Hace tiempo ya que acudí a la presentación de esta novela en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid. Había leído con buenos resultados la anterior obra de la autora (El camino de las luciérnagas) pero hasta ahora ésta ha permanecido a la espera, intervalo durante el cual han sido ambas leídas por otra persona que vota por la primera. Yo no sabría por cual decantarme, pero la balanza se inclina hacia el libro que traigo hoy.
Donde las calles no tienen nombre toma el título de la canción de U2 Where the streets have no name. En ella la autora desarrolla una trama familiar cuyo punto fundamental es el desarrollo detallado de los odios y anhelos que llevan a actuar a cada personaje, con mención especial a dos de ellos: la madre y la hija.
La madre, Doña Pilar, una mujer de ideología retrógrada, es fácil que termine siendo bien odiada por el lector. Impone su autoridad a su hija María, siempre María del Pilar para ella, cuya vida se empeña en dirigir en todos los ámbitos, incluso el sentimental. Las mujeres están para hacer felices a los hombres, para ser buenas esposas y madres, no hay por qué montar ningún espectáculo ante las infidelidades, siempre mantener impoluto el nombre de la familia, qué hay peor que un escándalo, un mal menor ese desliz sexual de tu pareja... Quizá, disponiendo de una capacidad empática lo suficientemente desarrollada, pueda hallarse justificación en el modo despótico y egoísta de pensar de Doña Pilar. Yo estuve intentándolo toda la novela y lo conseguí a medias.
Habiendo vivido desde su más tierna infancia con semejante madre, María no ha tenido más remedio: se ha convertido en una joven mujer insegura, siempre causando impulso de protección en los demás, sin encontrar valor en sí misma, creyéndose dependiente e incapaz de seguir adelante si no es siguiendo el camino que Doña Pilar ha ido extendiendo frente a ella. A lo largo de la novela María intenta salir de esa cárcel de indefensión en la que se cree encerrada, tiene que hacerlo porque quiere resolver una interrogante: el artífice de la muerte de su padre y de su mejor amigo. ¿Están relacionadas? ¿Tiene su madre algo que ver?
El resto de personajes que aparecen, los dos hermanos de María, su psicoanalista, amigos y parejas, antepasados... añaden sus motivaciones a las del resto para formar parte de un juego en el que unos a otros se lanzan la bola de "sospechoso culpable".
La madre, Doña Pilar, una mujer de ideología retrógrada, es fácil que termine siendo bien odiada por el lector. Impone su autoridad a su hija María, siempre María del Pilar para ella, cuya vida se empeña en dirigir en todos los ámbitos, incluso el sentimental. Las mujeres están para hacer felices a los hombres, para ser buenas esposas y madres, no hay por qué montar ningún espectáculo ante las infidelidades, siempre mantener impoluto el nombre de la familia, qué hay peor que un escándalo, un mal menor ese desliz sexual de tu pareja... Quizá, disponiendo de una capacidad empática lo suficientemente desarrollada, pueda hallarse justificación en el modo despótico y egoísta de pensar de Doña Pilar. Yo estuve intentándolo toda la novela y lo conseguí a medias.
Habiendo vivido desde su más tierna infancia con semejante madre, María no ha tenido más remedio: se ha convertido en una joven mujer insegura, siempre causando impulso de protección en los demás, sin encontrar valor en sí misma, creyéndose dependiente e incapaz de seguir adelante si no es siguiendo el camino que Doña Pilar ha ido extendiendo frente a ella. A lo largo de la novela María intenta salir de esa cárcel de indefensión en la que se cree encerrada, tiene que hacerlo porque quiere resolver una interrogante: el artífice de la muerte de su padre y de su mejor amigo. ¿Están relacionadas? ¿Tiene su madre algo que ver?
El resto de personajes que aparecen, los dos hermanos de María, su psicoanalista, amigos y parejas, antepasados... añaden sus motivaciones a las del resto para formar parte de un juego en el que unos a otros se lanzan la bola de "sospechoso culpable".
Tenía ganas de quedar pegada a una novela del mismo modo que he quedado pegada a Donde las calles no tienen nombre. Hacía mucho que no leía, por ejemplo, casi cien páginas en un día. Tampoco cualquier libro me incita a abrirlo en el intervalo de sentarme en un banco para hacer un pequeño descanso durante una visita turística a una ciudad al otro lado de Europa. Todo eso lleva a concluir que Mónica Rouanet ha combinado palabras de alguna manera especial para lograr una fórmula mágica.
Pues la verdad es que la sinopsis no me decía mucho...si me animo será sólo por lo mucho que te ha gustadp
ResponderEliminarUn beso!
Me gusta! No lo conocía y creo que es una lectura interesante...
ResponderEliminarBesotes