También son treinta y dos los escalones que cuenta un faro, ahora ciego, levantado a principios del siglo XIX, al que se conoce como El caracol de Byron, sito en una bahía acantilada, violenta, y esquiva con los mapas, lugar casi inaccesible, muy olvidado, que ha cambiado de nombre pero que hace veinte años aún se llamaba Byron Bay, nadie sabe por qué, de la misma forma que nadie sabe por qué el aire del primer amor verdadero vuelve a la nariz del que va a morir y le hincha el cuerpo y por qué el asesino retorna siempre al lugar del crimen, aunque sea para comprobar si ha crecido la hierba."
Sí, me encanta la forma de combinar palabras de Rafael R. Costa, y por eso quizá, por ese inicio que encabeza esta entrada (a parte de los numerosos elogios leídos hacia su prosa), caí entre las páginas de El caracol de Byron. A lo mejor cometí el error de no haber leído bien su sinopsis, que deja bien claro lo que vamos a encontrar en él, y por eso mis expectativas demasiado altas no se han visto totalmente colmadas.
A mí me parece que tiene esta novela cierto aire a clásico: el uso del lenguaje es magistral, con pasajes que uno puede releer con gusto, pero el ritmo de lo que narra es tan pausado que corre el riesgo de resultar monótono (es la misma sensación que me está transmitiendo esa Primera Memoria que escribió Matute, asignada como "lectura de transporte público" y que he estado siguiendo a la par que El caracol de Byron).
En fin, que entre tanta opinión entusiasta (sólo hay que mirar la ingente cantidad de alabanzas "Amazónicas" cosechadas), yo me quedo en el punto medio de ni sí ni no, y me siento como se siente el que lee un clásico y no le resulta tan apasionante como "debería"; me quedo pensando: "a ver si es que va a ser que no sé yo apreciar lo bueno...". Pero claro, no es así, es que a cada uno le gusta una cosa distinta, y también es que cada uno lee en circunstancias diferentes, y quién sabe si no me hubiese resultado una lectura reveladora de haberla realizado en otro momento.
Así y todo, no me ha dejado indiferente, y tengo el pálpito de que va a ser una de esas que en el futuro recordaré con nostalgia, una de las que se disfrutan más un tiempo después de impregnarse en su tinta. Y entonces me volverá la imagen de Byron Bay con su faro y su restaurant El Comodoro, y oleré a costa y a comida casera, y sentiré el viento de arrebatacapas, y oiré la lluvia y la tormenta y las canciones de gramófono y las voces de Cesárea, Agapito, Henrique y Amós entremezcladas.
El ritmo lento, si es bien utilizado, tiene la ventaja de arropar al lector en el ambiente: los paisajes se convierten en un personaje más, pero es que además los personajes humanos también se te van acercando. En esta novela son pocos, son cuatro y siempre están en el mismo sitio, cocinando, comiendo, caminando, departiendo, mirando al mar... Durante las primeras páginas es agradable conocerlos, un grupo entrañable, cada uno con sus cosas. Conversan, y se tiene la sensación de que algo se cuece en esos intercambios, de que tarde o temprano algo saldrá que revolucione, como mínimo, los sentimientos de alguien. Pero pasaban letras y letras y ya me sentía en una rutina sin fin.
Es hacia la mitad de la novela cuando estas conversaciones empiezan a remontarse cada vez más a tiempos pretéritos, porque es el pasado de los personajes la parte de El caracol de Byron con más "acción". A través de esas miradas al pasado (habladas o pensadas), van surgiendo más personajes (Doris, el Neme...) y más paisajes (Inglaterra, las Azores, el mar de los Sargazos...) y se va creando una trama paralela de varios hilos:
A mí me parece que tiene esta novela cierto aire a clásico: el uso del lenguaje es magistral, con pasajes que uno puede releer con gusto, pero el ritmo de lo que narra es tan pausado que corre el riesgo de resultar monótono (es la misma sensación que me está transmitiendo esa Primera Memoria que escribió Matute, asignada como "lectura de transporte público" y que he estado siguiendo a la par que El caracol de Byron).
En fin, que entre tanta opinión entusiasta (sólo hay que mirar la ingente cantidad de alabanzas "Amazónicas" cosechadas), yo me quedo en el punto medio de ni sí ni no, y me siento como se siente el que lee un clásico y no le resulta tan apasionante como "debería"; me quedo pensando: "a ver si es que va a ser que no sé yo apreciar lo bueno...". Pero claro, no es así, es que a cada uno le gusta una cosa distinta, y también es que cada uno lee en circunstancias diferentes, y quién sabe si no me hubiese resultado una lectura reveladora de haberla realizado en otro momento.
Así y todo, no me ha dejado indiferente, y tengo el pálpito de que va a ser una de esas que en el futuro recordaré con nostalgia, una de las que se disfrutan más un tiempo después de impregnarse en su tinta. Y entonces me volverá la imagen de Byron Bay con su faro y su restaurant El Comodoro, y oleré a costa y a comida casera, y sentiré el viento de arrebatacapas, y oiré la lluvia y la tormenta y las canciones de gramófono y las voces de Cesárea, Agapito, Henrique y Amós entremezcladas.
El ritmo lento, si es bien utilizado, tiene la ventaja de arropar al lector en el ambiente: los paisajes se convierten en un personaje más, pero es que además los personajes humanos también se te van acercando. En esta novela son pocos, son cuatro y siempre están en el mismo sitio, cocinando, comiendo, caminando, departiendo, mirando al mar... Durante las primeras páginas es agradable conocerlos, un grupo entrañable, cada uno con sus cosas. Conversan, y se tiene la sensación de que algo se cuece en esos intercambios, de que tarde o temprano algo saldrá que revolucione, como mínimo, los sentimientos de alguien. Pero pasaban letras y letras y ya me sentía en una rutina sin fin.
Es hacia la mitad de la novela cuando estas conversaciones empiezan a remontarse cada vez más a tiempos pretéritos, porque es el pasado de los personajes la parte de El caracol de Byron con más "acción". A través de esas miradas al pasado (habladas o pensadas), van surgiendo más personajes (Doris, el Neme...) y más paisajes (Inglaterra, las Azores, el mar de los Sargazos...) y se va creando una trama paralela de varios hilos:
"-Perdone que me meta en la conversación, don Amós -dijo Agapito-. Es que hay todavía hilos sueltos que mi cabeza de marrajo torpe no acierta a empatar..."
Por fin, el pasado regresa y levanta ampollas, y da pie a escenas intensas, donde los sentimientos se revuelven al mismo tiempo que las olas en medio de una tempestad. En momentos así es cuando se percibe aún más la fuerza de la prosa:
"[...] según fue subiendo aquellos peldaños sus oídos fueron desengañando a su espejismo y el corazón que llevaba en la mano se le cayó y rodó escaleras abajo, hacia ninguna parte…"
"Quiso abandonar aquella habitación, salir a la puerta de El Comodoro a respirar aire distinto, porque de pronto se le había convertido en gas venenoso el que tenía en los pulmones. Pero no fue posible. La mano fornida y brutal de la subconsciencia le tiró vitrinas repletas de frascos de vidrio, prendió fuego a los pastos de su pensamiento, llevó el silbato de la locura a los labios del recuerdo y sopló cien veces en el interior de sus oídos."
El caracol de Byron huele mucho a antiguo y a sal. Tiene palabras extrañas, y algunas no se sabe (yo no sé) si existen de verdad o son inventadas. Muchas se refieren al mundo marino y naval. Otras parecen términos más costumbristas. A veces transmiten una sensación hogareña y otras se tiñen de exotismo y aventura.
El final llega también con tranquilidad y con una pequeña sorpresa. La última palabra parece que te mira y te desafía a imaginarte lo que pasa después, cómo siguen moviéndose los personajes por los paisajes, cómo sigue el faro mirando el océano y el oleaje sonando. Algo de Byron Bay se queda flotando en el ambiente después de esa palabra, llenando todo el espacio en blanco que hay debajo.
3,5
No he leído nada de este autor y este libro creo que lo tengo en el kindle de alguna vez que estuvo en descarga gratuita en Amazon, pero para empezar quiero leer La interpretadora de sueños que me atrae más. Tengo curiosidad por descubrir la forma de escribir del autor que he visto varias opiniones positivas
ResponderEliminarBesos
Como compré este antes de que la editorial publicara "La interpretadora de sueños", empecé por él. Pero también me atrae La interpretadora, así que supongo que será el siguiente.
EliminarHace meses que tengo esta novela pendiente en mi kindle. Me apetece mucho leerla, pero sobre todo por asomarme a la prosa de Rafael R. Costa, que me la han recomendado mucho. Intentaré olvidarme de expectativas, me conformo con la escritura. Bss
ResponderEliminarPues si te conformas con eso, yo creo que te va a requete-encantar. ;)
EliminarMuchas gracias, tanto de mi parte como de parte de los personajes de esta novela.
ResponderEliminarEspecialmente a Biblio, y a las demás personas por el interés mostrado.
Ojalá os guste.
Rafael
Gracias a ti por tus palabras (estas y las de la novela) y por dejar tu huella por aquí. (A ver si se da el día en que me la dejes en algún libro...).
EliminarLo de Biblio queda bien jaja lo voy a tener que adoptar porque el nombre completo al parecer es difícil...
Pues siendo sincera esta vez no me llama demasiado la atención. Creo que lo dejaré estar
ResponderEliminarBesos
Hay todo un mundo de libros por descubrir, así que algunos hay que dejarlos atrás. Aunque quizá no con este libro, yo creo que merece la pena acercarse al autor. Veremos qué puedo decir de La interpretadora de sueños cuando lo lea. Un beso!
EliminarEs la primera noticia que tengo de esta obra, me atraen mucho los faros (¿y a quién no?)... no sé si has leído La niña del faro de JEANETTE WINTERSON, si no lo has leído te la recomiendo.
ResponderEliminarNo hay peor error que tener muchas expectativas con una novela, a mi me ha sucedido en muchas ocasiones y, en general, ha sido un error partir de dichas expectativas, pero es inevitable a veces.
Un abrazo!
¿Qué tendrán los faros? A mí también me parecen románticos y misteriosos...
EliminarSí que he oído hablar (o "leído escribir" :P) mucho sobre La niña del faro y sobre Jeanette Winterson, y después de tanta recomendación es un libro que me gustaría leer.
Un abrazo.
Ya leí hace un par de meses, en el blog de Pilar, una reseña sobre esta novela y la había anotado. Tu reseña por suerte me la trae de nuevo a la memoria...
ResponderEliminarBesines,
Yo no había oído a hablar de este libro pero leída tu reseña tiene muy buena pinta. Voy a echarle un vistazo.
ResponderEliminarBesos
hola es la primera vez que veo algo de este libro, al leer tu reseña como que te incita a leerlo pero después hay determinados elementos que no me llegan a convencer, me da la sensación que la narración va a ser demasiado lenta para mi gusto, gracias por esta magnífica reseña, nos leemos chao
ResponderEliminarNo conocía al autor. Creo que me puede gustar. Espero que llegue alguno de sus títulos a mis manos pronto. Besos.
ResponderEliminarPues me lo llevo, que puede ser una lectura maja =)
ResponderEliminarBesotes
No conocía esta novela aunque si la interpretadora de sueños por haber visto reseñas.La verdad es que si la leyera seguro que la disfrutaría pero tampoco me llama especialmente.
ResponderEliminarUn beso!
Yo me leí esta novela y como dice Carmen le hice reseña. Me gustó mucho. Un saludo.
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