Estoy entusiasmada. Aunque sería más correcto decir que lo está la parte de mí formada por una compradora compulsiva y caprichosa de libros. La otra parte está melancólica.
El regreso a la infancia
El regreso a la infancia
El jueves me regresaron a la memoria unos entrañables personajes que conocí cuando era niña. Y no eran de ningún libro, no. Hace unos años también me acordaba con frecuencia de estas criaturas, pertenecientes a unos dibujos animados que por alguna razón quedaron grabados a fuego en mi memoria. Me recordaba a mí misma hipnotizada frente al televisor, acudiendo a él con ilusión cada vez que sonaba la melodía inicial. Rememoraba la sensaciones que me transmitía, las cuales me cuesta describir, pero que variaron desde la alegría al miedo, pasando por la fascinación.
El problema es que, al ser bastante desconocidos y haber transcurrido mucho tiempo, no recordaba su nombre. Hasta que un día, no sé cómo, lo conseguí. "¡Los mumin!"
¡Es todo tan idílico! Sabiendo el nombre pude encontrar la melodía inicial, y me descargué y vi unos cuantos capítulos, y así quedé momentáneamente saciada.
Pero ayer volvieron. Estaba yo curioseando libros en Amazon y en catálogos de librerías de segunda mano cuando se me ocurrió introducir "los mumin" en el cuadro de búsqueda. Por qué lo hice, lo he olvidado. El caso es que había visto en alguna ocasión un cómic con las aventuras de estos personajes, y pensé que era de ahí de donde provenían, pero los cómics no me interesan mucho, así que ahí se quedó. Sin embargo, ayer encontré... ¡toda una colección de libros! Así que resulta que el literario es el verdadero origen de estos entrañables seres: ¡novelitas para niños! ¿Sólo para niños? Bueno, eso es lo que quiero averiguar. Porque en la página de la editorial Siruela encontré fragmentos que me parecieron muy bonitos y se me metió entre ceja y ceja que tenía que leerlos.
La escritora se llama Tove Hanson (1914-2001) y es finlandesa. Ella misma escribía e ilustraba sus pequeñas novelas que han ganado varios premios, entre ellos el Hans Christian Andersen 1966. La serie de los mumin por la que se hizo famosa está publicada por Siruela (y me temo que descatalogada) bajo los títulos de: La llegada del cometa, El sombrero del mago, Memorias de Papá Mumin, Verano peligroso, Invierno de troll, La niña invisible, Papá Mumin y el mar (fragmento) y Finales de noviembre.
Mis padres siempre lo dicen: "¡ya tienes otro tema!" Y es que cuando se me mete una cosa en la cabeza, y sobre todo si se trata de un libro... ¡lo quiero y punto! Averigüé cuál era el orden de lectura de la colección publicada por Siruela y empecé a buscar el mejor modo de hacerme, al menos, con el primero. No tenía muchas esperanzas de conseguirlo a corto plazo pues, aunque está disponible en Amazon, la economía no está para tirar cohetes y prefería esperar un poco o verlo físicamente antes de decidirme.
El milagro
Al día siguiente me encontraba con un estado de ánimo bajo: era uno de esos momentos en que parece que no hay nada que a uno le apetezca hacer. Algo tenía que hacer para remediarlo, así que pensé que tal vez ir en busca de "Los mumin", aunque fuera con la excusa de ver libros, podría levantarme la moral. Al fin y al cabo, los libros ya han conseguido en múltiples ocasiones proezas tales como quitarme el hambre o el cansancio: cuando salgo de una librería empiezo a ser consciente de cosas de las que no me había dado cuenta en el interior, como por ejemplo, que mi estómago ruge o que me duelen los pies de tanto andar. ¿No os pasa a vosotros?
El primer destino fue La casa del Libro, una un tanto escasa, por cierto. Después de echar un vistazo a la sección de libros infantiles y juveniles y preguntarle por el título a un extrañado dependiente, salí con las manos vacías. Y, como sabía que saldría igual de cualquier otro sitio, ni me molesté en probar. La única opción que me quedaba era mi "librería" favorita: la cuesta de Moyano. Situada justo al lado del verde y frondoso Parque del Retiro, y a "dos pasos" de la estación de Atocha, este lugar se ha convertido en mi predilecto para zambullirme en un mar de libros a buscar tesoros escondidos. Si no me animaba eso, estaba perdida.
El milagro
Al día siguiente me encontraba con un estado de ánimo bajo: era uno de esos momentos en que parece que no hay nada que a uno le apetezca hacer. Algo tenía que hacer para remediarlo, así que pensé que tal vez ir en busca de "Los mumin", aunque fuera con la excusa de ver libros, podría levantarme la moral. Al fin y al cabo, los libros ya han conseguido en múltiples ocasiones proezas tales como quitarme el hambre o el cansancio: cuando salgo de una librería empiezo a ser consciente de cosas de las que no me había dado cuenta en el interior, como por ejemplo, que mi estómago ruge o que me duelen los pies de tanto andar. ¿No os pasa a vosotros?
El primer destino fue La casa del Libro, una un tanto escasa, por cierto. Después de echar un vistazo a la sección de libros infantiles y juveniles y preguntarle por el título a un extrañado dependiente, salí con las manos vacías. Y, como sabía que saldría igual de cualquier otro sitio, ni me molesté en probar. La única opción que me quedaba era mi "librería" favorita: la cuesta de Moyano. Situada justo al lado del verde y frondoso Parque del Retiro, y a "dos pasos" de la estación de Atocha, este lugar se ha convertido en mi predilecto para zambullirme en un mar de libros a buscar tesoros escondidos. Si no me animaba eso, estaba perdida.
Se trata de una Feria del Libro perpetua (algo así como un paraíso). Una hilera de puestos repletos de libros, tanto antiguos como nuevos, exponen sus mercancías al aire libre, bajo los árboles en hilera de una calle peatonal.
Para mi decepción, me encontré con una hilera de puestos, pero cerrados a cal y canto. ¡Ah, no! Parecía que al fondo había un reducto de supervivientes y voluntariosos libreros... En fin, no podría entretenerme mucho tiempo, pero algo era algo. Así que, un poco desganada, me puse a mirar, pensando que por lo menos podría tener la suerte de encontrar algún texto que me enamorara y me salvara de mi apatía.
Me hubiera gustado conservar una fotografía de mi cara cuando, tras separar un libro de otro, la portada encarnada de La llegada del cometa quedó al descubierto. No os exageraría si os dijera que estuve a punto de echarme a llorar. No había visto aquel libro en mi vida y, sin embargo, allí estaba, en uno de los únicos 2 puestos que había abiertos. ¿Existen las casualidades?
Pero lo mejor de todo es que, mientras que en Internet puede encontrarse desde los 14 euros hasta los 72, yo me lo llevé por el irrisorio precio de 3 euros. Así es la cuesta de Moyano: un montón de puestos de chuches para lectores.
En cuanto al vendedor, le pregunté que si tenía alguno más de la colección y me respondió que creía que no, pero que tenía tal o cual libro, y empezó a sacarme novelas para niños como si pensara que yo buscaba libros para regalar a algún infante. Pues no, señor vendedor, aquí donde me ve, aún leo cosas de niños, y lo que busco es para mi disfrute... (Eso no se lo dije, soy muy cobarde.)
Ahora me toca leerlo y contaros qué tal. Tengo la impresión de que es uno de esos libros infantiles que esconden algo más. Al menos, el universo que ha creado la autora es perfecto para transportarse, según reza la contraportada a "un mundo paralelo, mágico, amable y sorprendente": ideal para desconectar.
Y vosotros, ¿conocíais a "Los mumin"?
Comprendo como te has sentido pero a mi estos dibujos no me sueñan de nada.
ResponderEliminarCaminante, qué gran relato de tus peripecias!
ResponderEliminarMi librería favorita también es la cuesta de Moyano ;o) Joyas a buen precio, quién se resiste!
Me alegro mucho de que tu persistencia haya dado tan buen fruto, y sí, los mayores todavía recordamos a la nena que llevamos dentro.
Besotes afines.
Me ha gustado leer tus peripecias para finalmente hacerte con el libro de los mumin. Y fíjate, que creo que en tu descripción de esa búsqueda describes perfectamente lo que es el espíritu de la cuesta de Moyano.
ResponderEliminarBesos y que disfrutes de tus mumin!
No conozco a estos personajes pero me ha encantado leer tu peregrinaje en su busca. Está claro que ese ejemplar estaba esperándote, Caminante.
ResponderEliminarBesazos de otra que también busca consuelo en las librerías,
Pues yo no lo conocía pero desde luego encontrarse con algo de nuestra infancia, de esa manera y a ese precio es para salrar de alegría. Disfrútalo mucho. Besos.
ResponderEliminarPus yo siiiiii
ResponderEliminary tengo un montón de libros de los dibus de cuando era pequeña, y este no!!
Pero lo buscaré
Besos
Una Feria del Libro perpetua...se me hace la boca agua jajaja
ResponderEliminarLa verdad es que los dibujos o sus libros originales no los conocía, pero me alegro mucho de que apareciera ese tomo en el momento indicado.
Una bonita historia :)
Un fuerte abrazo,
Nimue
@Mientras Leo Oooh, ¡por fin alguien que los conoce! ¿Qué ediciones tienes? ¿Son distintas a estas? Besos!
ResponderEliminarYo tampoco los conozco, la verdad. Disfruta mucho de tu adquisición!
ResponderEliminarBesos:)
Jo pues no me sonaban....pero yo ayer anduve recordando con mi pareja los dibujos de los autos locos jejejej
ResponderEliminarDisfrútalo que menuda coincidencia ;)
Un beso!
Todo esfuerzo tiene su recompensa!!
ResponderEliminarY a mi que estos personajes no me suenan...
Besos
CIta
No conozco de nada estos dibujos... pero esta nostalgia la he sentido yo con Pokémon! hahahaha
ResponderEliminarBesos,
@Trotalibros jaja Pues yo soy más de Digimon (y estos dibujos, aunque los veía con otra edad, los seguía fielmente y los veía con unas ganas...) ;)
ResponderEliminarUn beso!