martes, 31 de enero de 2012

Mar de aire

Como una nube en el viento
hallábame yo sentada
a lomos del pensamiento
que en mi mente descansaba.

- Y hoy, amigo pensamiento,
¿dónde me vas a llevar?
Y hoy, pensamiento infinito,
¿qué cosas me mostrarás?

-Hoy te voy a enseñar un mar,
pero no es nada normal.
Cuando el sol regala luz
el mar se esconde a la sombra.
Si el sol apoyado está
sobre la colina al alba
el mar por poco se asoma.
Es un mar de aguas oscuras,
quizá porque son profundas.
Es un mar lleno de perlas
pues vive en lugar tan alto
que nadie pudo cogerlas.

-¿Dónde vive?
-En el cielo.
-Imposible.
-Pues es cierto.

-¿Y cómo podría yo verlo?
-Verás: cuando el sol se cansa
recoge sus rayos, lento,
para acostarse en las nubes
que utiliza como lecho.
Entonces, muy cauteloso,
el mar se mete en el cielo
y se extiende poco a poco
vistiendo el techo de negro.

-¿Y tiene peces, el mar?
-Sí los tiene, son preciosos;
peces con plumas y alados.

-¿Y las olas susurrantes?
-No son de agua, sino de aire.
Se deslizan por las plantas y los árboles,
arrancan voces a las hojas mudas
y de gran tranquilidad te inundan.

-Y ese mar de que me hablas,
¿está muy lejos de aquí?
-Cada noche, alza la vista
y lo verás sobre tí.


viernes, 27 de enero de 2012

Estudio en escarlata; de Arthur Conan Doyle

"Sherlock Holmes se puso en pie y encendió la pipa.
-Sin duda cree usted halagarme estableciendo un paralelo con Dupin- apuntó-. Ahora bien, en mi opinión, Dupin era un tipo de poca monta. Ese exponente suyo de irrumpir en los pensamientos de un amigo con una frase oportuna, tras un cuarto de hora de silencio, tiene mucho de histriónico y superficial. No le niego, desde luego, talento analítico, pero dista infinitamente de ser el fenómeno que Poe parece haber supuesto.
-¿Ha leído usted las obras de Gaboriau?- pregunté-. ¿Responde Lecoq a su ideal detectivesco?
Sherlock Holmes arrugó sarcástico la nariz.
-Lecoq era un chapucero indecoroso- dijo con la voz alterada-, que no tenía sino una sola cualidad, a saber: la energía. Cierto libro suyo me pone sencillamente enfermo... En él se trata de identificar a un prisionero desconocido, sencillísima tarea que yo hubiera ventilado en veinticuatro horas y para la cual Lecoq precisa, poco  más o menos, seis meses. Ese libro merecería ser repartido entre los profesionales del ramo como manual y ejemplo de lo que no hay que hacer."
SINOPSIS
Estudio en escarlata es la primera obra de Arthur Conan Doyle en la que aparece Sherlock Holmes, no sólo el detective más famoso de la realidad y la ficción de todos los tiempos, sino uno de los personajes más entrañables, populares e imperecederos de la literatura.
Un cadáver hallado en extrañas circunstancias en una casa deshabitada provoca que los agentes de policía de Scotland Yard se pierdan en divagaciones equivocadas. Y, por si fuera poco, un nuevo asesinato parece complicar aún más la historia. Para resolver el misterio, habría que remontarse en el tiempo a otros asesinatos ocurridos hace 30 años en la ciudad mormona de Salt Lake City... 
Sólo Sherlock Holmes, gracias a sus implacables poderes deductivos y forenses, será capaz de solventar el crimen.


Pareciera que ahora solo leo novelas policíacas, o detectivescas, pero lo cierto es que la lectura de Estudio en escarlata no ha sido planeada, sino que ha surgido de forma natural. Y lo de natural no puede aplicarse al medio utilizado para conocer por fin a este famoso detective: ¡el lector de e-books que me trajeron los Reyes Magos! Me hizo mucha ilusión, porque estaba llenísimo de libros: poesía, teatro, novela, narrativa contemporánea, cuentos... Vamos, casi no sabía por donde empezar, me daban ganas de devorarlos todos a la vez, iba picoteando de uno a otro. ¿Qué mejor oportunidad para asomarme al mundo de los clásicos? Aunque con muchos seguramente no me anime, hay tantos (1000 si lo que rezaba la oferta del aparatito era cierto) que alguno caerá... Como este Estudio en escarlata, que fue uno de los que picoteé y, tras comer unas migajas y ver que era ligero de páginas, me atreví a engullir entero.

El narrador de la historia comienza siendo el doctor Watson. Empieza hablando de sus días como médico en la guerra y de cómo esos días acaban, y de la manera en que posteriormente el camino de la vida le lleva a conocer al que será su compañero de piso, el mismísimo Sherlock Holmes. Al principio, cuando hablaba de la guerra, no me terminaba de convencer. Parecía un libro un poco denso para mi gusto. Pero enseguida- y cuando digo enseguida es enseguida- adquirió un ritmo mucho más dinámico y entretenido. Tanto que me sorprendió, y fue lo que me hizo decidirme a aventurarme. 

La primera parte está llena de diálogos. Podría decirse que apenas hay páginas que no contengan diálogos. La mayoría de ellos se desarrollan entre el detective y su recién conocido ayudante. Son realmente ingeniosos, y es un aspecto que me ha encantado. Me hacía mucha gracia la relación entre esos dos personajes. Yo creo que lo que más gracia me hacía era la forma de ser y de expresarse de Sherlock, tanto al hablar con Watson como cuando lo hacía con Gregson y Lestrade, los dos agentes a los que ayudaba a resolver sus casos (para que luego ellos se llevasen el  mérito a ojos del público). Lo que sí me ha parecido es que el famoso detective es un poco creído, ¿qué opináis los que le conocéis? Su prepotencia alcanza el punto álgido en el fragmento que he escogido para esta entrada, con el cual, dicho sea de paso, lo pasé de lo lindo. Vamos, que pese a todo su prepotencia no deja de ser divertida.

Si la primera parte me atrajo por sus diálogos, la segunda lo hizo por su radical cambio de punto de vista. De repente, me sentí arrancada de Londres y su Baker Street para aterrizar en un erial desértico, en el que me sentí tan perdida como lo estaba el personaje que por allí deambulaba. Ahora era un narrador omnisciente el que me contaba las peripecias de un tal John Ferrier. 

A medida que avanza la narración nos damos cuenta de que lo que estamos leyendo no es más que un puzzle construido desde sus dos extremos: a ambos lados van uniéndose las piezas, hasta terminar confluyendo y encajando sus recovecos en el centro de la escena, formando la imagen de los hechos en su totalidad. ¡Necesitamos leer la primera y la segunda parte para reconstruir unos hechos que Sherlock adivinó con unas cuantas huellas, una lupa y una cinta métrica!

En fin, que me ha gustado mucho conocer por fin a Holmes. ¡No imaginé que fuera tan excéntrico como lo he encontrado! Tal vez, en otra ocasión, pruebe con otra de sus detectivescas aventuras.



viernes, 13 de enero de 2012

La princesa de hielo; de Camilla Läckberg

"La casa estaba desierta y vacía. El frío penetraba por todos los rincones. En la bañera se había formado una fina membrana de hielo.
Pensó que, así tumbada, como estaba, parecía una princesa. Una princesa de hielo.
El suelo sobre el que se sentaba estaba helado, pero el frío no le preocupaba. Extendió el brazo y la tocó.
La sangre de sus muñecas llevaba ya tiempo coagulada.
El amor que por ella sentía jamás había sido tan intenso. Le acarició el brazo como si acariciase el alma que había abandonado aquel cuerpo.
No se volvió a mirar cuando se marchó. Aquello no era un adiós. Era un hasta la vista."
SINOPSIS
Cuando tras el fallecimiento de sus padres, la joven escritora Erica vuelve a su pueblo natal, Fjällbacka, no se puede ni imaginar que se verá envuelta en la truculenta historia de un crimen, cuyos protagonistas no son otros que sus propios compañeros de la infancia. Su amiga Alex es hallada muerta, aparentemente se ha suicidado, pero se descubre no sólo que fue asesinada sino que además estaba embarazada, lo que multiplica las conjeturas de Erica. Le piden que escriba un recordatorio para su funeral y comienza a investigar la vida de la víctima. Con la ayuda del comisario Patrik, que pronto se convierte en algo más que un amigo, descubre un oscuro secreto del pasado largamente guardado.
Quise iniciarme en la novela policíaca con este libro del que tanto había oído y visto. Sabía que teníamos por casa las novelas de Camilla Läckberg, pero cuál fue mi sorpresa al comprobar que justo nos faltaba la primera. Así que la pedí prestada. Si iba a leer novela policíaca, iba a leerla empezando por el principio.

Así fue como me adentré en las calles de Fjällbacka, nombre que recuerda a Chewbacca, y también impronunciable y complicado de deletrear. Nombre que nuestra  mente lee pasando la vista por la jota, la diéresis y las dos eles, sin atreverse a imaginar cómo sonará pronunciado. Me detengo en Fjällbacka no sólo para hablaros de la palabra en sí, sino porque a lo largo de todo el libro intentaba imaginármelo, sabiendo que era un pueblo real y preguntándome si lo estaría componiendo bien en mi mente. Pero no ha sido hasta hace un momento cuando me he acordado de poner "Fjällbacka" en Google y me he quedado anonadada y queriendo poner mis pies en el pueblo real.
Fjällbacka

Lo cierto es que, después de todo, Camilla Läckberg hace lo posible porque al leer La princesa de hielo todo nos parezca muy real. No tanto como vivirlo, pero sí lo suficiente como para que nos imaginemos el ambiente del pueblecito costero. Sus personajes son igualmente creíbles y se mueven con naturalidad en sus vidas cotidianas (y no tan cotidianas).

Los "protagonistas" son la escritora Erica y Patrick, que trabaja para el comisario del pueblo (no es el comisario, como indica la sinopsis de la contraportada). Las vidas de ellos, con sus correspondientes subtramas, se entremezclan con el ir y venir de los demás habitantes del pueblecito nórdico, desde el más humilde vecino hasta la más adinerada familia. Todos ellos tienen algo que contar, problemas y aspiraciones vitales, secretos, amores, ambiciones... lo cual consigue hacerlos muy humanos y creíbles, y permite hacer conjeturas sobre quién pudiera ser el culpable de qué cosa (recordad que estamos ante una novela policiaca). 

Algo que me ha llamado la atención es la frecuencia con que la autora nos describe la decoración de las viviendas. Sabemos así que a tal personaje le gustan los adornos estrambóticos, que tal mujer tiene un gusto exquisito a la hora de combinar las cortinas con los cojines del sofá, o que la millonaria de la mansión de la colina sólo se preocupa porque su mobiliario sea lo más caro posible. También se detiene Camilla mucho en los maquillajes y la elegancia de cada uno.

El lenguaje no es nada del otro mundo, práctico y sencillo, por lo que nos encontramos ante una historia que destaca más bien por el realismo que consigue y su trama absorbente. A mí en ningún momento se me ha hecho aburrida.

Al final, todos los hilos de la trama se van trenzando hasta formar una cuerda compacta y resistente, que no nos decepciona, incluso con alguna sorpresa de por medio. Puedo decir que he obtenido de este libro exactamente lo que esperaba de él.