domingo, 6 de marzo de 2011

El discurso del rey

Tras la muerte de su padre, el rey Jorge V (Michael Gambon), y la escandalosa abdicación del príncipe Eduardo VII (Guy Pearce), Bertie (Colin Firth), afectado desde siempre de un angustioso tartamudeo, asciende de pronto al trono como Jorge VI de Inglaterra. Su país se encuentra al borde de la guerra y necesita desesperadamente un líder, por lo que su esposa Isabel (Helena Bonham Carter), la futura reina madre, le pone en contacto con un excéntrico logopeda llamado Lionel Logue (Geoffrey Rush). A pesar del choque inicial, los dos se sumergen de lleno en una terapia poco ortodoxa que les llevará a establecer un vínculo inquebrantable. Con el apoyo de Logue, su familia, su gobierno y Winston Churchill (Timothy Spall), el rey supera su afección y pronuncia un discurso radiofónico que inspirará a su pueblo y lo unirá en la batalla.

Qué mejor forma de empezar la sección de cine que con esta película, recientemente ganadora de 4 Óscar: mejor película, mejor guión original (David Seidler), mejor actor (Colin Firth) y mejor director (Tom Hooper). Hoy he tenido el placer de verla, y me ha resultado realmente inspiradora, ¡tanto como para animarme a escribir esto! Como hago con los libros, procuraré limitarme a expresar mi humilde opinión, lo que me ha hecho sentir... teniendo en cuenta que no soy tan entendida de cine como de literatura.

Empiezo hablando del actor protagonista. Bueno, lo único que puedo comentar es que me encanta, pero ya no sé si es el actor en sí o su forma de actuar, ya he dicho que no soy muy entendida... El resto del mundo dice que lo hace bien, así que me lo creo. Pero sí, parece que lo hace bien, muy bien. Al menos a mi me ha encantado, me ha transmitido mucho. ¡Me he dado cuenta de que yo misma me agobiaba con él durante sus temidos discursos!

En cuanto al guión... bueno, yo no sabía qué Óscars había ganado la película cuando la vi, y a pesar de eso uno de los pensamientos que pasó por mi cabeza fue: qué diálogos más magníficamente construidos. Esta película sin ellos no sería lo mismo. Y es que El discurso del rey no es para nada una película de acción. Las escenas transcurren lentamente, hay muchísimos diálogos y poco  movimiento. Y en ningún momento aburre. Tiene sus escenas graciosas, que me hicieron reír un montón y curiosamente acabo de conocer que son las que han censurado en EEUU (no entiendo qué les ven de malo), y tampoco le faltan momentos conmovedores.

Especial mención también al actor que hace de Lionel, el terapeuta que ayuda al rey a superar su tartamudeo y su timidez. La relación entre ambos es lo más bonito de la historia. Y es que a decir verdad el argumento no parece muy emocionante (un rey que intenta superar su tartamudeo), pero la película en sí merece la pena. Fue lo que me dijeron a mi antes de verla, y he podido comprobar la veracidad de la afirmación.

En definitiva, recomiendo la película. Me ha influido bastante, me ha parecido muy curiosa y me ha enseñado algo de historia (aunque poco, se agradece). Resulta que, a pesar de que parecía estar bien ambientada, con unos personajes que me han parecido muy creíbles, se han tomado algunas licencias en ciertos aspectos, que se alejan de los hechos reales. Al llegar a casa y meterme en Internet lo primero que he hecho ha sido buscar información sobre el rey Jorge VI y su verdadera vida, comparando realidad con ficción. Por si a alguien le interesa, hay un vídeo en youtube titulado El verdadero discurso del rey. En él se puede ver lo que su propio nombre indica: al verdadero rey haciendo su verdadero discurso. Aunque está en inglés, puede notarse algo de tartamudeo a veces, y habla con un ritmo muy parecido al de la película.

domingo, 13 de febrero de 2011

Choque de reyes; de George R. R. Martin

"-Abre el ojo.
-Ya los tengo abiertos, ¿es que no lo ves?
-Tienes dos ojos abiertos. [...] Uno, dos.
-Es que solo tengo dos.
-Tienes tres. El cuervo te dio un tercer ojo, pero no lo abres. […]Con dos ojos puedes verme la cara. Con tres podrías verme el corazón. Con dos puedes ver aquel roble. Con tres podrías ver la bellota de la que nació y el tocón seco en que se convertirá algún día. Con dos no ves más allá de tus paredes. Con tres podrías ver el mar del Verano, al sur, y el norte más allá del Muro."
SINOPSIS
Un cometa del color de la sangre hiende el cielo, cargado de malos augurios. Y hay razones sobradas para pensar así: los Siete Reinos se ven sacudidos por luchas intestinas entre los nobles por la sucesión al Trono de Hierro. En la otra orilla del mar Angosto, la princesa Daenerys Targaryen conduce a su pueblo de jinetes salvajes a través del desierto. Y en los páramos helados del norte, más allá del Muro, un ejército implacable avanza hacia un territorio asolado por el caos y las guerras fratricidas.
Ya era hora de que me dignara a comentar esta obra de arte. Lo que ha conseguido este libro hacer conmigo pocos lo han hecho antes. Creí que era una persona inexpresiva, ¡hasta que me descubrí haciendo todo tipo de muecas, gestos y aspavientos ante las diversas situaciones que el autor planteaba con sus personajes! Eran situaciones inesperadas, otras graciosas, muchas ingeniosas (Tyrion pasará a la historia) y otras tantas escandalosas y esperpénticas. Todo teñido de realismo y una pequeña dosis de magia, como solo Martin sabe hacer. Muchas emociones, en definitiva. Lo estoy intentando describir, pero no me salen las palabras adecuadas. Sencillamente, este libro se ha convertido en uno muy especial, me ha vuelto loca, ¡quiero más! Pero los demás me los voy a racionar, que no quiero luego tener que esperar mucho hasta que salga una nueva entrega. Por cierto, que en mi opinión, Choque de reyes no tiene nada, pero que nada, que envidiar a Juego de Tronos.


SPOILER [en letras blancas]
Tenía que decirlo, de una forma u otra: el Perro me enternece un montón. ¡Me encanta ese personaje! No digo que sea mi favorito ni mucho menos (Tyrion y sus comentarios no tienen precio), pero especialmente sus escenas con Sansa me conmueven. Esa en la que están a solas en la habitación, en la que él está bebido... Se muestra su lado sensiblón y frágil... La verdad es que fue una de mis partes favoritas, que viví con más intensidad.

domingo, 16 de enero de 2011

El cerebro social; de Michael S. Gazzaniga

"Nuestra especie necesita creer. La creencia sirve de guía, de control y dicta las normas de comportamiento. Es evidente que todos desarrollamos una creencia sobre nosotros mismos. Es fácil imaginar que también necesitamos tener creencias sobre los acontecimientos externos. No importa que se llamen "Cristo", "Mahoma" o "mecánica cuántica", todas son creencias que posibilitan la acción humana."
SINOPSIS
Durante siglos, el pensamiento occidental ha alimentado la idea de que nuestra conducta y nuestros pensamientos son producto de una entidad unitaria -la «mente»- que reside en ese intrincado laberinto de conexiones neuronales que es el cerebro. Desentrañar la estructura oculta en la densa maraña cerebral es uno de los grandes desafíos de la ciencia moderna. Michael Gazzaniga -famoso por sus experimentos sobre el cerebro dividido- es uno de los exploradores que con más éxito se ha adentrado en este laberinto. El cerebro social es la crónica de sus viajes por las moradas de la mente, escrita en el lenguaje llano, asequible a todo el mundo y portadora de noticias sorprendentes: la mítica mente unitaria y consciente no existe. Lo que se oculta en el interior del laberinto es una «sociedad» de sistemas relativamente independientes (módulos), capaces de funcionar unos al margen de otros, y de los que nuestra conciencia muchas veces no tiene noticia. En palabras de D. Dennet, este libro constituye «una apasionante introducción a una serie de formas nuevas y sorprendentes de pensar sobre la mente humana».

Con “El cerebro social”, Gazzaniga nos abre las puertas al mundo de la investigación neurológica y analiza, a través de sus vivencias, una serie de descubrimientos que, poco a poco, nos llevan a una comprensión mayor de los procesos de la mente. Todo lo que al principio parecía evidente ya no lo es tanto: la manipulación del cerebro puede hacer que la realidad se transfigure y mostrarnos asombrosos fenómenos.

Una idea que se repite a lo largo de todo el libro es la modularidad. Continuamente se habla de cerebro izquierdo y cerebro derecho, de módulo intérprete y módulo lingüístico o “hablante”… De un modo muy gráfico, el autor explica la presencia en el cerebro de distintos tipos de módulos. Cada uno codifica un determinado tipo de estímulo o información. Pero lo más curioso es cómo unos pueden exteriorizar verbalmente esa información, mientras que otros son incapaces. Y son precisamente esos módulos “mudos” los que no tienen otra forma de darse a conocer que generar en el individuo otro tipo de respuestas, actos o movimientos que nosotros calificamos de “inconscientes”. Esto me lleva a pensar, ¿qué cantidad de información del mundo que nos rodea se escapará a nuestra conciencia, solo porque los módulos que la procesan no son capaces de dárnosla a entender de forma verbal? 

Asombroso es también el modo en que se explica la formación de creencias, a través de un hemisferio izquierdo que trabaja como intérprete de nuestros a veces incomprensibles actos. Y cómo, por tanto, nuestras creencias variarán en función de la manera en que lo hagan nuestros actos. Lo cual me lleva a plantearme si realmente tenemos control sobre nosotros mismos, o es nuestro cerebro el dueño y señor de todo...

Un libro más, entretenido unos ratos pero insustancial otros. A pesar de ser interesante, hay veces que da muchas vueltas para volver a decir lo mismo, y al final la idea general se repite capítulo a capítulo (aunque vista desde perspectivas distintas). 


domingo, 28 de noviembre de 2010

Sea usted asertivo, cómo tratar con los demás; de Robert Sharpe

"La amistad surge en los lugares más inusuales. [...] A esto se le llama desenfoque ya que, en vez de ir específicamente a un lugar para hacer amigos - situación en la que usted puede estar tan ansioso por relacionarse que eche para atrás a todos aquellos con los que se encuentre-, usted asume que a lo largo del día cualquier persona que conozca, sea cual sea el contexto - social o de trabajo-, se puede convertir en amiga. "
SINOPSIS

Deseo:
* Tener más y mejores amigos
* Desarrollar relaciones más estrechas
* Comunicarme mejor con las palabras y con mi cuerpo
* Salir airoso en las negociaciones y las entrevistas
* Ejercer la crítica constructiva
* Conseguir buenos acuerdos
* Exigir sus derechos
¿Le parece mucho?
Si usted cree que puede, y debe, conseguirlo, entonces este libro le está destinado. Robert Sharpe le ofrece un verdadero curso práctico de asertividad que le capacitará para ayudarse a sí mismo y a los demás en un buen numero de cuestiones en las que mucha gente se comporta con torpeza o desconcierto.
Aprenderá a convertir sus frustraciones en una fuerza poderosa gracias a la asertividad.

Este breve pero útil libro hace una disección de situaciones sociales ante las que nos encontramos frecuentemente en la vida cotidiana, y muestra que no todo es tan evidente como parece. Resulta que tenemos derechos que pasamos por alto, y ya no solo en las entrevistas de trabajo, ¡sino en las conversaciones comunes y corrientes! Hay tantas cosas que hacemos sin darnos cuenta, y que podríamos hacer de una forma mucho más beneficiosa para nosotros.

La planificación se presenta muy acertadamente como un elemento fundamental en la comunicación. En verdad, ¿cuántas veces la ira o el ansia por hacernos entender ha hecho que perdamos los nervios y nuestros argumentos quedaran pisoteados bajo el peso de un mensaje demasiado emocional? Y es que la planificación ayuda entre otras cosas a eso, a controlar que lo que digamos tenga la dosis precisa de emoción, de hechos y de necesidades.

Efectivamente, el equilibrio es la base de la mayoría de las cosas bien hechas. Equilibrio en los componentes de la comunicación, equilibrio en el intercambio de información, equilibrio en lo que cada parte cede en una negociación, equilibrio en cuanto a la distancia óptima a mantener en una relación en la que cada parte tiene sus propias preferencias, equilibrio…

Otro aspecto llamativo es la amistad considerada como un “juego”. Y es que hay veces que uno siente la imperiosa necesidad de conocer gente nueva, ¡y no sabe cómo! Tendemos a pensar en sitios a los que ir específicamente para encontrar nuestro objetivo, cuando un planteamiento muy original es el del desenfoque: ¿por qué no considerar a todos como potenciales amigos? Cada día, con las miles de personas que pasan a nuestro lado, podemos jugar al “juego de hacer amigos”.

Todos estos puntos que he mencionado (y otros muchos a lo largo del libro) son aquellos que me han parecido más curiosos, ya sea porque los pasamos por alto o porque pueden ser la mar de útiles en la vida diaria. Sin embargo, he de añadir que la propia experiencia me ha mostrado que aplicarlos no es tan fácil como parece. Pararse a pensar las cosas es algo que se pasa por alto la mayoría de las veces: es una mala costumbre difícil de abandonar, nos enfadamos y saltamos al ataque. O simplemente creemos que si paramos nuestro discurso el otro nos interrumpirá (y puede que sea verdad). Por eso es importante tener en cuenta tanto nuestros derechos como los de los demás.

Porque al leer “Sea usted asertivo” podemos quedar tan satisfechos ante la cantidad de derechos que tenemos, que corremos el peligro de entregarnos apasionadamente a ellos y olvidar que los demás también son personas como nosotros.




domingo, 7 de noviembre de 2010

Sueño producto de una clase magistral sobre la muerte y sus posibles interpretaciones

Viajo en tren. A mi lado, va mi profesor de psicología. Me lleva con él a visitar tierras exóticas. Por la ventana desfila el paisaje: praderas y colinas de un suave verde, salpicadas de plantas y de árboles. Todo es hermoso, hasta que me sorprende una insólita imagen: en una de las praderas, varios personajes están incinerando cadáveres. Los tumban en camillas y les prenden fuego, y a medida que se consumen van languideciendo y cayendo al suelo. A pesar de lo que uno se pueda imaginar, no es una visión macabra, sino que todo ocurre de forma limpia y tranquila.

Ahora he llegado al destino. Junto con varias compañeras que también venían conmigo, me llevan a una construcción, perteneciente a la población indígena del lugar. Allí dentro recorremos una serie de habitaciones, donde podemos aprender distintas peculiaridades de la cultura de esas gentes. Uno de esos habitáculos está alumbrado con una luz anaranjada y tenue, y en su interior hay muchos indígenas vestidos con extrañas ropas. Algunos llevan máscara y la mayoría se maquillan de colores vivos. Parece que se preparan para alguna celebración. También hay una muñeca extraña colgada en la pared, que recuerda a las máscaras y colores vivos que llevan los indígenas. Alguna de mis compañeras pregunta acerca del significado de esa muñeca.

Después me encuentro subiendo con mis compañeras por una carretera. Es una carretera espiralada que asciende alrededor de una montaña. A mi izquierda, en el lado cóncavo de la carretera, se apelotonan las fachadas de los edificios, con sus puertas y ventanas. La carretera es estrecha y no tiene acera. A mi derecha, en el lado convexo de la curva, una vez que termina el asfalto, el terreno desciende para precipitarse a un profundo abismo, y más allá vuelve a resurgir en forma de altas y suaves colinas tapizadas de vegetación, de ese verde suave ya mencionado. No hay barrera alguna de separación entre la carretera y el abismo. Además, todo lo que acabo de describir ha de imaginarse bañado en negro, porque en el momento en que camino por la carretera es noche cerrada. Por añadidura, a veces vienen coches hacia nosotras. La carretera es estrecha y hay que apartarse para que los coches puedan pasar. El problema es que los coches, aunque lleven luz dada, son muy difíciles de ver. Muchas veces la luz es débil y además sólo se ve en un determinado ángulo. De manera que, en un momento determinado, creo ver un débil destello dorado cerca de mi, que luego desaparece, y apenas me da tiempo a apartarme hacia el lado del precipicio para no ser atropellada cuando el coche me pasa rozando. A partir de ahí suceden muchas cosas un poco confusas. Pienso en la compañera que camina detrás de mí, en avisarla del coche, pero o no me da tiempo o no considero necesario hacerlo. El caso es que, cuando aún me estoy recuperando del susto e intentando no caer al precipicio, escucho un golpe de coche contra carne y un grito fuerte, agudo y breve detrás de mí, en el lugar donde debería haber estado mi acompañante. Luego, silencio. Me asusto, pido socorro, y me cuelgo del precipicio con ambas manos. ¿Por qué tal temeridad? Creo que pretendo apartarme al máximo de cualquier coche que pudiera pasar y empujarme. Paradójicamente, pienso que estaría más segura en el precipicio que en el lugar desde el cual podía caer a él. Las demás acompañantes se han apartado sin problemas y están a salvo en el lado de las fachadas. Dicen que van a buscar ayuda, porque al estar todo tan oscuro no sabemos lo que ha pasado. ¿Por qué ha gritado la chica? ¿Le ha pillado el coche? ¿Ha caído por el precipicio? Mi parte racional me dice que es lo último, pero hasta que no lo vea con mis propios ojos me niego a pensar en ello. No tengo que esperar mucho para que vengan. Me levanto en medio de la carretera y, a la luz que traen, veo lo que no quería ver: la carretera completamente vacía. Ni rastro de aquella chica que ha gritado. No hace falta decir nada, ni asomarse al precipicio, porque sabemos que la única pista que encontraremos será negrura insondable.

Se hace una misa por los muertos. Sí, al parecer han caído dos. Yo siento una tristeza indiferente. Ninguno de los muertos es muy íntimo mío. La misa es al estilo de los indígenas de la zona. El que la oficia es un hombre de mediana edad, canoso, con cara de buena persona y voz amable. Yo estoy en primera fila, y en un momento determinado me pregunta si tengo algo que decir, a lo que le contesto que no. Después, pide a los presentes que digan cualidades de los difuntos (cualquier cualidad, no tiene por qué ser buena). Algunos levantan la mano y responden, y el hombre va apuntando lo que dicen en una pizarra. Al final de la misa me levanto, y por primera vez pienso de verdad en lo que ha pasado. De verdad, porque me doy cuenta de que una de las personas que ha muerto es una amiga mía. Así que mi tristeza indiferente pierde un poco de su indiferencia.