"'Y sólo de tan frágil materia está hecha la vida: de imposibles recuperaciones, de imposibles regresos y de imposibles comienzos', sollozó. Y entre lágrimas vio cómo avanzaba hacia ella el Príncipe de los ojos de hielo, abriéndose paso entre carcajadas de sirvientes y soldados, y niños disfrazados con suntuosos harapos,y muñecos ahorcados bamboleándose en el Árbol de un irremediable invierno."
Antes que nada: que no engañe su posiblemente aburrido y poco llevadero comienzo, pues tal fue para mí. En un primer momento este libro me pareció inabarcable, pues adentrándome en los comienzos de la historia la encontré sin sentido y atractivo alguno, y el ver las más de 900 páginas que me quedaban dudaba si algún día de mi vida lo acabaría. Por fortuna, no soy dada a abandonar libros, y le di a esta joya una oportunidad bien merecida. Porque lo que he descubierto en sus 900 y pico páginas ha sido lo menos parecido a una historia sin sentido.
Resumiendo, se trata de un CUENTO GIGANTE. Sin resumir, se trata de una narración de estilo algo arcaico, que en mi opinión le da belleza, y que consigue no sólo acercarte a los personajes, sino que evoques irremisiblemente tu infancia, esos tiernos recuerdos olvidados que tanta ilusión hace recuperar. Era fácil sumergirse en él y creerse por un momento ese niño o niña que leía los cuentos de los hermanos Grimm, o los de Andersen, o Caperucita Roja, o Blancanieves... Pues como he dicho el libro es un cuento gigante, un cuento que nunca se acaba, o que, al menos, nunca debería acabar... Y los personajes desfilan por ese cuento en una maravillosa cabalgata multicolor, uno detrás de otro, y uno detrás de otro dejan de desfilar. Pero eso sólo en las páginas. Uno acaba con la impresión de que en su mente el desfile continúa.
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