Supe de la existencia de esta novela a través del Facebook del autor. Su portada y en especial su título resultaron ser un buen reclamo para que me fijara en ella y decidiera adquirirla a través de Amazon. Además, con El tiempo de las palabras azules, Pedro Brotini ganó el Premio Volkswagen Qué Leer. Sí que soy un poco superficial en cuanto a portadas y títulos; sin embargo, este último hecho no es algo en lo que me haya basado ni en lo que me fije habitualmente para elegir lectura. Si bien es cierto que da confianza, y quizá por eso tenía unas expectativas algo más altas de lo conveniente.
Aunque no haya sido tan ideal como la esperaba, la novela ha cumplido: desde el comienzo me he introducido en la historia, sintiéndome cómoda en ella, y no me ha resultado aburrida en ningún momento. ¿Qué ha fallado? Tal vez, varias pequeñas cosas, todas ellas con tan poca importancia que ni siquiera sabría identificarlas. Y, seguro, una grande, o que para mí lo ha sido: las erratas que iba encontrando diseminadas a lo largo de la lectura.
Aunque no haya sido tan ideal como la esperaba, la novela ha cumplido: desde el comienzo me he introducido en la historia, sintiéndome cómoda en ella, y no me ha resultado aburrida en ningún momento. ¿Qué ha fallado? Tal vez, varias pequeñas cosas, todas ellas con tan poca importancia que ni siquiera sabría identificarlas. Y, seguro, una grande, o que para mí lo ha sido: las erratas que iba encontrando diseminadas a lo largo de la lectura.
Y es que, por lo demás, tampoco se le puede criticar mucho. Pese a que tiene sus sorpresas, no se caracteriza por ser una historia con grandes giros, pero eso viene determinado en parte su naturaleza: se trata más de una novela de personajes, como a mí me gustan. Vida normal de gente normal; nada de héroes, nada de sucesos excepcionales, nada de buenos ni de malvados.
Angélica es el primer personaje que conocemos y diría que la de personalidad mejor construida. Es una mujer anciana dotada de un espíritu fuerte, que pese a su difícil situación se las arregla para salir adelante ella y sacar adelante a los que la rodean, a través de los buenos consejos que la edad y la experiencia le permiten dar. Ella, escritora de cuentos para niños, no ama tanto los coches como lo hizo su marido, que se dedicaba a restaurarlos y venderlos. Pero cuando este fallece deja un trabajo a medias que ella se propone terminar, y el viejo Volkswagen del garaje atraerá más sorpresas de las esperadas. Entran en escena más personajes, pero no creo convenientes más detalles, porque es de esas novelas cortas compuestas por pequeñas cosas que es mejor ir descubriendo a medida que se lee. Así que tan solo diré que mi otro favorito es el mecánico que ayuda a Angélica, o más bien la relación que se establece entre ambos. Bueno, y el Volkswagen, que guarda tanto en su interior que al final parece casi humano. A mí no me gustan mucho los coches, pero a este se le coge cariño...
Es, en definitiva, una historia bonita, que entretiene en todo momento y esconde sencillas reflexiones sobre la vida; aunque, como el antiguo Wolkswagen que la co-protagoniza, necesite una pequeña puesta a punto.
3,5