Ahora es el momento. Aunque mientras escribo esto se va el "ahora", me tomo la libertad de alargarlo para poder decir: ahora acabo de terminar esta lectura, después de varios meses. Ahora se ha cerrado el círculo. Ahora es el momento que más importa en la vida de Rigby John Klusener, el que ha elegido para empezar a recorrer el mundo, cosa tan necesaria para buscar lo que uno lleva dentro. Y en torno a ese, los demás momentos, formando un círculo, contemplando a Rigby John en el desierto iluminado por la luna y con una margarita en la cabeza. Algo está a punto de empezar, y algo a punto de terminar.
"Creedme, algo que he aprendido en mis diecisiete años es que tienes que tomar pronto una decisión sobre si quieres vivir en este mundo o en el que vendrá después de este.No sé lo que dije de La ciudad de los cazadores tímidos, la anterior novela que leí de Spanbauer, pero si sé que, pese a resultarme difícil acabarla, me dejó claro que este escritor hacía ARTE. Por eso he regresado y regresaré a él. Y me seguiré quedando con la boca abierta al leer sus trucos de magia. ¿Cómo lo hace? Todas sus palabras parecen tan simples, las formas de unirlas tan comunes, pero... se me ocurre, de repente: ¿estará ahí el secreto? ¿En unir letras, unir palabras, pero después unir frases, unir párrafos? Da la impresión de que todo lo controla Spanbauer y juega como quiere con el lector y con sus sentimientos. Logra, siempre, que lo más asqueroso parezca bello y despierte ternura. Que ames lo que creías que ibas a odiar.
Tal como yo lo veo, sabemos que tenemos este mundo, de modo que vive en él mientras estés aquí. Y el próximo supongo que ya se verá cómo van las cosas.
No he estado siempre tan seguro. Si nunca hubiera conocido a Georgy Girl, todavía estaría meneándomela con un puño y golpeándome el pecho con el otro con un mea máxima culpa."
"Joder.
Solo su sonido expresa exactamente lo que quieres decir.
Joder. Joder. Joder. Joder. Joder. Joder. Joder.
Personalmente no dije “joder” durante mucho tiempo. Al principio sobre todo porque creía que era pecado, y más tarde porque lo decían todos los demás. Llegó un momento en que decir “joder” era como tener una escopeta en el soporte para armas de la ventana trasera de tu camioneta.
Fue anoche.
No fue hasta anoche, durante la cena, cuando caí en la cuenta de lo perfecta que es la palabra “joder”.
“Joder” como una forma de dirigirse al mundo."
Las palabras se me quedan cortas para expresarlo. Admiración y ganas de memorizar cada frase. La luna llena, una sombra en la arena del desierto ("Siempre puedes saber cómo te sientes por el aspecto de tu sombra"), rayos y truenos, viento que agita el pelo y hace que los árboles hablen en voz baja. Pero además sexo y semen y pollas y pecado y sudor ("pedernal y gamuza en la garganta"), y alcoholismo y cigarrillos y marihuana, y violencia y represión e impotencia ("la sensación en los brazos que significa impotencia"); y sí, todo eso puede ser entrañable y hermoso. Una vez más, personajes con los que no empatizarías en la vida real son tus compañeros y hay una parte de ellos que está por dentro y que Spanbauer saca para enseñarte y resulta que eres tú.
Como decía, esta es una historia en forma de círculo de momentos. También es de las que llaman novelas de aprendizaje (la mejor que hasta ahora he tenido ocasión de leer, porque transmite de verdad lo que es "aprender" y el proceso que supone). Rigby, el protagonista y narrador, es un adolescente que vive en una granja de Idaho con su hermana mayor y unos padres muy católicos que, en ocasiones, constriñen demasiado su libertad y limitan sus experiencias. Él está acostumbrado a seguir las normas y en su infancia tiene una relación especial de apego con su madre, su querida madre de ojos de color cambiante, a la que le encanta hacer reír. A través de sucesos vitales y sus relaciones con otros personajes, entre los que cobran especial relevancia un indio alcohólico y una chica llamada Billie, va descubriendo su verdadera identidad y reparando en las posibilidades y cosas potentes que hay ahí fuera esperando a ser descubiertas. Pero no podrá hacerlo si no corta de una vez por todas la cuerda que lo ata a su familia.
"Estaba casi oscuro cuando dejó el pincel.Dentro del limitado escenario de una granja y sus terrenos circundantes, así como la ciudad cercana de Pocatello, Tom Spanbauer desarrolla una trama pausada pero emocionalmente intensa, que gira sobre ella misma y a cada vuelta se detiene en puntos diferentes.
¿Ya has terminado el cuadro?, pregunté.
Por ahora, dijo ella.
[...]
Al final del campo de alfalfa, dije. Todo lo que veo ahí es llano. ¿De dónde han salido esas montañas verdes y moradas?
Si no hubiera estado tan cerca de ella no habría advertido su sonrisa. Cuando habló, habló del tipo de magia más grande que existe. Palabras que mi madre nunca pudo darme.
El bosque y las montañas verdes están dentro de uno, dijo Theresa. Eso es lo que hace un artista. Viaja por el mundo buscando lo que está en su interior."
Siento la necesidad de que todo el mundo lea a Spanbauer. Voy a intentar explicar por qué yo no puedo dejar de hacerlo. No son novelas de un ritmo trepidante, que no puedas parar de leer. Las dos que he leído me han llevado meses (si bien yo tampoco suelo ir a novela por semana). Sin embargo, en los pequeños ratos que pasas junto a lo que escribe este autor, sientes que hay un contenido en ello que mueve cosas dentro de ti y cambia el modo en que ves la realidad. Hay poesía en la oscuridad.
"He metido la mano en el bolsillo, he sacado el papel doblado, lo he hecho botar en la mano.
¿Qué haces con algo que es tan importante para ti? Te lo comes. Te lo metes por el culo. Lo desdoblas y te lo coses al corazón."