domingo, 23 de junio de 2013

Conociendo a... Pablo de Aguilar González

Hace ya casi un año que Los pelícanos sobrevolaron este blog, y un mes desde que os presentaba la novela Intersecciones, una de las lecturas con las que más he disfrutado recientemente. Es fácil darse cuenta de una de las cosas que tienen en común: el autor. El resto de parecidos están por dentro, y tienen que ver con la capacidad de combinar palabras de dicho autor.
Pues bien, hace ya una semana que tuve ocasión (y fortuna) de conocerle y, tras muchas dudas originadas de mi apego a la vida rutinaria y sin emociones excesivas, decidí que me arrepentiría de por vida si no hacía esto. Y lo entrevisté. Si puede llamarse así.
Era el penúltimo día de la Feria del Libro de Madrid de 2013. En el parque del Retiro brillaba el sol, y alrededor de nuestras palabras piaban los pajaritos...

¿Cómo fue ser alcanzado por la “radioescribidad”? [Os pongo en antecedentes: Pablo es uno de los "autores del meteorito", cuya leyenda dice así. En la Nochebuena de 1858 cayó sobre Molina de Segura un gigantesco meteorito. Cuenta la leyenda que, desde entonces, el cráter emite una misteriosa radiación que ha hecho germinar, ciento cincuenta años después, una generación de escritores como nunca se había visto en toda la comarca…]
Yo no escribía. Hasta los 40 años o así no empecé a escribir. Y siempre cuento (porque esto de la “radioescribidad” es una “frikada”, ya lo habrás podido comprobar) que soy la prueba empírica de que la “radioescribidad” no es una “frikada”: es una teoría probada conmigo. Porque hasta que llegué a Molina [de Segura] no había escrito nunca, y cuando llegué a Molina me dio por ahí. Necesitaba algo que me sacara del mundo de la informática. Dibujo fatal, canto mucho peor que dibujo, y dije: “Bueno, vamos a probar escribiendo”. Y escribiendo, escribiendo, aquí estoy.

El meteorito, expuesto en el Museo Nacional de Ciencias Naturales

En tus textos hay muchos puntos y aparte y párrafos cortos. Se nota más en Intersecciones, pero también se percibe algo en los Los pelícanos ven el norte. ¿Es algo premeditado o inconsciente? 
Sí, es consciente. Conseguí mi voz (que sí que es mía), con la que yo me encuentro cómodo, gracias a una serie de escritores americanos. “La escuela del riesgo”, se llaman. Si conoces El club de la lucha, el escritor que escribió esa novela es Chuck Palahniuk, y leí alguna cosa de él; algunas me han gustado mucho y otras menos. Pero tienen un maestro con cuatro novelas escritas (el año que viene publica otra) y se llama Tom Spanbauer. Leí mucho sobre ellos, me gustó, y cogiendo un poco de ellos y un poco de lo mío, llegué a esto. Intersecciones es anterior a Los pelícanos y más radical; en Los pelícanos está más suavizado. Tengo dos manuscritos después que quizá estén algo más suavizados. Pero siempre encontrarás una frase corta con un punto y aparte, y siempre encontrarás los coros, esas frases que se repiten, que no es un invento de la escuela del riesgo, los griegos ya lo hacían. Eso es consciente, porque es lo que me gusta hacer y me lo paso bien haciéndolo así. No sé si será repetitivo o no pero a mí me gusta. 
Puede que sí, al principio. Pero luego uno se acostumbra, y acaba gustando. A mí me dicen que un libro está escrito en primera persona, con lenguaje coloquial, muchos puntos y aparte… ¡Y no lo leo! 
Escribo los fines de semana, porque no tengo tiempo los días de diario. Y lo hago porque me gusta y me lo paso bien. Uno, aunque sabe que no va a vivir de ello, tiene que hacer lo que le apetece hacer, y siempre digo (no sé de quién es la frase, pero me la aplico constantemente) que uno tiene que escribir el libro que le gustaría leer. El que guste más o menos, ya es cosa de los lectores. 
Los libros

¿Te influyen tus lecturas mientras escribes? 
Yo creo que en el estilo no. Sobre todo porque he adoptado una especie de voz propia. Puede que haya temas en los que sí. O que saque alguna idea mientras estoy leyendo, o un recurso que me guste e intente, si no copiarlo [risas], inspirarme... Yo creo que no mucho. Hay gente que dice que no puede leer nada sobre lo que está escribiendo mientras está escribiendo. Yo sí; es que, si no, no leería porque no tendría tiempo. 

¿Hay algún personaje de tus novelas que estés más orgulloso de haber creado? 
Sí, sin dudarlo: Nanas. Nanas era un personaje no previsto en esa novela [Intersecciones]. Intersecciones fue un cuento muy malo de una anécdota real que me pasó a mí (la anécdota del supermercado me sucedió realmente). Y de repente Nanas se me apareció en mitad de una página gritando que le picaba el chocho y empezó a hacerse con el control de la novela. Y para mí Nanas es mi personaje favorito de todas las novelas que he escrito. 
¿Incluso de las que todavía no has publicado? 
Sí, sí, sí. Incluso de las que no han sido publicadas. 

Tus personajes tienen mucha humanidad. Entrañables, los llamo yo. ¿Tienes algún truco? ¿Crees que los motes pueden influir? 
Pues truco no tengo, la verdad. A mí me gustan los motes. Pero por ejemplo, en Los pelícanos Hércules [personaje protagonista] se llama Hércules y a lo mejor es un nombre que le va apropiado porque es un antihéroe, pero Hércules [el héroe de la mitología] es un héroe, y se crea ahí un juego. Siempre intento elegir nombres no muy usuales, pero no elijo nombres que vayan con la personalidad, entre otras cosas porque a mí los personajes me van creciendo conforme los voy escribiendo. Y los motes sí que definen una característica: con un solo mote defines al personaje. Cuando dices “la pequeña ballena rubia”, ya estás definiendo que es gorda, que es rubia… Entonces, con los motes, en muy pocas palabras estás “haciendo ver”. Porque es lo importante, a mí me gusta pensar que consigo “hacer ver”. No explicarte nada, sino que tú lo veas, lo sientas. Me gusta utilizar los olores, los sabores, para que el lector se esté metiendo en eso y lo esté viviendo sin yo explicárselo. Es lo que intento, claro, otra cosa es conseguirlo. 

Yo creo que sí… 
¿Y estás escribiendo alguna novela actualmente, o tienes alguna escrita?
Realmente, con Los pelícanos gané el premio un 23 de abril y el 30 de abril ya estaba presentando Intersecciones. O sea, que en una semana publiqué las dos novelas que tengo publicadas y no he vuelto a publicar nada [risas]. Entonces sí, tengo otros dos manuscritos ya escritos. A uno de ellos le he dado ya alguna vuelta y no he conseguido nada con él; otro estoy empezando a moverlo ahora. Y mientras tanto, ya estoy en curso de escribir otra novela, a ver si sale algo. 

¿Puedes contar de qué tratan esas novelas que guardas en el cajón? 
El siguiente a Los pelícanos se llama El istmo del reloj de arena. En las noticias, contaban que en France Télécom hubo muchos suicidios y el gobierno investigaba. No tiene nada que ver con eso, pero sí que el punto de partida de la historia surgió a partir de ahí. Va de un informático. Es la primera vez que escribo sobre un informático (porque yo me negaba) en cuya empresa empieza a morir gente, no se sabe muy bien por qué. Hay una historia un poco “friki”, muy rara… que bueno, una vez que la gente la lea, sabrá si está bien o está mal. Sí que es verdad que ha habido mucha gente que la ha leído y ha dicho que “bueno”; otros que “fenomenal”. Con criterios tan dispares, como no le puede gustar a todo el mundo, si a mí me gusta, la repaso y me parece que está bien, la dejo así. Lo intento, y puede que no salga, que es lo más probable que ocurra con esta novela. 
El último manuscrito que tengo terminado se llama Lo que está por venir y es sobre la Guerra Civil. Me costó mucho decidirme a escribirlo porque hay muchos libros de la Guerra Civil, y todas mis historias son en el presente. Esto es porque no tengo mucho tiempo, y el hecho de escribir sobre el pasado te obliga a documentarte mucho más. Pero fue una historia que me enganchó de una exposición que hubo en El Prado, acerca del exilio de los cuadros cuando en la Guerra Civil se los llevaron a Valencia, luego a Cataluña, luego a Francia y a Suiza… Creo que estaba escribiendo Los pelícanos cuando me enteré de aquello, y desde que lo oí me provocó. Se lo dije a Paco López Mengual, que escribe mucho de esa época, pero no lo escribió. Y dije “bueno, pues para mí, vamos a empezar”. Y entonces la escribí. No es una novela histórica, pero sí que está en un entorno histórico, con unos personajes también muy míos, pero sí que siguen un guión y un viaje que es el que siguieron los cuadros. 
Y ahora estoy intentando escribir algo sobre la crisis, sobre gente que se ha quedado sin empleo y un poco más marginada. Pero estoy muy al comienzo y no sé qué va a salir. 

¿No te has planteado la posibilidad de publicar en Amazon? 
En eso soy un mar de dudas. Soy muy voluble. Un día digo: “venga, voy a subirlo, por lo menos que alguien lo lea”. El istmo del reloj de arena he estado a punto de subirlo varias veces; de hecho, diseñé una portada. Pero hay un problema con Amazon: hay muy pocas obras que merezcan la pena. Siempre me he negado a la autopublicación por un tema de filtro, de autocensura. No soy crítico, necesito pasar por un filtro y que alguien me diga: “esto merece la pena que esté en la calle”. Me da mucho pudor sacar algo a la calle si alguien no ha dicho: “esto merece la pena que alguien lo lea”. 
Por otra parte, Amazon es un mundo que está tomando una deriva que no me gusta nada. No me gusta el tema de la generación Kindle, y quiero apartarme un poco de eso. 
Luego hay otro tema, y es que en Amazon, como no estés todo el día machacando y machacando, no vendes. Para autopublicarte tienes que ser el escritor, el corrector, el maquetador, el publicista y el de logística. Y yo no quiero ser todo eso, yo solo quiero escribir, a mí todo lo demás no me gusta. Prefiero cobrar una birria de derechos de editorial (cuando los cobras, porque yo de Intersecciones aún no he llegado a cobrar nada); sé que no voy a vivir de esto. 

¿Cuál ha sido tu momento más feliz como escritor? 
El día que me llamaron para darme el premio “Qué Leer”. Porque además, es que me hicieron sufrir. No se me olvidará: me llamaron un 19 de marzo, por la noche. Yo me iba de puente a Albacete. Me llamó el director de “Qué Leer” y me dijo que mi novela estaba entre las finalistas, pero que había un problema. Me contó una película. Los pelícanos es muy suyo, y el primer capítulo era mucho más fuerte de lo que es, mucho más explícito. Me dijeron que mirara a ver si lo podía suavizar un poco. Estuve en Albacete, intentando cambiarlo. Lo cambié, se lo envié, me volvieron a llamar, e incluso me llegaron a proponer cambiarle la fobia principal al protagonista. Podía intentarlo, pero lo primero, no en una semana, y lo segundo, saldría otra novela distinta. Y el mismo director de “Qué Leer” me dio la razón. Ese mismo día, ya por la tarde, a mediodía, me dijeron: “Oye, que lo tienes, que es tuyo”. 
El día que me dieron el premio, la fiesta ya era como estar en una nube. Era el día antes de Sant Jordi. Pero al día siguiente me hicieron ir a firmar libros a Las Ramblas. Tenía una cola, que estuve desde las cinco y media de la tarde hasta las nueve de la noche sin parar, sin parar, firmando libros. Aquello fue espectacular. Claro, fue uno de los momentos más felices de mi vida como escritor. No se ha vuelto a repetir. Y era la primera vez que firmaba libros…

¿Cuál fue el origen de de tus novelas? ¿Qué fue antes, el título o la novela? 
En Intersecciones lo primero no fue el título. De hecho, puede que la enviara a algún concurso llamándose Circunferencias secantes. Algún amigo me dijo que parecía un tratado de trigonometría; le dije que era verdad. Y [Manuel] Moyano, que es un gran titulador, dijo que lo importante eran las intersecciones. Y se quedó con Intersecciones
En el caso de Los pelícanos ven el norte, sí que lo primero fue el título. Surgió años antes de la novela. Yo iba conduciendo y oí a un naturalista hablando por la radio, diciendo que los pelícanos tenían un puntito azul en la visión que les indicaba el norte. No lo he vuelto a oír, ni a leer, ni a encontrar por ningún sitio. A veces creo que hasta lo soñé; pero no, estoy seguro, porque sé hasta por dónde iba conduciendo… Conduciendo, pensé: “los pelícanos ven el norte”. Y a partir de ahí me gustó la frase y se me grabó (y eso que a mí se me olvida todo). De hecho, al mismo que me dijo lo del tratado de trigonometría tampoco le gustaba “Los pelícanos ven el norte”, y me dijo que lo cambiara por “La mirada del pelícano”. Ahí sí que dije: “no, no, esto es Los pelícanos ven el norte”. Yo sabía que Los pelícanos ven el norte tenía que ser de alguien que estaba perdido, pero me costó tiempo llegar a encontrar la historia. Luego encontré lo de las fobias, y eso me fue ayudando. Pero lo primero que apareció fue el título. 

A la hora de escribir, ¿tu objetivo es únicamente mantener enganchado al lector, o más bien hacerle pensar, o experimentar sensaciones? ¿Quieres transmitir algún mensaje claro en tus novelas? 
Sobre todo sentir. Más que pensar, más que transmitir un mensaje. Aunque dicen que la literatura tiene que transmitir un mensaje, y más en los tiempos que corren, yo es que tampoco me siento quién para transmitir mensajes a nadie. Entonces, sobre todo sentir: sentir un poco lo que están sintiendo los personajes, crear una historia que esté bien. Hombre, me gustaría enganchar, lo que pasa es que es complicado, a veces sale y a veces no sale. Por ejemplo, en los últimos manuscritos me han dicho que cuesta un poco ponerse en marcha; sin embargo, cuando lo repaso, pienso que al principio es necesario sembrar para que luego salga la planta. Y que el principio tenga que ser fulgurante para enganchar al lector es verdad, ayuda a conseguir lectores, pero tampoco tiene por qué ser una prioridad. Cuando me dicen que han sentido con la novela, es lo que más me gusta, porque mi intención principal es sobre todo hacer sentir.

¿Qué pregunta le harías a un lector que haya leído cualquiera de tus dos novelas?
[silencio momentáneo] ¿Te ha gustado? [risas] Sobre todo eso, la pregunta es esa. Porque si me dicen que les ha gustado ya todo lo demás está colmado. Hombre, interesan las cuestiones técnicas y demás, pero no creo que sea lo más importante. Sobre todo si te ha gustado y si en algún momento te ha emocionado, y dónde te has reído, porque a lo mejor coincide con donde yo me he reído mientras lo escribía… Luego me di cuenta de que cosas que a mí me emocionaban resulta que la gente las ha pasado muy por encima.

¿Hay malos y buenos en tus novelas, o solo personas?
Hombre, lo que me interesaría es que no hubiera malos malos y buenos buenos, que no fueran estereotipos. Todo el mundo tenemos nuestra parte buena y nuestra parte mala, y los malos tienen que tener su parte buena y los buenos su parte mala. No me interesan los estereotipos, aunque no sé quién decía que, cuanto peor le vaya a tu protagonista, mejor te va a ti… Intento huir de los estereotipos y, si me sale alguno, me da rabia.

Mejor libro y personaje que hayas leído últimamente… 
Para mí, uno de mis libros favoritos es La ciudad de los cazadores tímidos, de Tom Spanbauer. El protagonista es espectacular, hay una serie de personajes más espectaculares, y todo este tema que he comentado antes de los coros él lo hace mucho y lo hace muy bien. Es el primero que me viene a la cabeza, porque creo que es de las novelas que más me gustan. Soy muy poco mitómano, y con escritores mucho menos (si acaso con cantantes); sin embargo, si Tom Spanbauer viniera a Madrid, o a Barcelona, haría lo posible por ir a verlo, porque es un tío que me encanta.
El libro favorito del escritor

¿Te gustan los finales felices? 
[AVISO: ¡no leáis las letras grises si no queréis saber la dosis de tristeza o de felicidad que contienen los finales de las novelas de Pablo!] No; de hecho, el final de Los pelícanos es así porque tenía que haber buen rollo para el concurso… Un final mucho más mío es el de Intersecciones. Es verdad que me pasé de vueltas con el final de Los pelícanos; está retocado después de que lo leyera mi mujer y alguien más, porque era mucho más dulzón de lo que fue. Que ya era [risas]... 
No me van mucho los finales felices, y menos con moraleja. Si tiene que terminar bien, termina bien. Pero me gusta más un final, tampoco amargo o que termine mal, pero no tan “fueron felices y comieron perdices”.

¿Prefieres que un libro te haga llorar, o reír? 
Las dos cosas. Me da igual. Yo me parto con la literatura de humor de Eduardo Mendoza; me encanta. Y luego, de llorar, quizá Tom Spanbauer sea el tipo de novela que en un momento dado pueda hacerte llorar… También es verdad que soy muy frío leyendo; cuando estoy leyendo no exteriorizo nada. Si estoy leyendo y suelto una carcajada o se me pone un nudo en la garganta, eso es un gran éxito del escritor. 

¿Papel o ebook? 
Leo ya mucho en ebook. Es que es muy cómodo. Para publicar prefiero el papel; lo cual es una contradicción, quizás… seguro. Un poco por tontería, por el prestigio, porque el mundo del ebook está todavía muy incipiente y no sabe dónde va a ir, porque el lector de ebook me está decepcionando mucho con el tema de Amazon… Pero bueno, yo leo mucho en ebook, y es comodísimo. Y me parece que las nuevas generaciones van a ir por ahí, porque han nacido con eso.

Y, para terminar: ¿qué libro estás leyendo ahora?
Pues precisamente, uno de Amazon [risas], después de todo lo que he dicho… La historia escrita en el cielo. Es de una escritora que me gusta, Carmen Martínez Gimeno. Acabo de terminar En busca del unicornio, de Juan Eslava Galán, que estuvo hace poco en Murcia. De hecho a mí los premios Planeta no me llaman nada la atención, y este era del ochenta y tantos y me gustó mucho. Y un libro de Paco López Mengual, que es divertidísimo y lo recomiendo: Maldito chino.

Y estas fueron todas las (tímidas) preguntas con las que asedié y robé vilmente el tiempo a Pablo quien, cargado de paciencia y amabilidad, equilibró la balanza, convirtiendo en una gran experiencia esta entrevista de novata.  ¡Muchísimas gracias!
Y a vosotros, si habéis conseguido llegar hasta aquí, gracias también. Espero que os haya gustado conocer a Pablo y, los que no lo hayáis hecho ya, os animéis aunque sea un poquito a sentir sus letras...

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PS: con tanta publicidad subliminal, no sé si podré resistir mucho tiempo sin leer algo de Tom Spanbauer...

5 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la entrevista. ¿Para cuándo la siguiente?? ¿Y de quién será?

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  2. @GlipheMe alegro de que te haya gustado, es increíble que no hayas puesto pegas... :P La próxima a ti, así que ya puedes ir escribiendo una novela.

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  3. Me ha encantado. Me gusta como escribe Pablo y me llevó, efectivamente, hasta Spanbauer tanto oírle hablar de él.
    Me ha encantado la entrevista y espero repetir lectura :-)
    Besos

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  4. No he leído nada del autor pero si he visto muy buenas críticas.
    Gracias por la entrevista.
    Un beso!

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  5. Súper interesante.
    Me ha matado lo de la publicidad subliminal, justo he pensado lo mismo mientra lo leía jejeje.
    Pues no había leído ninguno de sus libros, quizá me lo planteo.

    ¡Un beso!
    -Gin-

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