí, esa es la impresión final que me ha dado. Tal vez sea un poco lenta, sin mucho contenido argumental: ese es su punto débil. Por lo demás, una sucesión de bellas escenas cuentan con poesía una historia sencilla que se desarrolla entre Grecia y Estambul, en un tono mezcla de melancolía y humor. Consigue que te de la sensación de sentir cada textura, olor y sabor. Es un torbellino de melodías exóticas, colores, aromas y metáforas. Vi la película en una sala con un ambientador que despedía un intenso olor a canela, ¡con lo cual fue más realista si cabe!

domingo, 13 de marzo de 2011

Destino oculto

El carismático político David Norris (Matt Damon) está a punto de ser elegido senador cuando conoce a la preciosa bailarina de ballet contemporáneo Elise Sellas (Emily Blunt), una mujer diferente a todas las que ha conocido hasta ahora. Se da cuenta de que se está enamorando de ella y descubre que unos extraños hacen todo lo posible para impedirlo.
David no tarda en entender que debe luchar contra el mismo Destino, los hombres del Departamento de Ajuste usarán todo su poder, que es considerable, para que David y Elise no compartan su vida. Deberá escoger entre dejar que Elise se vaya y seguir el camino predestinado, o arriesgarlo todo desafiando al Destino para estar con ella.
Una película que me ha producido sensaciones contradictorias, tanto buenas como malas, aunque más de las segundas que de las primeras. Tiene como puntos a favor el tema que plantea (típico tópico de "¿Se puede cambiar el destino?") de una forma bastante original, y por otro lado que es entretenida, manteniendo al espectador atento y despierto, aunque sea por curiosidad ante lo que puede pasar. Tiene como puntos en contra lo mal que maneja el tema que plantea y lo decepcionado que deja al final al espectador, que se encuentra con que no pasa nada. Nada excepto un final repentino sacado de la manga, claro. Y poco más que decir, a parte de la trama, que es escasa y poco creíble, ya que cualquier cosa puede ocurrir de cualquier forma.

Conclusión: bien para ver en casa, mal para ver en cine.

domingo, 6 de marzo de 2011

El discurso del rey

Tras la muerte de su padre, el rey Jorge V (Michael Gambon), y la escandalosa abdicación del príncipe Eduardo VII (Guy Pearce), Bertie (Colin Firth), afectado desde siempre de un angustioso tartamudeo, asciende de pronto al trono como Jorge VI de Inglaterra. Su país se encuentra al borde de la guerra y necesita desesperadamente un líder, por lo que su esposa Isabel (Helena Bonham Carter), la futura reina madre, le pone en contacto con un excéntrico logopeda llamado Lionel Logue (Geoffrey Rush). A pesar del choque inicial, los dos se sumergen de lleno en una terapia poco ortodoxa que les llevará a establecer un vínculo inquebrantable. Con el apoyo de Logue, su familia, su gobierno y Winston Churchill (Timothy Spall), el rey supera su afección y pronuncia un discurso radiofónico que inspirará a su pueblo y lo unirá en la batalla.

Qué mejor forma de empezar la sección de cine que con esta película, recientemente ganadora de 4 Óscar: mejor película, mejor guión original (David Seidler), mejor actor (Colin Firth) y mejor director (Tom Hooper). Hoy he tenido el placer de verla, y me ha resultado realmente inspiradora, ¡tanto como para animarme a escribir esto! Como hago con los libros, procuraré limitarme a expresar mi humilde opinión, lo que me ha hecho sentir... teniendo en cuenta que no soy tan entendida de cine como de literatura.

Empiezo hablando del actor protagonista. Bueno, lo único que puedo comentar es que me encanta, pero ya no sé si es el actor en sí o su forma de actuar, ya he dicho que no soy muy entendida... El resto del mundo dice que lo hace bien, así que me lo creo. Pero sí, parece que lo hace bien, muy bien. Al menos a mi me ha encantado, me ha transmitido mucho. ¡Me he dado cuenta de que yo misma me agobiaba con él durante sus temidos discursos!

En cuanto al guión... bueno, yo no sabía qué Óscars había ganado la película cuando la vi, y a pesar de eso uno de los pensamientos que pasó por mi cabeza fue: qué diálogos más magníficamente construidos. Esta película sin ellos no sería lo mismo. Y es que El discurso del rey no es para nada una película de acción. Las escenas transcurren lentamente, hay muchísimos diálogos y poco  movimiento. Y en ningún momento aburre. Tiene sus escenas graciosas, que me hicieron reír un montón y curiosamente acabo de conocer que son las que han censurado en EEUU (no entiendo qué les ven de malo), y tampoco le faltan momentos conmovedores.

Especial mención también al actor que hace de Lionel, el terapeuta que ayuda al rey a superar su tartamudeo y su timidez. La relación entre ambos es lo más bonito de la historia. Y es que a decir verdad el argumento no parece muy emocionante (un rey que intenta superar su tartamudeo), pero la película en sí merece la pena. Fue lo que me dijeron a mi antes de verla, y he podido comprobar la veracidad de la afirmación.

En definitiva, recomiendo la película. Me ha influido bastante, me ha parecido muy curiosa y me ha enseñado algo de historia (aunque poco, se agradece). Resulta que, a pesar de que parecía estar bien ambientada, con unos personajes que me han parecido muy creíbles, se han tomado algunas licencias en ciertos aspectos, que se alejan de los hechos reales. Al llegar a casa y meterme en Internet lo primero que he hecho ha sido buscar información sobre el rey Jorge VI y su verdadera vida, comparando realidad con ficción. Por si a alguien le interesa, hay un vídeo en youtube titulado El verdadero discurso del rey. En él se puede ver lo que su propio nombre indica: al verdadero rey haciendo su verdadero discurso. Aunque está en inglés, puede notarse algo de tartamudeo a veces, y habla con un ritmo muy parecido al de la película.